Selfie, luego existo

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México.- Según Goethe, “el comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen”. La Kodak Brownie (una cámara de cajón portátil) apareció en 1900. Con ello, el autorretrato se convirtió en una práctica usual entre aquellos que podían darse el lujo de tenerla. En 1914, una adolescente de 13 años, Anastasia Nikoláyevna Románova, quien era la hija más joven del último zar de Rusia, decidió realizarse un autorretrato fotográfico, con lo cual se convirtió en la primera adolescente que se autorretrataba. Al respecto ella escribió lo siguiente: “Hice esta fotografía yo misma mirándome al espejo. Fue muy difícil, ya que mis manos estaban temblando”.
Hoy en día, autorretratarse es algo tan habitual que, según las estadísticas en Instagram, se subieron 58 fotos por segundo durante el año 2012. En 2013, el Diccionario Oxford nombra a la palabra “selfy” o “selfie”, la palabra del año. Ésta se utiliza en inglés para referirse a las fotos propias, tomadas por uno mismo. Desde la mirada perversa de Madonna, hasta la sonrisa del Papa Francisco junto a algunos fieles, todo es capturado y atrapado en una imagen y subido al instante en las redes sociales.
Algunos simplemente desean registrar un momento de su vida único y especial, congelar algo que es digno de persistir más allá de los tiempos. Otros poseen una necesidad exacerbada de aprobación y aceptación de los demás, y para ello se retratan en posturas, lugares y situaciones donde lo que se busca es promover su propia existencia. La idea parece ser “selfie, luego existo”, pues se ha instaurado la creencia de que sólo aquello que está en las redes es lo que existe.
¿Qué se esconde detrás de una ‘selfie’?
Si las selfies son tan importantes hoy en día para muchos usuarios de las redes sociales, quizá convenga detenernos a pensar por qué es así, qué es o que se esconde detrás de esta práctica. Por ello, te invito a ver algunos aspectos psicológicos que pueden estar detrás de estas fotos:
1.    Espejo de doble vía. Jacques Lacan, psicoanalista francés, habló de algo que dio en llamar “el estadio del espejo”. Éste designa una fase del desarrollo psicológico del niño comprendida entre los seis y los dieciocho meses de edad. Debido a su desarrollo madurativo, el niño está listo para reconocerse por primera vez en el espejo. Cuando logra ver su imagen, celebra ese instante con expresiones de inmensa alegría. Esta etapa es esencial para el desarrollo de su propia identidad. Estas selfies podrían actúan como un retorno a esa etapa del espejo, con la diferencia de que ahora se trata de espejos de doble vía: el de la propia imagen reflejada y el de la colectividad que reacciona a esas fotos a través de comentarios positivos o negativos.
2.    Egocentrismo. El egocentrismo implica la construcción de imágenes que un yo idealizado produce de sí mismo. Es una forma de decir y decirse a sí mismo: “Así me veo”, “así quisiera verme”, “así es como quiero que me veas”, “éste es mi grupo de pertenencia”, etc. Estas fotos se constituyen así en un nuevo camino para reconocerse a sí mismo, a través de los otros. Algunos logran afirmar su personalidad, otros terminan dañándose a sí mismos.
¿Debo evitar las ‘selfies’?
El furor por la selfie no necesariamente es malo, pero no está de más que cuides que esta moda no sea expresión de que tus hijos están buscando la aprobación de los demás a partir de su imagen corporal, o bien que estén faltos de autoestima. Si este fuera el caso, tú podrías ayudar, en forma maravillosa, siendo el espejo en el cual ellos miren quienes en realidad son. ¿Quieres saber cómo hacerlo? Aquí algunas ideas:
Contempla a tus hijos
Ver, mirar, contemplar, hay algunas diferencias entre éstos: Ver es simplemente aplicar el sentido de la vista en lo externo de algo. Mirar ya implica poner atención: tú decides que ves, es algo intencional. Contemplar es dejar que tus ojos miren hacia dentro, es convertirse en el otro, compartir su experiencia, participar de su mundo. De niño, Jesús vio unas flores silvestres en el campo, seguramente tomó unas cuantas y se las dio a María. Pero camino a casa tal vez las miró y descubrió que eran pequeñas, simples y delicadas; alguien le dijo que se llamaban lirios del campo. Pero luego vino la contemplación: cuando sintió que ni el lujo de Salomón era similar a su belleza. En la simpleza supo captar la hermosura.
Contemplar a tus hijos implica ir más allá de tus esperanzas y de tus temores, es quitarte las opiniones de lo que “debería ser”, o del recuerdo atormentador del parecido que tiene a tu “ex” en ciertas actitudes, etc. Para ello sigue estos pasos:
·    Escribe a lo largo de una semana una descripción de tu hijo. Descríbelo en todos los aspectos: físico, emocional, social, espiritual, intelectual. ¿En qué se destaca? ¿Prefiere el orden o el caos? Cada día trata de añadir un aspecto nuevo, déjate sorprender.
·    Realiza una lista con las cualidades positivas y negativas de la lista anterior. Por ejemplo: es creativo, se frustra con facilidad, es paciente.
·    Concéntrate en lo positivo. Selecciona tres aspectos que te gustaría reforzar. Puede ser que tu hijo no repare en que posee ciertos talentos, así que ponte la meta de hacer que lo note. Comentarios como “Me quedé asombrada del análisis que hiciste sobre ese libro”, pueden ayudar. Refuerza esos aspectos durante dos semanas, luego vuelve a la lista y escoge otros. A lo largo de un año, será un hábito y te convertirás en saludable espejo para tu hijo.
·    Reflexiona sobre lo negativo. ¿Qué necesidad expresa con esa conducta? ¿Hay algo positivo en ello? Detrás de una actitud “testadura”, tal vez hay una persona decidida que se mantiene firme en sus convicciones. Detrás de un “inquieto” puede haber un montón de entusiasmo y energía. Una vez que sepas que hay detrás, ayuda a tu hijo a canalizar ese aspecto de forma positiva y a cambiar lo que le perjudica.
La imagen que tu hijo proyecte en su autorretrato tiene mucho que ver con el “gran espejo de la casa”. Tienes la enorme responsabilidad de lanzar el primer “click” para que en la imagen que resulte tu hijo se vea completo y sea capaz de amarse y realizarse a sí mismo.