CATÁSTROFE HUMANITARIA (Y política)

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

El  presidente Andrés Manuel López Obrador se pronunció ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en contra del acaparamiento de vacunas por parte de los países desarrollados y para exhortar a que el acceso al antídoto   sea más equitativo en la comunidad internacional. Previamente, Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, había expresado el sentir de la nación ante esa situación de desigualdad y afirmado  que “debe fortalecerse las cadenas de suministro que promuevan y garanticen el acceso universal a las vacunas”. 

Los embarques de vacunas se han retrasado los últimos meses  por falta  de producción pero también porque  ha habido un acaparamiento de la vacuna por parte de los países ricos. Diez naciones muy poderosas se han quedado con casi el 80 por ciento de las vacunas en detrimento de países subdesarrollados y de economías emergentes como la de México.

Por la carencia  de vacunas suficientes pareciera, al juzgar de muchos críticos,  que el gobierno mexicano se durmió en sus laureles y no contrató a tiempo con las farmacéuticas su dotación a escala conveniente para cubrir en un tiempo corto su aplicación masiva. Sobre todo la oposición más ultra, piensa hoy que el régimen ha sido errático en los trámites de adquisición e incluso ha alegado que al darse prioridad a los tres proyectos estratégicos del régimen ( Tren Maya, Aeropuerto Felipe Angeles y Refinería Dos Bocas), no hubo dinero comprometido a tiempo para la compra del producto.

Pero por lo pronto, México enarbola la bandera de la igualdad al proponer López Obrador   un freno a la discriminación contra los más de ciento veinte  países a los que no les ha llegado una sola dosis. Esto es una calamidad  o mejor dicho una catástrofe,  una prueba moral para la humanidad, como expresó el secretario general de la ONU Antonio Guterrez.   Aunque también hay motivos para pensar que la eficacia política en la instrumentación de decisiones también significa salvar vidas humanas.  

Es así que Marcelo Ebrard, para frenar especulaciones sobre supuestas políticas erráticas en el manejo de la pandemia, informó de la compra  de 234 millones de dosis de cinco vacunas diferentes. Se trata de 77,4 millones de dosis de AstraZeneca, 35 millones de CanSino, 34,4 millones de Pfizer, 10 millones de Sinovac y 24 millones de la Sputnik V. A eso se suma un contrato de dos millones de dosis adicionales de AstraZeneca producidas en India, que hizo posible el envío del fin de semana, y 51,5 millones de dosis adquiridas a través del mecanismo Covax, una iniciativa multilateral para que los países con más recursos financien el desarrollo de vacunas y subvencionen la compra por parte de países que no están en posibilidades de hacer tratos directos con las farmacéuticas.

Considérese a nuestro país como  uno de los primeros países en conseguir dosis, pero  que no está dentro del grupo de potencias capaz de desarrollar su propia vacuna con la urgencia que exige la pandemia, dijo Ebrard. En abril, empero,  la Cancillería presentó una resolución ante la ONU para que el acceso a medicamentos, vacunas, equipo y materiales médicos contra la covid-19 sea equitativo. Tuvo apoyo de 164 países, aunque hubo excepciones notables, como Estados Unidos.

Es importante que el gobierno mantenga la visión estratégica de acelerar la aplicación de vacunas en todo el territorio nacional, dando prioridad a adultos mayores y prosiguiendo con los habitantes de los núcleos urbanos, que son los que aportan el mayor número de decesos.

Es vital descentralizar decisiones desde lo alto y alentar  que las entidades federativas, que no son enemigas de la Federación, participen y cooperen en la vacunación una vez que lleguen más dosis. Los gobernadores tienen responsabilidad y quieren cooperar. Permitirlo, no es ceder poder de la presidencia de la república como alguien pudiera creer, sino aliviar una crisis sanitaria nunca vista antes      

Si bien los números marcan un retroceso en los contagios y en las muertes y se ignora en cuál ola estamos, si en la segunda o la tercera,  aún no se advierte con claridad el fenómeno en su etapa regresiva. Los colores del semáforo resultan a veces incomprensibles en los cambios que dan, sobre todo en nuestra entidad, que sufre la pérdida de vidas humanas todos los días en  cantidad preocupante. Nomás van más de 1,100 muertes y no paran los contagios.

Bien por el gobierno del presidente Amlo  clamando justicia en el foro ya referido. Se extrañaba su voz. Es importante que el presidente tenga una participación más frecuente en esas asambleas donde se debate la suerte de la humanidad en buena medida. Que no se lo deje todo a Ebrard, que harto hace en ese ambiente.

Digo por último que como habitantes del planeta, tenemos el derecho de acceder a beneficios tendientes a proteger la vida de todos. Hemos de terminar con la discriminación y sustentar los reclamos de igualdad poniendo sobre la mesa de las discusiones la alta prioridad de ver todos juntos por el progreso de la humanidad, sin desigualdad ni vacilaciones.