AL VUELO

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Unidad y divisionismo político

Por Rogelio Guedea

La vida es una lucha constante, una batalla en la que siempre (hasta en los asuntos más nimios del diario acontecer) se gana o se pierde. Todos los días, desde que nos levantamos hasta que nos echamos en la cama para dormir, libramos una guerra por la sobrevivencia: abrimos una puerta y tenemos que ser cuidadosos al cerrarla para no machucarnos un dedo, cruzamos una calle y estamos obligados a mirar hacia ambos lados para que un auto no nos arrolle, entramos en un edificio y debemos estar atentos a las salidas de emergencia por si hay un temblor o un siniestro, etcétera. El ejercicio de la política es uno de los espacios en los que esta lucha por la conservación se ve más claramente, pues es el lugar donde se disputa el poder entre los hombres que (en una definición ideal) buscarán el bien común de la sociedad que gobiernan. Como la política no es el juego de uno solo (como el tenis, la natación o el boxeo) sino la concertación de un equipo (como el futbol o beisbol), las leyes internas que lo rigen tienen que tomar en cuenta siempre al otro. Si se quiere ganar, lo último en lo que se debe pensar es solo en uno mismo. La fortaleza del equipo está, pues, en la armonía de los miembros que lo conforman, todos subordinados a un solo objetivo: la victoria. Jean de la Fontaine decía que “cualquier poder que no se basa en la unión es débil”, porque (para no dejar de aludir a Simón Bolívar) en la “unión está la fuerza”.  Esto quiere decir que uno solo no es más importante que todo el resto. Los partidos políticos (forma en la actualidad por excelencia de la organización política) son precisamente un equipo que se disputa el poder con otro u otros, de tal modo que no aplicar esta ley interna esencial de la unidad lo pondría en desventaja en cualquier tipo de contienda política, pues si no puede gobernarse a sí mismo, difícil será gobernar a su rival. Winston S. Churchill bien supo que (traducción mía) donde no hay enemigos dentro, los de afuera jamás podrán hacerte daño. Cualesquiera que sean las circunstancias el equipo político éste deberá siempre preservar la unidad entre sus miembros a toda costa, porque, como lo prescribió Newton, “la unidad es la variedad, y la variedad en la unidad es la ley suprema del Universo”.

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