CONTRA EL PAVOR, LA TERCA REALIDAD

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LECTURAS

El caos es orden aún sin descifrar.

José Saramago.

Por: Noé Guerra Pimentel

Si bien lo deseable es que nadie muera, la realidad es que de una causa u otra todos vamos a morir, lo grave es que se muera por una razón prevenible y que no haga nada quien debe hacerlo, solo distrayéndonos con otras cosas y a eso me refiero hoy. Mire usted, en nuestro país, según el INEGI, las principales causas históricas de muerte durante las dos últimas décadas y en ese orden, han sido las siguientes: enfermedades del corazón, diabetes mellitus y tumores malignos -cáncer-. Según la misma fuente, durante 2015, se registraron 655 mil 688 defunciones, de las cuales 363 mil 732 fueron de varones y 291 mil 637 de mujeres.

A este respecto y más acá, con datos disponibles del 2017, encontramos que de las 703,047 defunciones registradas en México ese año, aproximadamente 40 mil más que dos años antes, y la mayoría se debieron a esas tres enfermedades que se han colocado como las principales causas de muerte entre nosotros, las del corazón que siguen matando a más gente, con un total de 141,619; seguida por la diabetes mellitus con 106,525, los tumores malignos -cáncer- 84,142; las enfermedades del hígado 38,833; las de los accidentes con 36,215; las agresiones físicas u homicidios que hace tres años sumaron 28,522; siguiéndole enfermedades del hígado con 28,400; después las cerebrovasculares con 17,881 casos y 11,140 por enfermedades pulmonares.

Comportamiento que poco cambió el año 2018, cuyas cifras duras arrojan que en nuestro México durante todo ese año murieron 722 mil 611 personas, 19 mil más, en su mayoría en la tasa de homicidios y muertes por accidentes viales, pero más o menos distribuidos de la misma manera, según los registros generados a partir de los certificados de defunción del Registro Civil, los Servicios Médicos Forenses y de los cuadernos estadísticos suministrados por las Agencias del Ministerio Público. Como datos curiosos tenemos que es sábado el día que más defunciones registra, principalmente por accidentes de transporte, mientras que marzo y diciembre son los que tienen mayor ocurrencia y la hora de mayor incidencia por accidentes de transporte son las 00 horas, seguidas por el periodo de las 8 a las 9 de la noche.

Ahora bien, a lo que iba, si recordamos la también llamada pandemia de influenza del 2009, la famosa H1N1 que hace once años a la mayoría también aterró, tuvo una incidencia registrada de 12, 645 casos confirmados con un total de 122 defunciones registradas durante los poco más de tres meses de la crisis (proporcionalmente nada si la comparamos con los cientos que, por separado, diariamente mueren por causas del corazón, diabetes o cáncer y que no se difunden), entre el 10 abril cuando se dio la primera, al 9 julio que se desterró oficialmente la amenaza, no obstante que el primer brote se dio desde el 11 de marzo, cuando empezó a cundir el pánico, cómo se recordará, en mucho como ahora, patrocinado por el incontenible amarillismo de los medios masivos de comunicación, principalmente la televisión, fenómeno que ahora se exponencia a través de las redes sociales.

Hablando del COVID-19 o coronavirus, según reportes internacionales, a inicios de la semana pasada Panamá se convirtió en el decimoprimer país de América Latina en confirmar la presencia del coronavirus en su territorio. La nación centroamericana se sumó así a Brasil, México, Ecuador, República Dominicana, Argentina, Chile, Colombia, Perú, Costa Rica y Paraguay, donde se han registrado casos, en una región de 626 millones de habitantes. Al respecto y ya para cerrar, solo decir que las cifras latinoamericanas todavía están muy por detrás de las de Asia, Europa e incluso Estados Unidos. Vale recordar que el virus llegó a la región el pasado 26 de febrero, hace casi un mes y que nuestro país, México, al sábado 21 de marzo contabilizaba un fallecimiento (con historial médico desfavorable) entre los 251 casos confirmados, los 697 sospechosos y los mil 463 que ya fueron descartados.

Ante este panorama sustentado en evidencias, la cuestión es si hay motivos reales para apanicarnos o, por otro lado, empezar a preocuparnos por los suicidios, homicidios, embarazos (en diciembre seguramente aumentará el índice de natalidad) y bancarrota que, no lo dude, traerá consigo este obligado encierro general propiciado por el temor, porque como dijera el mismo Saramago: Sería una estupidez perder el presente sólo por el miedo de no llegar a ganar el futuro.