Chile conmemoró con disturbios y reclamos los 40 años del golpe de Pinochet

0

MILENIO

Chile.- Chile conmemoró ayer miércoles 40 años del golpe de Estado que instaló la dictadura de Augusto Pinochet, con enfrentamientos con la policía en barrios periféricos, reclamos de cambios y una profunda y dura revisión de su historia.

La jornada arrancó y finalizaba con disturbios en barrios periféricos de Santiago, antiguos bastiones de oposición a la dictadura, donde manifestantes levantaron barricadas y se enfrentaron con la policía.

Trece policías resultaron heridos en los disturbios, entre ellos el general Rodolfo Pacheco, jefe de la zona metropolitana oeste de Carabineros (Policía militarizada), quien sufrió “una contusión cerebral”, y fue trasladado al hospital de Carabineros esta noche según la policía.
Pacheco recibió en el municipio de Cerro Navia una pedrada en su rostro que casi le compromete un ojo.

Una general de esa institución, que no se identificó, señaló a los periodistas en el frontis del hospital que Pacheco se encuentra “de mediana gravedad, con una contusión cerebral”, pero sin riesgo vital. Tres autobuses públicos incendiados y una docena de detenidos se sumaban a 68 arrestados y a cinco vehículos quemados de la madrugada.

La misma oficial señaló que al mismo recinto asistencial llegaron otros nueve policías, entre ellos varios oficiales heridos por perdigones y arma blanca. También se informó de al menos cinco policías más heridos en diversas poblaciones de Santiago. Según versiones radiales, uno de ellos fue atacado con ácido, mientras los restantes fueron heridos con perdigones.

Se indicó que en la población Santa Adriana, una barriada humilde, se escucharon ráfagas de ametralladora mientras un supermercado sufrió el ataque de una turba. Carabineros maneja un número de al menos 70 detenidos a nivel nacional debido a los enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas del orden.

Al menos dos cuarteles de la Policía fueron atacados esta noche en la capital chilena y tanquetas recorren la ciudad vecina de San Bernardo y también las calles de la combativa Villa Francia, situada a unas 30 manzanas del centro de la capital chilena. En esta última zona fueron atacados los periodistas con piedras y disparos, tras lo que debieron correr con el fin de parapetarse detrás de los vehículos policiales.

Versiones radiales informaron de al menos tres microbuses de la locomoción colectiva y otros dos vehículos particulares incendiados, y diversas zonas de Santiago sin energía eléctrica debido a las cadenas que los manifestantes han lanzado al tendido eléctrico provocando cortocircuitos.

Debido a la quema de neumáticos en diversas autopistas de Santiago, y al apedreo de vehículos, los autobuses del Transantiago suspendieron el servicio. Chilectra ha señalado que sus hombres trabajan esforzadamente para reponer la energía que ya afecta a cerca de cien mil usuarios en todo Chile.

En paralelo, un millar de personas se reunieron en las afueras del Estadio Nacional de Santiago para encender velas en recuerdo de las 3,200 víctimas y 38 mil torturados que dejó la dictadura.

Con claveles rojos y fotos de personas desaparecidas, recordaron también a los cerca de 40 mil prisioneros políticos trasladados a este lugar tras el golpe que derrocó al gobierno del socialista Salvador Allende.

Al caer la noche, grupos de personas se reunieron en las afueras del recinto deportivo, ubicado en la comuna de Ñuñoa, en Santiago, donde fueron detenidos más de 40 mil prisioneros políticos tras la instalación de la dictadura de Pinochet, el 11 de septiembre de 1973.

Con velas en el piso, claveles rojos y fotografías de las víctimas que aún permanecen desaparecidas, familias enteras rindieron homenaje a los cerca de 3,200 ejecutados o desaparecidos durante los 17 años de dictadura de Pinochet, cuando se cumplen 40 años del derrocamiento del mandatario socialista Salvador Allende.

Instalados en las afueras del recinto pero también en la cancha y las graderías, todos mantenían un sentimiento de recogimiento por aquellos doce mil torturados en este lugar, a donde el régimen trasladó inicialmente a los prisioneros políticos, según cifras de Amnistía Internacional.

