“TRAGARSE LAS EMOCIONES” Y SUS ESTRAGOS EN LA SALUD

0

Por: Ruth Holtz*

La armonía en nuestras relaciones es una prioridad en la vida. Aunque no siempre hacemos lo más conveniente para tener relaciones sanas y nutricias, en las que se respete la forma de ser, de sentir y de pensar de cada quien. No es fácil generar relaciones así. Entonces hay personas que optan por “no molestar ni disturbar con su forma de ser a otros”. Después de todo nadie quiere vivir en conflicto, ni generando pleitos y confrontaciones todo el tiempo.

Sea como sea nuestro cuerpo es expresivo, nuestra interioridad está a “flor de piel”. Las emociones son procesos fisiológicos complejos en lo que toda una serie de reacciones son disparadas por nuestro sistema nervioso en respuesta a lo que percibimos, pensamos, sentimos y necesitamos. Ruborizarnos, sentir opresión en el pecho o taquicardia, temblar, sudar, liberar ciertas hormonas, soltar azúcar al torrente sanguíneo, aumentar la presión arterial son reacciones fisiológicas controladas por nuestro sistema nervioso como el aspecto corporal de nuestras emociones. Sentir una emoción no es un acto volátil, etéreo, sin conexión corporal. Es una acción conjunta entre el pensar, el percibir y el que nuestro cuerpo responde al estímulo. “Tragarse una emoción es tragarse todas esas reacciones fisiológicas”. Además de que esto genera “estrés”.

El estrés no es una enfermedad, es una adaptación natural de nuestro cuerpo ante las exigencias de nuestro medio. Al enfrentar situaciones de peligro, de amenaza física, de situaciones extremas como guerras, terremotos, de circunstancias vitales críticas como la muerte de un ser querido o cualquier suceso que agreda (real o imaginariamente) nuestra integridad tanto física, psicológica como moral, nuestro cuerpo reacciona para defenderse. El sistema nervioso manda señales a todo el cuerpo para que éste se prepare para agredir, para huir o para actuar de un cierto modo dependiendo de lo que se va a enfrentar. El estrés es el proceso fisiológico por medio del cual nos preparamos para desplegar una gran cantidad de energía, y responder así a la situación amenazante, soportar su impacto y recobrar más tarde el equilibrio psicofísico. Reprimir constantemente nuestra ira o cualquier emoción ante determinados sucesos, en vez de encontrar modos no destructivos de expresarla o procurar el cambio, acumula tensión que alimenta un estrés patológico, pues todo el proceso fisiológico de la ira (estrés adaptativo), por ejemplo, se bloquea en su fase de descarga: la acción concreta de agredir. Podemos reprimir varias veces nuestras emociones y no pasa nada, pues el proceso de estrés nos reequilibra. Pero si esto se repite continua y frecuentemente, el estrés se vuelve crónico, es decir, se vuelve un trastorno del proceso de estrés, con su consecuente alteración psicofísica. Esta condición es el origen de muchas de las llamadas enfermedades psicosomáticas, sobre todo en personas poco conscientes de sus emociones, que no atienden lo que sienten ni lo comparten, sino que se lo tragan. En este caso “se somatizan”, es decir, el cuerpo se hace cargo de toda la fisiología echada a andar y si esto ocurre de manera constante acaba enfermando al organismo.

Es fundamental entender que “tragarse las emociones” no es la forma de solucionar los problemas ni la manera de evitar el conflicto con los demás. Es necesario aprender a atender lo que nuestras emociones nos comunican y hacernos cargo de esa percepción emocional, cambiando, tomando alguna decisión, dialogando con quienes nos afectan y negociando. Expresar nuestras emociones de manera adecuada, armónica, sin dañar a los demás es una forma de comunicación que les dice a los otros cómo estoy, qué necesito y qué siento, también para que ellos correspondan a nuestras necesidades en la medida de su compromiso con nosotros derivado del tipo de relación que tenemos. Las emociones se comparten y pueden generar comprensión. Compartirlas es un requisito indispensable para amar y ser amado.

Aprender a tener dominio de uno mismo no es lo mismo que reprimirse. Debemos aceptar nuestros límites: no podemos hacer lo que queramos siempre, ni todo mundo va a estar tratándonos con pinzas para no herirnos y es necesario que desarrollemos una estabilidad y seguridad en nosotros mismos que no vivamos con miedo. Todo esto para no estar reaccionando constantemente y evitar ser “demasiado emocionales” (en un sentido patológico).

Para algunas personas es difícil reconocer que tienen problemas emocionales. Que su vida no les está gustando, que se sienten insatisfechas con sus relaciones, que se sienten constantemente iracundas o tristes o que han evitado decisiones importantes respecto a su vida marital o sus tiempos libres. Son gente que generalmente han anulado los espacios personales para meditar, relajarse y pensar qué quieren. Es necesario que creen esos espacios. Uno de estos espacios es el de una psicoterapia, pues ésta es una forma de entrar en diálogo con esos sentimientos ocultos, pero no a solas, sino con un testigo profesional que no nos permita caer otra vez en el autoengaño y nos brinde herramientas para liberarnos y conquistar el dominio de nosotros mismos.

 

* Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas, días y horas hábiles a los tels. 3 30 72 54/044312 154 1940

Correo electrónico: [email protected]                        www.facebook.com/crecimientoemocionalintegral

Intégrate en el grupo www.facebook.com/LECTORES DE RUTH HOLTZ