Por una psicología con responsabilidad social. Parte I

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Por: Guillermo Ramírez Zavala

El día de ayer fue día de celebración para profesionales en psicología, ese día fue momento de replantearnos nuevamente cual es nuestro objetivo en el desarrollo de nuestra profesión, me pregunto ¿en algún momento miembros de esta profesión han sucumbido ante intereses contrarios al  bienestar psico-social de las personas?

La carrera de psicología en occidente ha sido participe de parchar el sistema económico que se desprende poco a poco; la psicología ha brindado apoyo a ese sistema económico a través de un discurso de normalizar todas aquellas personas “no funcionales”, ha permitido empañar su visión por intereses de esferas de poder dominantes, se ha convertido la psicología en una herramientas de estas esferas de poder a través de la categorización de las personas como “servible” e “inservible”, por lo tanto la psicología ha brindado de las herramientas teórico-prácticas para hacer “útil al individuo”, dejando a un lado los interés de la sociedad y posponiendo el desarrollo en las personas de un papel activo para el cambio social.

Es momento de recordar a través de las palabras de Martin Baro que habrá gente que comente, “¿Dónde está la pretendida falta de relevancia social de la psicología?…Sencillamente en el hecho de que, aun cuan la psicología si ha influido en la cultura y estilo de vida de nuestras sociedades, ese influjo ha respondido a los interés y demandas de los grupos dominantes y no de las mayorías populares…”

Nos encontramos con aplicaciones utilitaristas de la psicología en el desarrollo del potencial humano en las empresas, donde es esta última se sirve, solamente para aumentar su nivel de producción y ventas, percibiendo al trabajador un elemento desechable, cuando el potencial humano de este no le sea suficiente para satisfacer sus intereses empresariales.

Este no es el único ejemplo, José de Jesús de Anda Muñoz en su publicación, “La promoción del desarrollo humano en un continente en crisis” comenta que las políticas gubernamentales neoliberales, las tendencias globalizantes, la racionalización financiera, tiende a disminuir en cantidad y calidad los servicios públicos de salud, educación, vivienda y seguridad, situación que ha llevado a que la actuación psicoterapéutica sigue enfocada a los sectores de media y alta elite, en la psicología existe poco contacto directo con la clase más pobre , la cual es casi siempre, la mayoría de la población.

Pero es necesario considerar que un elemento importante para el desarrollo de estas posturas son las universidades y sus facultades propiamente de psicología, estas ya no son constructoras de agentes de cambios sociales. Las Universidades con la finalidad de alimentar la necesidad de consumo, se vuelven Empresas que monopolizan el conocimiento, que dotan a sus pasivos alumnos de ciega obediencia, que nutre un círculo vicioso y asegura las arcas de unos cuantos.

En esta sociedad del consumo vemos Universidades “vendiendo” valores humanos, universidades que registran bajo su nombre particulares humanas, inherentes a este, venden lo necesario para volvernos “grandes profesionistas”, ¿pero para quién?, ¿para quién estamos jugando el rol de “juez” que describe e interpreta los estilos de vida, hábitos, motivaciones, necesidades y toda dinámica cognitiva?, imponiendo diagnósticos, catalogando conductas y pensamientos, generalizando rasgos de personalidad dinámicamente modificables en función de las experiencias vividas.