En las paredes del recinto deportivo un cartel decía: “somos los nietos e hijos de quien no pudiste matar”, mientras que un grupo de personas colocaron zapatos de plástico transparente con velas en su interior, para simbolizar a los desaparecidos. El encendido de velas o velatón del Estadio Nacional se realiza todos los años, aunque esta vez, por tratarse del 40 aniversario, concurrió más gente de lo habitual.

Las protestas son tradicionales en esta fecha, cuando en barrios pobres de Santiago pobladores expresan su descontento pero también saquean comercios, en una mezcla de protesta política y delincuencia.

Para enfrentar estas situaciones, se dispuso el despliegue de ocho mil agentes policiales en Santiago, mientras que colegios, servicios públicos y el comercio cerró sus puertas más temprano de lo habitual, y el centro de la capital lucía casi vació.

La conmemoración encontró a Chile en medio de reclamos de cambios al sistema político y económico, herencia de la dictadura. El modelo neoliberal instaurado por Pinochet ha logrado que Chile tenga una reconocida estabilidad económica pero con una enorme desigualdad tras la privatización de la educación, la salud y las pensiones, mientras que en términos políticos, legó una democracia poco representativa.

“No son solamente los movimientos sociales los que han dicho basta en 2011, en 2012 o en los años que vienen, sino que ésta es una lucha por la libertad de los pueblos que se viene desarrollando desde hace mucho tiempo”, dijo a la AFP el estudiante Gabriel González.

Los estudiantes iniciaron sus movilizaciones hace dos años para acabar con el sistema educativo instaurado por Pinochet, exigiendo educación gratuita y de calidad como la que había con Allende.

“Allende se habría sentido orgulloso de ver los estudiantes en la calle, exigiendo esa educación de calidad y gratuita”, dijo su hija Isabel, senadora del Partido Socialista, durante un acto de homenaje realizado ante una estatua en honor de su padre, hasta donde llegaron cientos de personas.

La fecha estuvo precedida de una profunda revisión del contexto político y de la represión a los opositores durante la dictadura, en programas de televisión, teatro, prensa y otras artes, amplificada en las redes sociales, sobre todo por jóvenes.

“Si comparamos este 40 aniversario con el aniversario número 30, no vimos esta eclosión de debates, de reflexión, de documentales y con alto nivel de interés”, dice a la AFP el politólogo de la Universidad del Pacífico, Patricio Guajardo.

“Hay una generación de los nietos de los protagonistas del 73 que se están atreviendo a preguntarle a sus abuelos qué pasó y por qué pasó lo que pasó, y reclaman su derecho a saber y a juzgar de acuerdo a su parámetros morales”, dijo por su parte a la AFP el politólogo Cristóbal Bellolio.

El presidente Sebastián Piñera, el primer mandatario de derecha en llegar al gobierno tras el fin del régimen militar en 1990, se desmarcó de la posición del sector político que representa.

Tras una ceremonia religiosa en La Moneda, bombardeada durante la asonada golpista, Piñera reiteró su condena a los responsables directos de la violación de los derechos humanos pero “también de los que pudiendo haber hecho más, porque tenían cargos de responsabilidad, influencia o investidura y simplemente no lo hicieron”.

Anteriormente, calificó de “cómplices pasivos” a políticos de la dictadura y criticó el papel de la prensa oficial de la época y al Poder Judicial, mientras que en una entrevista con la revista Time acusó a Allende “de no respetar los principios democráticos básicos”.

Piñera reiteró hoy sus críticas y dijo que “llegó el tiempo, después de 40 años, no de olvidar, pero sí de superar los traumas del pasado”. La conmemoración tiene lugar también en un año electoral, en el que la oposición de centro-izquierda ha sacado ventajas del pasado que la confrontó a la cruenta dictadura de Pinochet frente a una derecha que la apoyó.

La ex mandataria socialista Michelle Bachelet, hija de un general asesinado por la dictadura y víctima ella misma de torturas, es la favorita para adjudicarse la elección del 17 de noviembre.

Bachelet ha sido parte central de las conmemoraciones, y su contrincante de derecha, Evelyn Matthei, hija de un exmiembro de la junta militar de Pinochet, ha permanecido casi ausente.

Durante la dictadura que encabezó el general Augusto Pinochet entre 1973 y 1990, según cifras oficiales, unos 3,200 chilenos murieron a manos de agentes del Estado, de los que unos 1,200 están aún desaparecidos, mientras unos 38 mil sufrieron la prisión y la tortura por causas políticas.