COLIMA: EN BUSCA DEL CAMBIO (Indira, la que ha hablado más fuerte)

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Transcurrieron los registros de los aspirantes a gobernador (a) ante las autoridades electorales y alguno de ellos esbozó ideas mínimas de sus pretensiones.  Aprovecharon la ocasión para animar a sus simpatizantes y seguidores a los que expresaron  su confianza de que irán por la victoria. Esas manifestaciones de alegría, que ojalá se conserven después de los resultados de junio, lo que es de dudarse, hacen bien a la democracia.

Los ciudadanos estarán al pendiente del discurso de todos ellos, de su campaña. Se notará pronto quiénes están por el status quo y quiénes  propondrán un cambio verdadero.  Se advertirá de inmediato  qué partidos o alianzas  respetan sus  postulados  y cuáles toman como algo no muy en serio  las increíbles simbiosis que han formado.

El presente y el futuro de Colima es cosa seria. Cada seis años los colimenses pensamos que las cosas mejorarán con los gobernantes que elegimos, pero nos llevamos  sorpresas  insípidas por la forma errática en que trabajan  algunos de ellos, y lo malo de este asunto es que hemos de esperar  seis largos años para retomar un rumbo nuevo. Y el riesgo de tropezarnos con la misma piedra,  sigue estando presente a pesar de las experiencias  desagradables.  

Nadie puede negar los problemas existentes. Nos han crecido los enanos, como se dice cuando las cosas no pueden ir sino  a peor.   Termina casi un sexenio y hemos visto pocas cosas realizadas. El C5, la adquisición de ciertos predios para el servicio público, además del mantenimiento estable de servicios educativos y de salud, la construcción de un centro acuático  y el inicio de un nuevo libramiento salvan la tarea sexenal.  La lucha política entre entidades y el poder central se  recrudeció los últimos tiempos,  y este sigue prestando oídos sordos a los reclamos justos de un trato mejor en consideración a las millonarias aportaciones que hace Colima  a la Federación.  El gobierno estatal no ha tenido dinero para obras magnas.  

En relación con el proceso electoral, como probable consecuencia de ese asedio del poder central, hay voces en el sentido de que el gobierno federal ha planteado a los gobernadores donde habrá elecciones, que  podrían hacerse a un lado para el arribo de los candidatos (as) de Morena a cambio de que no serían molestados al dejar los cargos, cuestión que conociendo a algunos de los mandatarios (los que traen cola larga) podría ser posible en algunos casos   y abrirse las puertas a esa eventualidad por el temor justificado a verse obligados a rendir cuentas correctas y afrontar la justicia tras cumplir sus deberes.

Esta versión es poco creíble a jugar por el obús justiciero enviado el 1 de marzo por la candidata Indira Vizcaíno al status quo en ocasión de su registro ante el IEEC: “En las últimas décadas Colima se hundió en la delincuencia, en la corrupción y la impunidad; dejó de ser un lugar seguro y con oportunidades para todos. Ha habido, dijo “un saqueo continuo que ha provocado  que el 30 por ciento de la población colimense viva en pobreza y 20 por ciento con carencia alimentaria”. Faltaron los nombres de esos artífices del saqueo. Ojalá en campaña los   ofrezca.  

Otro punto que debo destacar del discurso de Indira es el de referirse a la elección de un gobernante que “esté a la altura de la bondad de los colimenses”. ¿Qué es lo que ha visto Indira en el gobierno local para hacer esta propuesta última? Porque ser bondadoso en el ejercicio del poder  equivale a ver por los otros como por sí mismo, a vivir y sentir los problemas de todos como propios. ¿ No ha ocurrido eso los últimos años con los gobiernos priístas?    De igual modo, las denuncias que los dirigentes del Pri han hecho contra ella evidencian que no hay entendimientos por debajo de la mesa entre el partido gobernante y Morena para entregar el poder de ese modo tan fácil.  Si fuera distinto, lo sabremos porque en Colima si alguien desea que algo no se sepa, ha de evitar  pensarlo siquiera.  

Los que han hecho poco o nada por Colima hasta hora en el desempeño de cargos públicos, no deberán pasar el examen ciudadano porque, quiérase o no, sus malas obras hablan por ellos.  Hay historiales de trabajo que identifican a unos pocos como personas comprometidas, pero hay los que se han pasado años en los congresos o en los puestos públicos medrando tan solo, a la espera de reanudar su flojedad en cualquiera otra comisión luego de terminar la anterior, y hay otros más sobre los que pesan acusaciones de haber abusado y traficado influencias desde sus cargos y no han  entregado cuentas claras. Y no pocos son hoy personas millonarias sin haber ganado una elección siquiera (Jorge Luis Preciado), ante lo cual la perspectiva más clara para Manzanillo está en Morena independientemente de que a ciertos sectores no guste la manera de gobernar ahí.   

A Colima le vendría bien un cambio, pero no solo de personas, de  partidos  o de grupos de interés. Un cambio inspirado en la justicia, en el respeto a los derechos humanos, un cambio que derive de la práctica honesta de los servidores públicos, en mejores servicios de educación, seguridad  y salud, en la atención al campo y en el impulso a las inversiones productivas, en el empleo para los jóvenes, en el combate al crimen y en la  protección a las mujeres, entre otras tareas ingentes.

La alternativa que los colimenses examinarán con lupa es la de Morena tomando en cuenta que por hoy  va adelante en las preferencias. Harán cálculos si simpatizan  con una réplica del Lópezobradorismo aquí o si, por el contrario, no desean nada de lo que se  ofrecería si ganara el poder aquí.

Valorarán si Colima  merece seguir por la misma ruta,  o si han de explorarse caminos distintos.  Sondearán, sobre todo, los resultados obtenidos por el gobierno priísta actual y si es conveniente darle el poder a una candidata  que, como Mely Romero,  tiene expediente limpio,  empaque moral e intelectual para pelear la gubernatura a partir de una campaña de propuestas y que es apoyada firmemente por tres partidos. 

O también,  si darle la oportunidad en su cuarto intento al popular Locho, cuyo carácter está demostrado de sobra para gobernar en democracia y va creciendo en aceptación. Y por otro lado, está la propuesta crítica, confrontadora y reconfortante de Claudia Yáñez, quien estará lista para pelear  la gubernatura en el 2027 con más posibilidades que hoy. Y por último, está un participante más en la persona de Virgilio Mendoza  quien es un digno contrincante de los competidores más aventajados y concentra experiencias de servicio público para estimarlas.   En total, tenemos una quinteta para escoger.

Digo por último que los candidatos (as), deben tener la inteligencia y la habilidad de convencer que con ellos es posible el cambio en Colima,  un cambio con responsabilidad que genere una humanidad diferente,  más empática, que ofrezca a cada quien lo que le corresponda y conlleve en el poder a gobernantes que amen sinceramente a su terruño y no a  intereses inapropiados.