¿Se está respetando la competencia política entre las mujeres?

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*¿Hasta dónde la igualdad entre los géneros es real?

*La mujer tiene que marcar la Pauta política

 Por: Ángel Durán

La democracia mexicana ha dado pasos importantes hacia la inclusión y el respeto a la igualdad real entre hombres y mujeres.

Ahora falta trabajar en el fortalecimiento de la igualdad entre las mujeres, es decir, que haya igualdad de oportunidades entre ellas para ocupar cargos públicos y que no se vean discriminadas por prácticas como el compadrazgo o el amiguismo, ya que esto no sería una democracia paritaria.

Imagen de IA DALL-E

En 2014, las mujeres impulsaron la reforma constitucional que introdujo el principio de paridad de género en las candidaturas electorales.

Posteriormente, en 2019, promovieron una nueva reforma constitucional que instauró la “paridad en todo”, extendiendo la paridad de género a todos los cargos públicos, tanto de elección como de designación.

Finalmente, en 2020, se aprobaron las reformas legales que implementan estas disposiciones, consolidando el derecho que las mujeres han logrado a través de su lucha.

La paridad en todo no debe ser vista como una simple cuota de representación.

Las mujeres tienen la responsabilidad de asegurar que su participación en estos espacios sea genuina, no solo por cumplir con un mandato legal.

Ellas han sido testigos de cómo el comportamiento masculino designa a quienes ocupan cargos públicos o participan en política, en muchos casos a través del influyentismo, el compadrazgo y la preferencia. Incluso, en muchos casos, se eligen personas que ni siquiera tienen el perfil adecuado para esos cargos. Las mujeres no deben reproducir este vicio; sería un error copiarlo.

Deben ser ejemplo y garantizar a la sociedad que, quienes lleguen a estos cargos, sean mujeres con reconocida experiencia y méritos suficientes para desempeñar funciones públicas de alto nivel.

Es aquí donde las mujeres deben exigir a los partidos políticos que las consideren por sus méritos y no solo para cumplir con un porcentaje o cuota de género.

Con el avance social y legislativo que han alcanzado, tienen la capacidad de hacer valer su voz y asegurarse de que los partidos respeten sus espacios y seleccionen a las que verdaderamente están comprometidas con el desarrollo del país.

Uno de los principales desafíos que enfrentan en política, es la falta de capacitación continua y el empoderamiento genuino dentro de sus propios partidos, bajo una visión del género femenino.

Las mujeres deben tomar control de este objetivo y exigir a los partidos que les ofrezcan formación constante y herramientas adecuadas para competir en igualdad de condiciones entre ellas, asegurando que las más capacitadas sean quienes se postulen.

Además, deben velar por que los partidos generen programas sólidos de formación que les permitan destacar tanto dentro de las organizaciones como en el ejercicio del poder.

Las mujeres tienen ahora la responsabilidad de exigir a los partidos políticos que no simulen la paridad.

Deben ser ellas quienes exijan rigurosidad en los procesos de selección de candidaturas, asegurándose de que las más capacitadas y comprometidas, sean quienes lleguen a los puestos de poder.

No deben conformarse únicamente con ser postuladas a cargos de elección popular; deben exigir posiciones estratégicas dentro de las estructuras partidistas, donde puedan influir en las decisiones que definen el rumbo del país.

El género femenino, debe estar en el corazón de los partidos, donde se diseñan las políticas y estrategias que impactarán a México.

El éxito de la paridad de género, no depende únicamente de los partidos, sino de la fuerza y la determinación de las mujeres para hacer que este cambio sea real.

Con una acción decidida y asertiva, pueden impulsar la transformación de la política mexicana en beneficio de toda la sociedad y por supuesto en la consolidación de la igualdad entre los géneros.

Erróneamente, el sistema de partidos, para cumplir con un supuesto requisito constitucional —que no lo es—, designa a mujeres sin considerar, si cuentan con las capacidades profesionales necesarias para desempeñar esos cargos, aun cuando dentro del género femenino hay muchas mujeres capacitadas que podrían desempeñar un excelente papel en la función pública, beneficiando así a la sociedad.

Al proceder de esta manera, no se respeta el derecho de la sociedad a contar con funcionarios capacitados.

Un buen servidor público debe ser, alguien capacitado para ocupar un cargo, y el sistema de partidos no siempre vigila este requisito que es un derecho que tiene la sociedad, limitándose a designar mujeres para aparentar que cumplen con la ley. Esto no es correcto desde un punto de vista constitucional.

La sociedad mexicana tiene derecho a contar con los mejores perfiles en el servicio público, y las mujeres deben garantizar que estos perfiles no solo cumplan con una cuota, sino que realmente representen lo mejor que tienen para ofrecer.

Como derecho de la sociedad, la paridad no debe medirse solo por el número de mujeres en cargos públicos, sino por una real integración de la mujer en la vida pública, bajo el principio de hacer llegar a las mujeres más capaces al desempeño de la función pública.

Es necesario que la reforma constitucional que tiene como objetivo lograr la paridad entre los géneros; sea efectiva y contribuya al desarrollo democrático de México.

Mientras no logremos hacer esto, no estaremos cumpliendo con la reforma constitucional ni con sus fines.

Es real, pero mucho depende de que ésta se consolide con la acción asertiva de las mujeres, sin caer en los mismos vicios de los hombres.

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*Las opiniones expresadas en este texto de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles CN COLIMANOTICIAS.