TONALTEPETL

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Por: Gustavo L. Solórzano

Lealtad: Sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, a los compromisos establecidos o hacia alguien.

En la vida, la lealtad es un valor único, cuyo concepto y definición, lamentablemente se ha modificado en la actualidad, afortunadamente por unos cuantos. La lealtad es una virtud que se desarrolla en la conciencia y que desde niños la vamos conformando con nuestro diario aprendizaje. Implica cumplir con un compromiso personal, aun frente a circunstancias cambiantes o adversas. Es de entenderse y es válido, que algunas personas son leales solamente a sus intereses, pues cuando ven posibilidades de crecimiento o beneficio personal, cierran los ojos y bajan la cabeza. Se convierten en fieles serviles que pueden ser capaces de todo.

Religión, partidos políticos, grupos sociales, asociaciones diversas, etc. Pueden dar cuenta de ello. Cuando se tiene poder y no se está preparado para recibirlo y ejercerlo, se es más vulnerable a caer en tentaciones. De esta manera, mucha gente se aleja de un concepto equilibrado de lo que es la lealtad. Un claro ejemplo es lo que se vive con la llegada de un nuevo partido político a la administración nacional y en algunos estados. Aunado a la permisividad de las redes sociales, las actitudes ofensivas rayan en la ausencia de toda moral y buenas costumbres. Un importante núcleo social viaja a la deriva educativa, es decir, han perdido todo respeto no solamente hacia las autoridades, sino como sociedad misma, guardan una lealtad nacida de la confusión.

Mucha gente pues, ha dejado de ser leal a si misma, y se han convertido en esclavos de sus pasiones y del poderoso caballero, que es don dinero.

Durante mis mas de treinta años al servicio de la administración estatal, me ha tocado vivir un poco de todo. Abundan en el poder administrativo, personas, léase servidores, insisto, no funcionarios. Que son amantes del chisme y la lisonja, perdidos como marineros arrullados por el canto de la sirena, abren sus oídos al veneno serpentino de sus colaboradores allegados, confiando en que reciben, aquello que sembró Jesús en Pilato, la verdad y que Poncio nunca entendió. Las instituciones permanecen, quienes las representan son pasajeros a las estrellas o al precipicio social.

Así pasa no solo entre políticos, sino en la vida cotidiana. Usted verá gente que se desgarra las vestiduras por tal o cual candidato y cuando éste, aún no termina su encargo, el otro ya anda buscando, a escondidas, claro está, de que rama agarrarse para asegurar otros tres o seis años. En el pecado se lleva la penitencia, decía mi madre. Quien a ciegas confía, pierde, dicho de otra manera, para muchos el color partidista es lo de menos, lo que cuenta es estar en la nómina y después, si te vi, ni me acuerdo.

Casi a todos los gobernantes o representantes populares, humanos como usted que amablemente me lee y como yo, tienen su corazoncito y les gusta en el ejercicio del poder que ostentan, la barbeada. Hay de aquel que ose contradecirlos, no a ellos, a sus informantes, porque entonces “señor, ese es de otro partido, no hay que darle chamba porque nos echa a perder a los demás”, y bla, bla, bla.

Esos son servidores de a peso y en donde estén, serán siempre lo mismo, nada.

Al jefe hay que hablarle con la verdad, le guste o no, así como dama recién levantada, sin maquillaje. Porque el jefe o la jefa, son los que dan la cara, y si el pseudo colaborador le miente, las mentadas son para el jefe. ¿Me explico? Eso es ser leal, hablar con la verdad, aunque me cueste el puesto y se lo den a un barbero que gusta reptar de un oído a otro.

Naturalmente que, para un empleado leal, es necesario que también exista un jefe leal a sí mismo y a sus convicciones. Neutral y abierto, con un criterio amplio y con la madurez humana necesaria. Pero esa, esa es otra historia.

ABUELITAS:

Los dirigentes sindicales de cualquier empresa o institución, esta para defender los derechos de sus representados y nunca, nunca, lo contrario y si no, que la nación y los sindicalizados afectados se los demanden. Es cuánto.