AMENAZA SANITARIA

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana.

Se ha dicho  que la pandemia evidenció no solo carencias sanitarias en los países  al margen de sus  capacidades, sino crisis  dinámicas  y perjudiciales en sus sistemas de salud,  lo que ha ocasionado muertes en mayor número a las esperadas. Naciones poderosas como Estados Unidos   vieron como morían personas infectadas ( Nueva York, por ejemplo) sin que la ciencia pudiera hacer algo rápido para proteger a su población ante tal evento.

Hoy, la India se debate en grandes dificultades como consecuencia de la desatención y de errores  de su gobierno, que dio por hecho en febrero pasado que la pandemia estaba controlada y permitió la movilización de su población y las consabidas reuniones religiosas. Así, la gente comenzó a morir cayendo como moscas. Van más de 300 mil caídos. Téngase en cuenta que este país, de 1,300 millones de habitantes, tiene niveles de pobreza similares a regiones africanas subdesarrolladas. Quizás esta realidad le haya forzado a decir al director de la OMS, Tedros Adhanom, que el mundo necesita “un replanteamiento fundamental de lo que la humanidad entiende por seguridad sanitaria mundial”.   

El mundo ha de dar gracias, sin embargo, a la gran escalada científica que en menos de un año desarrolló vacunas confiables basándose en distintos antígenos, pero las mutaciones obligaron a multiplicar esfuerzos para no quedarse atrás. El coronavirus, derivado del  sars- cov 2,    registra cientos de mutaciones y hay cepas que pueden resultar muy peligrosas y anular en corto tiempo los avances logrados en la vacunación. Por fortuna, las nuevas cepas no pueden hacer nada contra los vacunados. 

Tedros advirtió que el mundo no presenciará la última amenaza de una pandemia, “es una certeza evolutiva que habrá otro virus  con el potencial de ser más transmisible  y más mortal que el actual”. No se puede, dijo, construir un mundo más seguro de arriba hacia abajo sino que se debe construir desde cero. Las epidemias no comienzan  en las grandes ciudades  ni en ninguno de los corredores de poder del mundo, empieza en las calles,  deriva de las privaciones y hacinamientos, en los hogares sin comida, en las comunidades  sin acceso a trabajadores de la salud y en pueblos y clínicas  donde se carece de agua potable y electricidad.   “Si protegemos primero a los más vulnerables, todos ganamos”.

Una gran verdad que dijo el director de la OMS es esa última. El mundo no podrá prosperar si hace oídos sordos a los riesgos que corre por olvidarse de los más pobres. Hoy, naciones poderosas tienen vacunas para dar y prestar, para reserva, y hay países donde su aplicación ha sido mínima.  Ese olvido debe producir reflexiones sobre la injusticia que se vive en regiones pobres, sobre el peligro que vive el mundo cuando se piensa que las pandemias no llegarán a países ricos solo porque lo son.  Si alguien se queda atrás, advierte Tedros, todos quedan retenidos”.

La advertencia de la OMS es un grito a tiempo sobre el colapso humanitario que se avecina si los países no se organizan bajo esa lógica de que en el barco de la humanidad vamos todos, ricos y pobres. Si estos son víctimas fáciles en una pandemia, eso no elimina riesgos para los que tienen todo.

Para México, es también un análisis obligado este tema.  No se valen distracciones en los altos mandos de salud ni soluciones salpicadas de intereses políticos o electorales. Ahora que la pandemia está bajando, es tiempo de rehacer el sistema sanitario, contratar y capacitar a más médicos y enfermeras, planear mejor las acciones, educar a la gente sobre cuidados de la salud personal y prepararnos desde hoy a una explosividad del virus actual o de los nuevos que quizás se asomen pronto. Y para América, cuenta también esa advertencia; ha sido casi un millón de muertos los que registra la contabilidad   fatídica.

Es deseable que las naciones ricas hagan a un lado su egoísmo ancestral, su individualismo a ultranza y piensen en una humanidad igualitaria, más libre y más sana, con más oportunidades de ingreso. Tienen que dejar de expoliar a los débiles para que estos generen autonomía, independencia,  progreso, una nueva mentalidad, pero no estaría mal que también les pidieran perdón por los males que les han causado durante varios siglos.  

Está un reto por delante, el de no permitir una tercera ola que, de plano, nos perjudicaría muchísimo. Las entidades deben actuar con inteligencia y prontitud para evitar retrocesos, ha costado mucho esfuerzo estructurar  el plan de vacunación y movilizar a los trabajadores de la salud como para permitir que todo se venga abajo por falta de cuidados.