AL VUELO

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Spinoza y el deber de todo régimen político

Por Rogelio Guedea

Más allá de que la obra del filósofo holandés Spinoza fue considerada “profana, atea y blasfema”, porque atentaba contra la fe y denigraba la “autenticidad de los milagros”, el famoso autor de la Ética dejó teorías políticas cruciales para entender (a la luz del mundo contemporáneo) conceptos clave sobre la función de los regímenes políticos (y del Estado, principalmente), cuyo propósito era –según Spinoza- “proteger al individuo para que éste pueda desarrollarse libremente”.  Una sociedad sin libertad es una sociedad condenada al fracaso, llena de individuos afectados por el miedo y la opresión. Aunque en su tiempo las ideas políticas de Spinoza fueron consideradas irrealizables, por rayar el utopismo, hoy su praxis forma parte sustancial del pensamiento de las democracias liberales del mundo occidental. Donde Spinoza verterá sus ideas más trascendentes de su filosofía política será en su Tratado teológico-político, que surgió –o se gestó- precisamente durante los años de la guerra entre Holanda e Inglaterra, como una necesidad de explicarla desde una dimensión filosófica. Como la guerra es la circunstancia que atenta más contra la libertad de los hombres, la propia soberanía que tienen de regirse a sí mismos, el tema de la libertad se convirtió en una de las inquisiciones más importantes de Spinoza, así como el deber que debían cumplir los regímenes políticos para no extinguir este derecho humano. Escribe Spinoza: “El objetivo último de la instauración de un régimen político no es la dominación ni la represión de los hombres, ni su sumisión al yugo de otro hombre. El propósito de tal sistema es el de liberar al individuo del miedo, de tal modo que cada uno pueda conservar al más alto grado su derecho natural de vivir y actuar (sin perjuicio de sí mismo ni de otros). No, repito: el propósito no es el de transformar a los seres racionales en bestias o autómatas (…) sino el de permitirles desarrollar, en una seguridad perfecta, las funciones de su cuerpo y de su espíritu. Estarán después en capacidad de razonar libremente, y no se enfrentarán con las armas del odio, de la cólera y de la astucia, y se tratarán uno a otro sin injusticia. Dicho brevemente, ¡el objetivo de la organización en sociedad es la libertad”. Spinoza murió el 21 de febrero de 1676. La leyenda cuenta que su doctor de cabecera, el Dr. Meyer, cleptómano, le robó unas monedas que había en la mesa y un cuchillo de plata. Su biblioteca, que constaba de 160 libros encuadernados en piel–algunos dicen que apenas llegaba a los 151-, fueron todo su legado. 

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