Ciencia nuestra de cada día

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Alto rendimiento

Por: Alfredo Aranda Fernández*    

Hay actividades que requieren de la perene subordinación de la voluntad y el esfuerzo para poder rendir frutos. Hay otras que no. Hay quienes quizá por talento, circunstancia, necesidad, tradición o alguna combinación complicada de estos (y otros) factores, terminan en una situación que así lo demanda.

No nos resulta extraño, por ejemplo, enterarnos de los arduos entrenamientos y sacrificios personales (y familiares) que tienen que llevar a cabo algunos atletas para poder llegar a (medio) sobresalir. No nos costará demasiado trabajo reconocer – afirmar – que esa persona además de trabajar de manera impresionante cuenta con un “talento especial.”

No será sorpresivo enterarnos que una niña “virtuosa” se dedica seis horas (a veces más) al día a practicar el violín. Su talento y su dedicación se verán luego reflejados, si hay suerte, en grandes conciertos y múltiples reconocimientos.

Es claro que estos ejemplos involucran el talento. Muchas personas en sus actividades y ocupaciones dedican grandes cantidades de tiempo y sacrificio para salir adelante de la mejor manera posible, pero creo que es clara la diferencia: los ejemplos anteriores requieren, además, una habilidad particular. Quizá no para realizarse pero sí para sobresalir, para lograr o estar en posibilidades reales de lograr algo que no sea común.

La gran mayoría de nosotros podemos practicar un deporte y llevar a cabo actividades artísticas, algunos incluso con cierta gracia, sin embargo, para sobresalir, para poder llevar a cabo algo trascendente en esos ámbitos, se requerirá de una habilidad especial y de una dedicación absoluta.

Al talento le llamaré talento. A ese nivel de dedicación y de entrega es a lo que llamaré una actividad de alto rendimiento.

La ciencia es una actividad de alto rendimiento. Para lograr contribuir, para tener un impacto, para construir un legado científico, es necesario e indispensable una dedicación entera y absoluta. Talento también, al igual que en otras áreas de la actividad humana. El talento ayuda y es indispensable, mas no suficiente. Se requiere la capacidad y posibilidad de entregarse, por completo, a la actividad científica.

Al igual que en el deporte, los países y culturas exitosas en el desarrollo científico han diseñado estructuras que permiten a sus talentos científicos desarrollarse plenamente. Conjuntar talento y trabajo es una fórmula adecuada. Si a ello se le añaden las condiciones físicas y de sistema para que las actividades sean llevadas en un ámbito de libertad y despreocupación, los resultados se magnificarán considerablemente.

Cuando nos preguntemos cosas como (algunos lo hacen): ¿Por qué la ciencia en México no tiene impacto? ¿Por qué los científicos mexicanos no producen como en otros países? ¿Dónde están los productos y resultados de todos los investigadores de nuestras universidades? ¿De qué sirve lo que hacen? ¿Por qué no hacen más?, recordemos dos cosas: primero que la ciencia es una actividad de alto rendimiento y que como describí arriba requiere, indispensablemente, de una dedicación absoluta. Segundo, recordemos o investiguemos si no sabemos cuáles son las condiciones en las que la ciencia es creada en nuestro país.

Para no ahondar demasiado en el tema, utilizaré una tonta pero útil comparación. La situación laboral de los científicos mexicanos (en general) puede equipararse a lo siguiente: pensemos en un futbolista de alto rendimiento: un delantero. Durante los últimos 6 años de su vida (desde que tenía 14) se ha dedicado a entrenar y capacitarse específicamente como el mejor delantero que pueda ser. Logra entrar a un equipo profesional y le dicen “muy bien, ya llegaste a este nivel de formación. Ahora necesitamos que hagas lo siguiente: divide tu tiempo de entrenamiento para que puedas ayudar a cortar el césped, coser las camisetas, participar en la venta de los boletos, limpiar el estadio después de cada partido. Será importante también que cuides muy bien las zapatillas para que te duren toda la temporada (si se puede dos, mejor). Recuerda que debes dedicar tiempo para ayudar en el entrenamiento de las fuerzas básicas y ayuda a promover la imagen del equipo en la sociedad. Ah, y más te vale que mantengas un promedio de goles aceptable, que para eso te formaste y contratamos.”

No dudemos que nuestro delantero logre hacer alguna de estas cosas, incluso meter goles. Lo que sí podemos asegurar es que nunca llegará demasiado cerca de dónde pudo haber llegado si le hubieran permitido enfocar sus habilidades y echar mano entera de su preparación y dedicación. Lo irónico del asunto es que de haberlo logrado, la contribución a su equipo sería mucho mayor a la que está dando.

No todo es oscuro. La ciencia mexicana existe a pesar de muchos problemas y ha logrado establecerse cada vez más en más lugares. Es verdad que hace falta mucho y que poco se logrará si no hacemos algo por ir organizando mejor la estructura en la que los científicos estamos inmersos. Si lo logramos entonces empezaremos a ver el verdadero impacto de hacer ciencia como país.

 

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*Coordinador General de Investigación Científica de la Universidad de Colima.