Por José Díaz Madrigal
El pasado jueves 26, leyendo una de las breves cápsulas de la historia de Colima que decía: Un día como hoy pero del año 1858, se desarrolló cerca del Trapiche La Batalla de San Joaquín. El general Santos Degollado que cubrió la línea de la barranca de Atenquique; al darse cuenta que el traidor Miguel Miramón pasó por el río Naranjo y apareció en Colima a su retaguardia, se movilizó en busca de Miramón, quien a su vez salió de Colima y en la Hacienda de San Joaquín, se libró la batalla de ese nombre, el 26 de diciembre de 1858.
Continúa la cápsula: En esa batalla fueron derrotados los patriotas liberales, dejando en manos del enemigo 300 prisioneros, 6 cañones y muchas armas y municiones. El general Degollado se retiró con rumbo de Coalcomán. . . Hasta aquí termina el relato de la cápsula.
Cuando Juárez y su comitiva llegó a Colima en el mes de marzo del año antes mencionado, nombró al general Santos Degollado como Secretario de Guerra. La orden que lo acreditaba como ministro de la Defensa, fue firmado en Palacio de Gobierno de Colima, que sirvió por unos días como despacho presidencial. Después Juárez reanudó su marcha y en abril se embarcó en Manzanillo con destino a Panamá.
Degollado permaneció en Colima por unos meses organizando al ejército. Cuando arribó, venía con unos 100 soldados y para el mes de junio ya tenía 1200 milicianos listos para la pelea. Con esa fuerza de combate y ante la noticia de que Miramón se acercaba a Colima, fue a esperarlo en Atenquique, donde sucedió el primer encuentro Degollado-Miramón el 2 de Julio de 1858. Según diversos historiadores, ese duelo lo ganó Miramón, puesto que Degollado abandonó el campo de batalla.
Ambos generales buscaban el triunfo de su causa, defendiendo su bandera o su partido. Degollado representaba la bandera liberal y Miramón al partido conservador. Pasaron los meses y los dos bandos se hacían fuertes en sus respectivos territorios.
Desde Guadalajara se desprendió otra vez Miramón para atacar Colima. También lo supo por adelantado Degollado y, con su numeroso ejército se fue a esperarlo de nueva cuenta en Atenquique; pero esta vez el astuto Miramón no presentó batalla, haciendo un camino más largo cruzó el Naranjo cargado hacia Pihuamo. Entrando a Colima el 24 de diciembre de 1858 sin disparar un sólo tiro. Refiere un cronista: Miramón fue objeto de ostentosas demostraciones de simpatía y regocijo.
El ejército liberal al enterarse que Miramón ya estaba en Colima, se regresó a ésta ciudad, cosa que intuyó Miramón y para y para no hacer daño a la población, fue a recibirlo fuera de la misma, encontrándose los dos ejércitos en La Hacienda de San Joaquín, cerca del Trapiche; lugar donde chocaron en fragoso combate, en que los liberales se sentían que la tenían hecha por traer cinco mil soldados bien pertrechados, mientras que Miramón contaba con tres mil elementos de tropa. Pero la sagacidad de Miramón que era un estratega chingón, obtuvieron los conservadores un triunfo completo, ese día 26 de diciembre de 1858. Degollado conocido como héroe de las derrotas. . . Derrotado se retiró.
Seguramente quien escribió la cápsula histórica con que inicia la presente columna, tal vez sea un obstinado juarista. El adjetivo a Miramón de traidor, no viene al caso porque era un hombre tan mexicano como Degollado. El pecado de Miramón es que defendía un partido distinto al que ganó la Guerra de Reforma.
Aquel viejo concepto del siglo XIX de lucha entre liberales y conservadores, de alguna manera sigue vigente en la actualidad. Y no por eso las personas que pensamos diferente, vamos a ser menos mexicanos o menos patriotas que los que tienen otro punto vista u otra preferencia política.
Alimentada por una falsa concepción de los juaristas, que salieron triunfadores; pero dicho sea de paso, éstos pudieron ganar por el apoyo de los gringos. Así pues, desde aquella época se ha sostenido el engañoso concepto de héroe o traidor, dependiendo del criterio con que se mira. Obviamente héroes son para los liberales, los partidarios de Juárez que está en los altares y monumentos dizque por ser defensor de la libertad y la democracia.
Falso, Juárez no fue ningún demócrata ni defensor de la libertad, cuando hizo matazón de rivales políticos y desde que llegó a la presidencia ya nunca la soltó, enquistado como parásito dañino durante 14 años, hasta que la muerte lo tumbó.
Un verdadero hombre libre, no es sectario, sino que es un ser honesto que promueve la modernidad basado en el pluralismo político, en la libertad de opinión y en la libertad de creencias.