¡AYÚDENME, QUIERO ESTAR EN LA CÁRCEL!

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Análisis Político

Por: Abel González Sánchez

La semana pasada en la caseta de vigilancia al ingreso del Centro de Reinserción Social de Colima, sucedió un hecho lamentable, de reflexión y que vale la pena darlo a conocer a la sociedad colimense, para que analicemos todos juntos la descomposición familiar estatal y nacional que afecta sensiblemente a la multiplicación del vandalismo, la delincuencia y la inseguridad pública, pues se acercó un joven angustiado y desesperado para pedirle un favor al guardia de seguridad del CERESO, le dijo, señor ¡Ayúdenme quiero estar en la cárcel!, ¿Con quién puedo hablar para que me encarcelen?, -Disculpa pero la mayoría quiere salir de aquí- ¡Yo quiero estar mejor adentro!….es que mi familia me corrió de la casa y mis familiares no me quieren ayudar, nadie me hace caso, no tengo a donde ir a dormir y no tengo trabajo.

Este penoso hecho sucedió y casos similares ocurren seguido, así lo informó José Abel Saucedo Romero, Director General de los CERESOS a un grupo de empresarios encabezados por el presidente de la CMIC en la entidad, Jorge Molina durante un recorrido para observar los trabajos de la industria penitenciaria al interior del Centro de Reinserción a invitación del nuevo patronato que desea incrementar el empleo de los internos en la elaboración de prendas de vestir, calzado, trabajos de carpintería, herrería y construcción, asistió también el Secretario de Seguridad Pública, Hugo Vázquez Colorado.

Pero volviendo al tema del joven abandonado por sus padres, deberíamos hacer un alto para valorar más a fondo la problemática en torno a la inseguridad, y asumir todos juntos y cada quien su responsabilidad, antes de que sea demasiado tarde, pero deberían involucrarse más las organizaciones sociales, empresariales, gobernantes de los tres niveles; federal, estatal y municipales con objetivos precisos, porque en cientos de colonias están ocurriendo hechos similares y por irresponsabilidad familiar los lanzan a la calle en lugar de canalizarlos o apoyarlos para su tratamiento, cientos de ellos se dedican a robar en las calles y están perdidos en la vagancia, encarcelados o dedicados a la delincuencia.

¿SABE UD. QUÉ HACER SI SU HIJO SE DROGA? De acuerdo a estudios recientes cerca del 78% de los padres que tienen hijos con problema de adicciones no saben que sus hijos consumen drogas, y cuando se dan cuenta es porque su consumo es más frecuente, ya van en etapa avanzada, provocando problemas de comportamiento, de rebeldía, de encierro en sus habitaciones, de su repentina reprobación escolar, abandono del estudio o del trabajo, y cuando se entera la madre o el padre, menos podrán saber qué hacer para resolver el problema, porque empiezan los insultos, los golpes, estallando así un grave conflicto familiar provocando enfrentamientos y violencia entre las parejas, culpándose unos a otros y decidiendo equivocadamente mejor correrlos de sus hogares, o simplemente ellos mismos huyen de sus casas por amenazas, presión y falta de orientación profesional de psicólogos en adicciones tanto a padres como a los adictos.

Los estudios serios de los especialistas aseguran que salir de las adicciones es un problema complejo si la etapa es avanzada, el camino de la desintoxicación no es fácil y de poco o nada servirán las mentadas de madre, los golpes o el lanzamiento a la calle de los adictos, esto es es más bien deslindarse inhumanamente de un problema que les corresponde resolver a la propia familia principalmente, para no perderlos para siempre, porque sus hijos entonces serían parte de la estadística de la prostitución, de los desaparecidos o detenidos por robo o de los miles de internos del CERESO.

Por tal motivo urge hacer conciencia a las familias cuyos hijos tienen problemas de adicciones en los diferentes municipios, pero también de las instituciones encargadas de la prevención del delito, de las áreas de apoyo social y de salud de los tres niveles de gobierno para que también tengan conciencia que la problemática de la violencia y de la inseguridad proviene precisamente por una falta de coordinación más adecuada y más objetiva.