CANEL-O  ÁLVAREZ  vs DÍAZ-CANEL

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Era un hombre a una nariz pegado
Era una nariz superlativa. . .

Por José Díaz Madrigal

Con estas frases comienza el satírico soneto: A una nariz, del escritor Francisco de Quevedo del tiempo del Siglo de Oro en la literatura española. Las línea antes mencionadas, vienen a tema por la indeseable visita del narizón dictador cubano Díaz-Canel a nuestro país; convidado por el presidente López Obrador como huésped especial para los festejos patrios. Tal pareciera que el ingenioso soneto de don Francisco, compuesto hace 400 años, estuviera dedicado a la narizota del tirano Díaz-Canel.

Por definición un tirano es quien gobierna con crueldad, abusa de su autoridad sin permitir la libertad de la ciudadanía, mucho menos la democracia. Por contactos cubanos que viven en la isla, que les toca padecer el día a día, mencionan que para ellos Cuba es una prisión grande rodeada de agua. Para poder viajar de una ciudad a otra dentro de la misma isla, deben pedir permiso a la policía, para poder conseguir alimentos es necesario hacer largas filas con libreta de abastecimiento, para tener derecho a una ración de arroz, pollo o de algún malísimo jamón. En el mes de julio hubo protestas masivas del pueblo cubano, contra la tiranía de Díaz-Canel, principalmente porque no hay comida; pero no existiendo libertad de manifestarse, estas protestas fueron reprimidas violentamente.

Ahora que estuvo el de la nariz superlativa en el desfile del 16 de septiembre, en la ciudad de México; cuando le cedieron el uso de la palabra, con el clásico acento de voz gorda propia de los dirigentes de habaneros; levantó la prominente nariz y empezó su perorata. Primero para agradecer al tabasqueño la invitación, después vienen palabras de elogio al antiguo pueblo azteca, luego la denigración a los conquistadores y a lo que huela a España. Le siguió de corte  con datos de la independencia mexicana, sobresaltando el valor de la libertad del pueblo; en este episodio, figurativamente parecía que más le crecía la nariz por las mentiras que estaba diciendo -como Pinocho-. Ya en el México independiente, exaltó la cercanía que hubo en diversas épocas entre las dos naciones, Cuba y México. Lo que no dijo es que esta relación, disminuyó significativamente desde la sanguinaria llegada de los comunistas a Cuba, terminando con la libertad de los cubanos.

A que le tira el ejecutivo mexicano en arropar a dictadores. En el pasado, presidentes como Echeverría y López Portillo; se sentían envalentonados defendiendo a Fidel Castro. Jolopo decía con su conocida altivez y arrogancia: lo que le hagan a Cuba, se lo hacen a México. Obvio que esas declaraciones no les gustaba a los gringos, amantes de la libertad. Como resultado nos fue de la patada por estas y muchas tonterías en esos dos sexenios, los presidentes que le siguieron a Portillo, le tuvieron que bajar de cojones -aludiendo al dicho cubano-. En lo sucesivo cuando se referían a Castro era nomás de lejecitos, ya no se ponían tan flamencos abogando por el barbudo como lo hicieron Echeverría o López Portillo; bien sabían que era una regada defender al tirano multiasesino.

Quizás piense el de Macuspana, que es él un gran estadista intercediendo por Díaz-Canel ante los estadounidenses. Para ser estadista, se necesita ser un personaje equilibrado como gobernante. Abiertamente se nota más juicioso con calidad de hombres de estado, al comisario ejidal de Los Ortices o de Piscila que el mismo presidente de México. Diplomáticamente que caso tiene cucar a nuestro mayor socio comercial y lugar en el que viven millones de mexicanos, apoyando a regímenes obsoletos y corrompidos como el cubano.

En definitiva, hubiera sido mucho mejor visto por la mayoría, que hubiera invitado a un mexicano distinguido; como es tradición en otros países, que hacen reconocimiento público a su gente valiosa del momento. Es preferible homenajear a personas sobresalientes, en la ciencia; a los que se la rifan por el prójimo o el desvalído, a deportistas famosos de actualidad, como es el caso del Canel-o  Álvarez, el mejor boxeador mexicano de todos los tiempos.

El Canelo Álvarez, es sin duda un deportista querido en nuestro país, sobretodo por su gran sencillez. Aparte de lo exitoso que ha sido arriba de los cuadriláteros y que aún con tanto triunfo en su carrera profesional, no ha perdido piso en su manera de ser. Es jalador con la gente, se mantiene sensato lejos de la fanfarronería de algunos boxeadores que triunfan, o personajes que apenas se suben a un ladrillo y se marean.

El presidente López Obrador, utiliza su mano izquierda o su izquierdismo para difamar a sus opositores y, para golpear a instituciones que funcionaban, no a la perfección pero caminaban; ahora ya no funcionan y las que funcionan, caminan a paso de tortuga. En cambio el Canelo Álvarez, utiliza su mano izquierda para golpear el hígado del adversario hasta que lo tumba.

En una ficticia pelea entre Díaz-Canel y el Canel-o  Álvarez, para ver quien de los dos iba a ser mejor recibido por el público mexicano, como invitado de honor en las fiestas patrias; es de imaginar la ráfaga de golpes propinados a velocidad de relámpago por el imparable Canelo, rematando hasta derribarlo con un contundente izquierdazo de gancho al hígado; acabando con el izquierdo-comunista de Díaz-Canel. . . Los mexicanos, preferimos al mexicano.