AL VUELO

0

Sobre decir la verdad en política

Por Rogelio Guedea

Hay un consenso, por lo menos en las sociedades donde la política está evidentemente degradada, que indica que en el arte político es fundamental la mentira. El político, para sobrevivir, tiene que esconder, entonces, lo que piensa, no decir lo que siente o decirlo en el sentido contrario, actuar a la inversa de sus intenciones, pontificar sobre deseos que no tiene y promesas que no está dispuesto a cumplir. Etcétera. Se ha enraizado tanto esta idea sobre la necesidad de mentir que ya todos consideran la mentira una condición sine qua non del buen político. En nuestro país, por ejemplo, se han llegado incluso a premiar las corruptelas políticas con calles, homenajes, importantes puestos públicos y protección del mismo Estado, dejando a la deriva a políticos honestos y bienintencionados. Hay una anécdota hebrea que ha servido a intelectuales y filósofos para ejemplificar este desvarío ético: aquella en la que Isaac y Benjamín se encuentran un día en la calle y el primero le pregunta al segundo que a dónde va. Benjamín le contesta que “a Cracovia”. Isaac se enfada y le replica: “¡mentiroso! Me dices que vas a Cracovia para que yo crea que vas a Lemberg, pero yo sé muy bien que vas a Cracovia, ¿para qué mientes?”. Ya no creemos, pues, ni la verdad porque estamos convencidos del monopolio de la mentira. O tal vez ya no queremos escuchar verdades, que sería lo peor, sino mentiras, por estar la verdad tan desacreditada. En la sociedad “informada” en que vivimos (que no es lo mismo que decir formada, pero bueno), la verdad se abre como único camino para el próspero cumplimiento del destino ciudadano. Por eso hoy, lo políticamente correcto no es esconder lo que pensamos, no decir lo que sentimos o decirlo en el sentido contrario, actuar a la inversa en nuestras intenciones o pontificar sobre deseos que no se tienen y promesas que no se cumplirán, no, lo políticamente correcto es decir la verdad. Esta es, en la actualidad, al menos en la actualidad de las sociedades rezagadas social y políticamente, la mayor exigencia ciudadana.  

[email protected]

@rogelioguedea

www.rogelioguedea.com