TONALTEPETL

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Por: Gustavo L. Solórzano

Establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas, en el  año de 1972, se acordó que a partir de 1973, todos los 5 de junio fueran el Día Mundial del Medio Ambiente. En aquella época fue sin duda, la primera vez que se trataron temas o se hablaron, en relación a la necesidad de cuidar nuestro entorno desde una perspectiva científica. El cambio climático, la desertización, la deforestación, o la destrucción de los fondos marinos y los océanos, son sin duda el pan nuestro de cada día en cuanto a la urgencia de atender y frenar, de darle una solución verdadera a estos aspectos con ello y le permitan  a nuestro planeta recuperar su equilibrio.

Cada año el festejo en honor del Día Mundial del  Medio Ambiente, cambia de país, este año le corresponde a Canadá. Lugar que indudablemente tiene una riqueza natural y forestal enorme, de ahí la importancia de su rúbrica elegida por las naciones unidas, “Conectar a las personas con la naturaleza”. La sana intención en este año es invitar a todas las personas para que se adentren en los bosques, valles, y espacios naturales existentes a fin de valorar lo que tenemos. Darnos cuenta de lo que estamos perdiendo y ver si así, la gente, las instituciones y organismos diversos reflexionamos y nos ponemos de acuerdo para hacer algo en bien de la vida.

Quienes conocen la realidad sobre lo que está sucediendo afirman que es poco o nada lo que se tiene por celebrar y sí mucho que atender, frenar, resolver y corregir. Lo peor es que no están seguros de si aún tenemos tiempo para ello, de ahí la urgente necesidad de que los gobiernos, las instituciones y organismos así como también la sociedad en general, reitero, hagamos algo por el planeta. Cada hora una compañía minera consume a cielo abierto medio millón de litros de agua para convertir la montaña en oro y de ahí hacer lingotes. Cada hora los océanos del mundo reciben mil toneladas de plástico en forma de basura, hoy los “líderes” mundiales siguen ponderando las bondades de los combustibles fósiles, cuando desde hace cincuenta años son innecesarios por existir otras fuentes no contaminantes. Cada hora desaparecen 400.000 árboles en el mundo para producir papel. Cada hora la atmósfera recibe cinco mil millones de kilos de dióxido de carbono que provoca el calentamiento global. Cada hora la selva amazónica pierde 60 hectáreas: el equivalente a 120 canchas de fútbol. Todo eso pasa en sólo una hora, que si multiplicamos por 24 que tiene el día, resultara exagerado o aterrador según su perspectiva amable lector.  A pesar de esto que le escribo, probablemente hoy más de algún servidor público en el mundo se desgarrará sus vestiduras y dirá que se está haciendo un esfuerzo por bla, bla, bla y que promete respetar el ambiente.

Lo anterior en el caso de que las autoridades involucradas se acuerden y realicen algún festejo que justifique la utilización del presupuesto en beneficio de todo, menos de aquello a lo que está destinado originalmente. Es indudable que en la actualidad NO existe ética que justifique la muerte de un animal a manos de un asesino con licencia amparado en un club o asociación; aunque temo estar equivocado.

ABUELITAS:

Cuando la calidad de vida cae para el medio ambiente, cae para el ser humano.-George Holland. Es cuánto.