USA, LA RESPUESTA

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana.

Este tres de junio será recordado por  los circuitos   que integran el engranaje del poder en México por haberse recibido una repuesta tajante en un trámite aparentemente de rutina por parte del presidente Joe Biden, la cual  constituye una  afirmación política sobre los deberes republicanos que lo inspiran, y al mismo tiempo, un revés a la sensibilidad particular del presidente Andrés Manuel López Obrador. El lenguaje diplomático entre ambos ha dado  un vuelco que se ha tornado difícil.  No yerran quienes dicen que apenas es el comienzo de una relación que podría ser tortuosa los meses siguientes. 

Si con la administración Trump pudo salir airosa la diplomacia mexicana, con Biden es distinta, pero aún ésta no se ha dado cuenta que hay un gobierno demócrata, con planes innegociables  e   intensiones  diferentes. Sobre todo, Biden y sus asesores están empeñados  en que el gobierno mexicano coadyuve en el tema migratorio y en el de seguridad si en verdad se desea llevar la fiesta en paz con ellos, y además contra la corrupción que es de gran relieve como lo ha demostrado con su refrendo de apoyo a organizaciones que luchan contra ella en el mundo.   

Una muestra de que las cosas son distintas apenas hoy es la orden del presidente Joe Biden  a todas las agencias de la administración estadounidense para establecer la lucha contra la corrupción como uno de los intereses de seguridad nacional de ese país. Biden instruyó a los departamentos y agencias y propuso una lista de recomendaciones que refuercen la capacidad de EU para combatir la corrupción no solo de manera doméstica, sino también alrededor del mundo porque “ataca los cimientos de las instituciones democráticas; impulsa e intensifica el extremismo, y facilita que los regímenes autoritarios corroan la gobernabilidad democrática”,señaló el presidente norteamericano.

El informe deberá ser presentado en 200 días e incluir propuestas mediante las cuales el gobierno de EU pueda modernizar y coordinar esfuerzos para combatir mejor la corrupción; frenar financiamientos ilícitos; juzgar a personajes corruptos, y mejorar la asistencia dada a organizaciones en el exterior. “Esta es una misión para el mundo entero, y todos debemos apoyar a los ciudadanos valientes de todo el mundo que exigen una gobernanza honesta y transparente”. Orale !

Entre esas agencias está incluida USAID, que ha sido blanco de las críticas del presidente Andrés Manuel López Obrador por el financiamiento dado a Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad. Esto motivó al mandatario a enviar una nota diplomática al gobierno estadounidense en la que pidió la suspensión del apoyo y en la que recibió, a cambio, la confirmación de que si al gobierno mexicano no le interesa luchar contra la corrupción, al suyo sí.

Así se ha quejado el presidente Amlo:  el financiamiento a actores políticos va en contra de las relaciones de respeto mutuo y no intervención propias de la relación entre el Gobierno de la administración (de nosotros) con la administración del presidente  Biden”.

El presidente Biden sabe muy bien lo que dice, tiene el entrenamiento de estadista, ocho años como vicepresidente de USA en el gobierno de Obama le sirvieron para conocer los sistemas políticos no solo de América Latina sino del mundo. En el caso de México, la corrupción es y sigue siendo   grandiosa, y él lo sabe muy bien. Mucho ruido y pocas nueces del gobierno de Amlo en su lucha contra ella, aunque anteayer apresaron a un exgobernador nayarita que llevaba tiempo huyendo de la justicia.

Y es que se ha aparentado la lucha contra el flagelo, hay más interés de evidenciar a personajes obscuros del pasado reciente, exhibiéndolos a ellos y a sus partidos, que en castigar a responsables de tanto saqueo. Hasta ahora, no ha caído en las redes de la justicia ningún pez gordo, puro bla, bla, bla. Ni con el pétalo de una rosa se ha tocado a Enrique Peña Nieto y secuaces por sus conductas ilícitas contra México.  

 Como mexicano, a mí me agrada que en todas partes del mundo se combata la corrupción. El propio presidente Amlo debería brincar de gusto por tener a organismos aliados interesados en clarificar las acciones gubernamentales,  dialogar con ellos compartiendo finalidades, encontrar en ese arreglo un soporte para no decaer en el intento de limpiar la vida pública.

Que el posicionamiento de Biden sea reconocido como un esfuerzo singular en favor de la operación de gobiernos bajo principios éticos; que por ningún motivo sea considerado como una injerencia el hecho de contribuir a que las sociedades vivan mejor, en un estado de derecho que genere confianza y bajo un espíritu de unidad.