TAREA PÚBLICA

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LA LIBERTAD DE ELEGIR

Por: Carlos Orozco Galeana

La mayoría católica sabe que los seres humanos gozan de un don otorgado por Dios que se reconoce como libertad. Libertad para optar entre el bien y el mal, para decidir qué se hace o qué no se debe hacer. El Papa Benedicto la calificó, en su pontificado,  como la voluntad de Dios. Su ejercicio se topa con un camino lleno de espinas. La mayoría piensa que ser libre como persona es hacer lo que a cada quien  le plazca  y que, incluso, tal prerrogativa se adquiere a la  edad de dieciocho años cuando  apenas se anda  asomando la gente a la vida.

La verdadera libertad es hacer voluntariamente lo que se debe hacer  y no  lo que se apetece hacer. Muchos pueden sentirse libres porque hacen lo que les gusta o conviene, reitero, pero finalmente resultan esclavos de sus apetencias. Esta dificultad se manifiesta en personas que desean verse libres de un vicio, del fumar, del tomar o de drogarse, etc.,  y que no logran vencerlo. Los homicidas  piensan que son libres al hacer lo que hacen porque pueden hacerlo. El Chapo piensa  que lo que hace es un trabajo lícito.

En la actualidad, pasa mucho esto con los jóvenes, que se sienten libres de hacer lo que deseen. En su fortuna de sentirse “grandes”,  desprecian cualquier opinión que levemente les cuestione algunos de sus actos. Piensan que ser libres es incluso atentar contra su propia vida cuando se enfrentan a situaciones de riesgo creadas por otros maliciosamente ( venta de droga, acceso a juegos de azar, acceso a mujeres de la vida mala, dinero y otros satisfactores). Todo mundo está equivocado, menos ellos.

La libertad es un don que debe vivirse plenamente. Ser pleno es hacer lo correcto en función de lo que dicta la conciencia que es íntegro. No es sano manejar un auto a 200 kilómetros por hora en una zona céntrica; no es ser libre  drogarse para tener sensaciones de bienestar ficticias. No es sano desobedecer a los padres e irse de casa para “respirar” la libertad.  No es sano que una chica menor a los dieciocho años de edad se embarace porque  le dio gusto hacerlo.

El uso correcto de la libertad se brinda cuando está en función  de criterios de  verdad y de justicia. Verdad y justicia han de ser los valores que rijan la conducta. Así se está en pro del amor hacia el prójimo, que es amor por sí mismo,  y se hace  iglesia, es decir, se fortalece a la comunidad. No se hace Iglesia si el cristiano o el no que no lo es se rige por la injusticia y la mentira y se aprovecha  de los demás. Se es de Cristo si  los actos son orientados hacia el bien en favor de cualquiera persona.  En síntesis, se es libre cuando se llega al conocimiento de lo verdadero  y se guía la   voluntad hacia el bien.  La liberación, en  vista de un conocimiento de la verdad, que es la única que dirige la voluntad, es condición necesaria para una libertad digna de este nombre.

De esta suerte, si la libertad se usa y se orienta hacia el bien haciendo la justicia, hay crecimiento personal y se replica  a Jesús ( para los cristianos). Si se miente, engaña y se hace mal se niega a Jesús, hay nupcias con el  maligno y un uso de la libertad de elegir para dañar al prójimo, se  cae en el libertinaje y en una situación degradante frente a la voluntad de Dios.

San Agustín  consideró  que la libertad se utiliza para crecer o forzosamente mengua e introduce en la miseria, es decir, que en las manos del hombre  está la conducción hacia  la perfección (ideal  imposible de obtener para todo hombre ),  o hacia la perdición.

La clave para crecer como personas y como comunidad es elegir el bien de entre las opciones que se tengan presentes; ha de tenerse  una percepción adecuada de  la realidad, una justa jerarquización de intenciones y una adecuada inserción en el tiempo; todo esto conformará un grado de madurez.  Elijamos bien, sería la convocatoria más respetuosa.

Piénsese en que la conducta humana puede influir positivamente en la construcción de una opción de felicidad verdadera si se hace lo que dicta la recta conciencia y no lo que solo  reporta satisfacción y placer. Piénsese en que muchas sociedades están destruidas moralmente porque se  al mal sobre el bien.