CORRUPCIÓN, EL CÁNCER (Que le atore AMLO como debe ser)

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

En uno de sus mensajes últimos, el gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, alertó ante la magnitud que ha tomado en el país la corrupción y lamentó que los esfuerzos no hayan sido ni adecuados ni suficientes para enfrentarla y combatirla de manera eficaz. La creación de instituciones y un sistema para combatir la corrupción no han sido ni las más efectivas ni suficientes para contrarrestarla. Este  fenómeno va acompañado de otro igual de dañino como es la impunidad.

Corral ha formalizado une expediente criminal contra su antecesor en el cargo  luchando los últimos años por encarcelar a Cesar Duarte y hacer la justicia para sus conciudadanos. El robadero de este fue de escándalo, pero hoy ya duerme muy seguro en un penal digno de su conducta torcida. 

Corral afirmó que en México han sido denunciados 71 casos de corrupción de 41 gobernadores y sólo 16 han sido investigados, de los cuales solamente cuatro fueron procesados; en contraste, en Estados Unidos, de nueve gobernadores denunciados por corrupción, nueve fueron procesados  y nueve fueron detenidos. “Ése es el nivel de impunidad en nuestro país”.

Indicó que la corrupción opera en grandes y sofisticadas redes de beneficios “que incluyen a empresarios, legisladores, jueces “e incluso medios de comunicación”. En una serie de  conferencias que inauguró Corral, donde hubo mesas redondas y paneles se presentó información estadística e ideas para entender la corrupción; se habló de sus redes en las contrataciones públicas; de economía del comportamiento, de competencia económica y corrupción; del papel crítico del periodismo de investigación, de la corrupción como un entramado social donde se tolera y normaliza la práctica.

También se abordó el tema de la captura de puestos y decisiones públicas para intereses privados; impunidad en la persecución penal de los delitos, y el papel crítico de las instituciones de procuración de justicia y jueces, así como  de la debilidad de las instituciones dedicadas a combatirla.

En este ámbito dura chamba tiene Andrés Manuel López Obrador y sus delegados estatales. Se van a topar,  se toparon a su llegada,    con redes de interés instaladas para arañar beneficios de cuanta obra pública se realice en los estados. No fallo si digo que algunas obras no se  programan y ejecutan en función del interés social sino de algún grupito de interés empresarial, generalmente los que están dirigiendo cámaras corporativas. Otorgar obras sin licitarlas, es ya una escuela pues los de arriba ponen el mal ejemplo. Previamente, como dice Corral, más de un gobernador coloca a sus cuates más cercanos y confiables para ellos a fin de  que operen las famosas comisiones, moches, y todo lo concerniente a los proyectos. Los secretarios no son colaboradores eficaces, íntegros, sino empleados del gobernante en turno. Al final, supone usted bien estimado lector, tenemos como resultado obras malas y caras, y no tan necesarias para el bien común. Y, por supuesto, muchos millonarios más.

Y como bien dice Corral, en ese tipo de redes hay de todo tipo de personajes: gobernantes, diputados, secretarios, jueces, alcaldes, empresarios,  proveedores, etc., con todos los engranajes de corrupción aceitados para que nada falle. Al final de todo proceso ilícito, sepa usted cómo de cada peso que los gobiernos ponen, 53 se aplican y 47 se van a los bolsillos de voraces. No en balde el dicho aquel de un político encumbrado a otro que no daba pie con bola y que estaba desesperado porque no sabía cómo aprovecharse del cargo para enriquecerse: ¡ haz obra compadre ! 

El chihuahuense acierta en su comentario al comparar la justicia estadounidense y afirmar que  de nueve gobernadores investigados por corrupción, nueve resultaron procesados. No hubo red oficial que los salvara. Aquí en México, mientras tanto, fallecemos de la risa cuando  autoridades como la PGR, ofrecen millonadas de pesos para quienes ofrezcan datos que lleven a la captura de exgobernadores criminales, cuando hasta les ayudan a fugarse y los protegen desde el mismo poder. El caso de Cesar Duarte, exgober de Chihuahua, es un ejemplo. Dilataron 5 años en hallarlo. El problema de México es que hay credibilidad mínima en el sistema político y judicial. Se perdió la confianza porque se  ha engañado a los mexicanos con la supuesta bonanza que habría con las reformas constitucionales y porque no se castiga a los defraudadores del erario, presumiéndose, como dice el pueblo, que todos se tapan con la misma cobija.

Difícilmente resultará victorioso Amlo en su cruzada contra la corrupción. Ya confesó que está “cañón” terminar con ella.  Perdonó a varios de los protegidos por Peña Nieto, y así no se puede. Nuestra sociedad, desgraciadamente, se ha acostumbrado al borrón y cuenta nueva, no le desagrada del todo la corrupción ni el enriquecimiento de sus gobernantes porque piensa que es consubstancial a los seres humanos que quieren sobreponerse a los demás. 

Habrán de crearse más leyes, capacidad nos sobra para eso pero voluntad política y amor a México es lo que nos ha faltado. Un presidente debe predicar con el ejemplo, no hacerle al cuento pues al rato sus colaboradores y todo el sistema burocrático asumirán conductas parecidas.