BARTLETT ENSUCIA LA 4T

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Fíjense ustedes que, como muchos mexicanos,  creí  que el barrido de escaleras de arriba hacia abajo que haría el presidente López Obrador contra la corrupción, ocurriría sin pasarse ningún escalón.  Han pasado los meses y todo fue invención puesto que hay políticos enriquecidos del gobierno pasado que andan campantes por tierras europeas y estadounidenses gastando lo que impunemente le robaron a los mexicanos, y hay por ahí, en la 4T, ensuciándola, verdaderos malandrines que  son apenas molestados por sus andanzas ilegales.

López Obrador se  reafirmó como un paladín de la justicia, pero en el discurso. Hay al menos sospechas fundadas del mal hacer de papá  y mamá Bartlet, de su hijo León  (que sí es un león para el dinero, pues ha acaparado contratos sin licitaciones en dependencias diversas hasta por 160 millones de pesos ), del propio Ricardo Monreal  y su familia  dueña de medio Zacatecas, de Anita Guevara de la Conade quien, al parecer, no es solo hábil para correr sino para otras cosas más. Y si hurgamos más, más hallamos.

Y es que en este régimen, el otorgamiento de obras sin licitación se volvió costumbre. Supera ya al peñato en esta práctica. Esto es horrible, horrible. Cuando votaron por nuestro presidente, los ciudadanos creyeron que iría a fondo contra la corrupción y la impunidad, pero es visible que celebró pactos con los expresidentes y sus equipos. Los ha perdonado, pero los mexicanos a él no lo perdonarán y lo acusarán de complicidad por su negativa a enjuiciarlos. Se la cobrarán en las urnas a su partido Morena.

El caso Bartlet apesta pues a corrupción e impunidad, a tráfico indebido de influencias y a nepotismo. El añoso y mañoso  político Manuel, carga en su expediente laboral un negro historial, y me pregunto  cuál es el débito de Amlo respecto a él como para permitirse el “quemadón” a su régimen.  El Estado  hizo rico a Bartlet  y a su concubina que no es su concubina, y ahora a su hijo con su notoria intervención. La Secretaría de la Función Pública, al cancelar el caso contra el matrimonio, me hizo recordar el asunto de la Casa Blanca. Igualito. Su homologo en ese entonces,  Virgilio Andrade, actuó de comparsa, de  tapadera  al igual que Eréndira Sandoval, secretaría de la FP,  que seguramente repetirá el numerito exculpatorio con el leoncito.

En el tema casa blanca, hubo  un meme que me arrancó la risa pues EPN  fue acusado tan solo por Andrade de cometer  un delito, el de ser “demasiado guapo”. ¿ De qué acusarán a Leoncito?.Sin duda,  farsas como estas debilitan a cualquier gobierno porque son una burla a los sentimientos y al deseo de justicia que anima en los mexicanos al oler la fetidez.

López Obrador necesitará un millón de escobas y unos 100 años más para barrer la suciedad de la república. Está apretado su mandato por el tiempo. Hay muchos asuntos pendientes que no permiten asegurar que la justicia está garantizada. Casos   pendientes hay, como  el de Karime Macias,  el de César Duarte, el complicado  Odebrecht, el de Ruiz Esparza,  o el de Eduardo Medina Mora, el ladronzuelo ex empleado por Peña para proteger sus intereses en la SCJ.  Y el de todos los expresidentes, que deberían pagar sus culpas y no ser perdonados por sus estropicios al país.  Y no faltan en esa lista algunos  exgobernadores,  a los que se deben ajustar cuentas porque  se enriquecieron impunemente. Están muy sucias las escaleras del país. Ya basta de amenazas de la Unidad de investigación hacendaria. Ya se cansaron las graderías del bla,bla.

El barrido debe llegar también hasta los estados, donde suceden verdaderos milagros económicos ya que en corto tiempo gobernadores y funcionarios de todos los partidos llegan con una mano atrás al cargo y mágicamente  salen convertidos en multimillonarios, con inversiones, mansiones y ranchos por allá y por acá y con segundos y terceros frentes en el amor a pesar de ser muy feos. Todos, sin excepción, se dicen ahorradores. Yo les llamaría de otro modo.  Llégales a esos también, presidente. Y ahí sí, casi te reelegimos.

La corrupción es y seguirá siendo un delito  condenable  porque revela la falta de ética de servidores públicos y  es un ejemplo palpable de la ilegalidad en la que se vive. México tiene que  limpiar sus instituciones. Quitarles el cochambre y convertirlas en aliadas de los ciudadanos. Retardar esta acción noble tapará el camino de la renovación para seguir adelante en el propósito de elevar los niveles de ética  en la función gubernamental y llegar a la justicia verdadera.