RECONSTRUCCIÓN A LA VISTA (Indira, en el papel que le corresponde, encabeza las tareas)

0

TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana.

La tercera sacudida en una fecha como la del 19 de este mes, coincidencia para unos y mensaje divino para otros porque es increíble que ese suceso ocurra hasta tres veces en la misma fecha y en corta periodicidad, ha devenido en exigencia nacional de superar pronto esa adversidad que se ha encimado en algunas otras regiones de nuestro México que han padecido otro tipo de fenómenos naturales pero igualmente destructivos.

Colima, situado en franja costera y en zona sísmica, ha resultado afectado los últimos años, y esta vez tenemos que lamentar pérdidas humanas (irrecuperables) y daños materiales en infraestructura carretera, hidráulica, eléctrica y hospitalaria preferentemente, que serán resueltas en pocas semanas o días pues según autoridades no resultaron de gravedad, aunque la cuantía de casas dañadas no es de menospreciarse (2,000). Muchas familias perdieron ese, su patrimonio único.

Se impone un trabajo puntual de recuperación material y el mantenimiento de la coordinación entre instituciones y operativos   que garanticen una vuelta a la normalidad, tal como ofreció la gobernadora Indira Vizcaíno un día después del temblor. Tiene que probarse, en los hechos, que la cancelación del Fondo de desastres no afectó mayormente la intervención oficial en cuanto a atender de inmediato a la población en calamidades, como ocurría en otras épocas. Es decir, los apoyos federales, tendrán que fluir en tiempo pertinente si se quiere atajar las críticas por la sustitución de esos esquemas de auxilio.

Al momento, ya se sabe por Protección Civil la cuantía de daños y ese es buen punto de partida. Ha sido importante la suspensión temporal de clases en todos los niveles para evaluar daños y no exponer a alumnos a réplicas fuertes que nadie puede descartar por ahora.

Al igual que como reveló el gobernador de Michoacán, aquí también tuvimos suerte de que las consecuencias del temblor no fueran tan graves y todo quedara en afectaciones menores.   La naturaleza fue benigna con nosotros, dijo el mandatario michoacano. También con los colimenses, dicho sea de paso.

Recuérdese que en un temblor pasado, el de 2003, Colima sí fue sacudido en forma grave causando 23 muertes y que unas 10 mil viviendas resultaron dañadas. Ese movimiento, que tuvo por epicentro Cuyutlán, duró 55 segundos, sacudió también Michoacán, Nayarit y Jalisco y tuvo una medición de 7.6 en la escala de Richter, aunque otras estimaciones lo situaron hasta en 8.0.

Para fortuna nuestra, reitero, las consecuencias de este último temblor no fueron tan nefastas como en la ocasión referida en párrafo anterior, pero eso no quiere decir que no se produzcan enseñanzas en cuanto al tema de prevención y atención por parte de las autoridades y de la población en general. Tenemos que evolucionar hacia la cultura japonesa, por ejemplo, donde por estar Japón en zona de alta sismicidad y en peligro diario, cada persona es educada para saber qué hacer en esos eventos, a tal grado que cuando en varios lugares del mundo donde ocurren temblores los muertos se cuentan por centenas o miles, allá las cifras son mínimas aunque no lo sean las propias catástrofes. También ocurre ahí que las políticas de construcción aprobadas por el Estado son congruentes y cumplidas por los desarrolladores de vivienda. Son mínimos los moches, pues hay penas graves para los violadores de la ley en esa materia, a desemejanza de lo que ocurre en ciudad de México ( la verdad, en todo el país) donde con frecuencia los constructores violan la ley y corrompen a servidores públicos.

Ahora mismo, en Colima tiene que averiguarse cuáles fueron las causas que originaron las caídas parciales de materiales de construcción en edificios y clarificarse si se cumplieron normas en la construcción más allá de la legalidad documentada. Hay derecho a saberlo por la pérdida de dos valiosas vidas humanas en Manzanillo.

Mientras tanto, la gobernadora Indira Vizcaíno, tal cual debe ser, permaneció en Colima y dirigió actividades de diversas dependencias haciendo un recorrido por municipios afectados y llevando un mensaje de aliento a personas que perdieron sus viviendas, a las que prometió ayuda una vez que se elabore el censo de los daños. Por cierto, agradeció el interés de gobernadores vecinos que le ofrecieron a Colima su respaldo para apoyar las tareas de reconstrucción. Un servicio dañado, como el del agua potable que se extrae de Zacualpan, se está normalizando poco a poco, informó.

Lo deseable es que haya los recursos financieros suficientes para aliviar las pérdidas, principalmente porque se ha decretado que estamos en etapa de “austeridad republicana”, de “pobreza franciscana”, y muchos suponen que podría no haber una dinámica importante para revertir la situación del siniestro reciente.

Pero independientemente de lo que la realidad nos muestra como un fenómeno normal en el subsuelo, como habitantes de este planeta tenemos que valorar nuestra posición como humanos en desprotección ante eventos naturales catastróficos. Detenernos un poco, como lo escribió el sacerdote capuchino ya desaparecido, Ignacio Larrañaga, y pensar que somos apenas una gota de agua en el océano inmenso de la maravillosa creación divina   y que es bueno detenerse de vez en cuando y proclamar la grandeza de Dios, que aquí nos tiene todavía. . . . .