Por: Gustavo L. Solórzano
La muerte es un desafío. Nos dice que no perdamos el tiempo… Nos dice que nos digamos ahora que nos amamos. Leo Buscaglia, escritor y orador motivacional estadounidense.
¿La muerte es el fin?
La muerte es quizá, uno de los momentos más difíciles de la vida. Cuesta trabajo aceptarla y entenderla, porque no aprendimos a fluir con ella, ni a hacerla parte de nosotros, no es algo que nos hayan enseñado. Al contrario, nos enseñaron a temerla, llorarla y sufrirla, así, muchas personas lloran a sus muertos por años y en ello, se les va la vida.
Nos enseñaron a vivirla como un hecho traumático, en vez de vivirla como un proceso natural de gran trascendencia en el que hay que agradecer y honrar con serenidad, amor y templanza al gran espíritu que nos acompañó en esta experiencia de vida, deseándole un buen viaje hacia su nueva experiencia evolutiva. Se lee poético, sutil y sencillo, no lo es, porque la costumbre es más fuerte que el amor a la divinidad que nos acompaña interiormente, decía el sacerdote Javier Avalos, Jesús sabe desde que nace que empieza a morir.
La palabra “Muerte” tiene tanta influencia negativa que sería sano eliminarla de nuestro vocabulario y llamar a este proceso “Trascender” o “Trascendencia”, porque eso es lo que hacemos, trascender a otra realidad, adecuada a nuestro estado de conciencia. Todos los miedos que tenemos en la vida, la no aceptación de los ciclos, el apego, dependencias y las falsas seguridades que nos creamos tienen la raíz en el miedo a la muerte. Proceso que, de manera natural, habremos de pasar tarde o temprano. Sólo el conocimiento, el entendimiento y el amor mismo, nos mostrarán para qué nacemos, para qué estamos de forma temporal en este mundo material y para que abandonamos el cuerpo físico.
Si pudiéramos comprender que no somos un cuerpo con espíritu, sino un espíritu con un cuerpo temporal para transitar un ciclo de vida terrenal, la pregunta no sería ¿Por qué morimos?, sino, ¿Para qué tomamos este cuerpo físico?, ¿Cuál es nuestra misión de vida?, ¿para qué abandonamos nuestro cuerpo físico y hacia dónde nos dirigimos en este infinito universo?
El apego, de forma natural influye en nuestra vida cotidiana, al grado de que nos lleva a perder nuestra estabilidad emocional. Es una tendencia de los seres humanos a establecer vínculos afectivos sólidos con personas determinadas a través de la vida. Según señala John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista, quien además afirma que, se establece desde los primeros momentos de vida entre la madre y el recién nacido o la persona encargada de su cuidado. Su función es asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad.
Los que saben, dicen que cuando un ser querido abandona este mundo material en el que experimentamos la vida, está naciendo en otros planos de existencia continuando con su libre evolución. ¿Recuerda usted la luz del túnel? Es la de un quirófano o sala de recepción en el nuevo mundo, al decir de algunos estudiosos en la materia, es decir, el regreso. Si abandonamos el apego y el sufrimiento y activamos el amor incondicional hacia la persona que ha emprendido el viaje a otro nuevo mundo, los sentidos del alma podrán percibir la energía y el amor del ser querido que se fue.
ABUELITAS:
Papá, mamá, sean adultos o menores de edad, por favor sepa en donde están sus hijos e hijas. Quienes son sus amistades mas cercanas y cuales son los lugares que normalmente frecuentan. La telefonía celular es una herramienta importante en nuestros días, úsela. Es cuanto.