TONALTEPETL

0

Por: Gustavo L. Solórzano.

No se puede cantar, no se puede cantar cuando uno ha visto tanto, son tantas las verdades tan pocos los milagros, bésense, bailen, bailen, bésense que es muy tierno y a veces el mañana solo depende de eso. Leonardo Fabio. Fragmento.

Nuestras edades oscilaban entre los cuatro y cinco años, cuando éramos vecinos, nuestras casas estaban a media cuadra de distancia una de la otra. Alguna vez lo he mencionado, éramos de los niños ricos que teníamos un inmenso jardín para nosotros solos. Árboles cargados de mango, toronjas, cocos y una maravillosa sombra oxigenada para acompañar el trino de las aves, formaban parte de nuestro entorno. Paquito tenía una bicicleta pequeña acorde a su edad, era de color azul cielo y en ella, nos turnábamos para pasearnos bajo el cuidado de Dios. Sandy nos hacía tercia, otras veces jugábamos en el tapanco del negocio de sus padres hasta terminar sudorosos y felices.

En esa época, la fuente del jardín Torres Quintero en el centro de la ciudad, tenía forma de ovalo muy grande, pero bajita, máximo unos cuarenta centímetros de altura y cubierta con un bello mosaico azul de dos o tres tonalidades.  Tornillos y herramientas de Colima, era el negocio de sus padres, don Enoc y doña Ema, (q.e.p.d.). Paquito era un niño simpáticamente gordito, de esos que dan ganas de abrazar y cargarlo, un gordito natural, platicador, amable y respetuoso. Durante muchos años fueron los reyes del hogar, años más tarde llegaron Carlos y José, (q.e.p.d.).

Desde temprana edad, Paquito mostró un gran habilidad para el manejo de las cámaras y equipo beta y posteriormente vhs. Fue así que montó un modesto estudio en donde video grababa bodas, quince años y festejos en general. Su experiencia le permitió incursionar en el ámbito político, atendiendo a los candidatos de los diferentes partidos y con su trabajo, fue adquiriendo mejor equipo, con el que llegó a producir y transmitir en vivo y en directo. Junto con otros buenos amigos y un servidor, Paquito integró un equipo humano, para responder a los requerimientos de su pequeña empresa.

Éramos solteros y trabajábamos mano a mano, sin escatimar tiempo y sin egoísmo ni envidia. En una ocasión me llamo para cubrir una boda, yo elaboraba un guion, ponía voz a sus trabajos y realizaba pequeñas entrevistas a los invitados y desde luego a quienes eran el motivo de la fiesta. Cuando me acerqué al novio, expresé mis parabienes y le hice la pregunta obligada, misma cuya respuesta yo creía conocer y finalicé diciendo: por eso estoy seguro que hoy es el día más feliz de tu vida… atento, respetuoso y meditativo, el novio escuchó mi perorata introductoria con atención, y rápido, sin pensar me respondió con un rotundo NO, que me dejó helado, sorprendido y fuera de todo contexto.

Al ver mi cara de ¿what? El recién casado explotó en una sonora carcajada, mientras que su esposa lo secundaba. “Creías que te iba a decir que sí” me dijo, y repitió, ¡Pues no! Más por nervios y totalmente sacado de onda, como se dice coloquialmente, que por otra cosa, empecé a reír yo también y finalmente los recién casados me hicieron saber que todo era un broma en torno a la fría respuesta. Fueron muchos años los que Paco y yo caminamos juntos, bajo una fraterna amistad que no requería visitas diarias. Su cumple era un día después que el mío y siempre que coincidíamos nos veíamos con sincero aprecio mutuo, a veces una llamada o un mensaje moderno, eran suficientes para saber que estábamos ahí.

Lamentablemente como todo en la vida, su ciclo se cumplió y fue necesario acompañarlo a su última morada. No es fácil despedir al amigo hermano, queda la tranquilidad de que un día volveremos a encontrarnos entre las estrellas. Buen viaje querido amigo Francisco Padilla Reyes, gracias por tu amistad. Sandy, Carlos, mis condolencias fraternales.

*Las opiniones expresadas en este texto de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles CN COLIMANOTICIAS.