PARACAÍDAS

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La declaración patrimonial de Nacho Peralta

Por: Rogelio Guedea

La semana pasada escribí sobre el condominio del gobernador Nacho Peralta y dije que su adquisición me parecía una falta de sensibilidad humana por parte del mandatario, incluso superior a su aspecto puramente legal, con el que intentaron minimizar el traspié. Como es imposible que uno quede bien con todos sus lectores, no me faltaron mensajes en los cuales incluso se me llamó envidioso por no poder yo seguramente comprarme un condominio similar. Nunca he puesto, afortunadamente, mi felicidad en lo que está afuera de mí (un carro, una casa, mi propia ropa), sino en lo que llevo dentro: mis recuerdos, los libros que he leído, la intensidad de algunas de mis pasiones. Pero lo que realmente me llamó la atención es que se me insinuara que escribo por resentimiento y a la ligera. No es así: al gobernador Nacho Peralta le tengo un gran respeto, por la investidura que hoy lo arropa y porque además nunca he tenido ningún desaguisado personal con él. Al contrario, las pocas veces que lo he tratado ha sido recíprocamente respetuoso y cordial. No es a su persona a la que apelo (de ahí que nunca me haya metido ni me vaya a meter en su vida privada, que es suya solamente), no, apelo al funcionario, el de mayor rango en nuestro Estado, quien debe estar lejos de la lisonja fácil y cerca de la reflexión solícita y bienintencionada, porque en ella va el bienestar de miles de colimenses. Lo que subyace debajo de mi escrito sobre el condominiogate, son precisamente una larga serie de inconsistencias aparecidas en la declaración patrimonial del mandatario estatal, que nos hablan de una falta de ética (que tuvo como objetivo la victoria por la gubernatura del estado) que la ciudadanía debe saber y que el gobernador Peralta Sánchez debe, por su parte, evitar en lo porvenir. Hago un sumarísimo recuento: de su declaración patrimonial presentada el 29 de enero de 2015 a la presentada el 11 de febrero de 2016 hay un aumento de 6.2 millones de pesos que el mandatario asegura se debe a su finiquito como subsecretario de la SCT y, sobre todo, a una herencia familiar (que incluye seis propiedades), herencia que según el expediente 1117/10-A del Juzgado Mixto de Primera Instancia Civil y Familiar se encuentra todavía en trámite de adjudicación. ¿Por qué, entonces, si desde 2015 estaba esta herencia en trámite de adjudicación no fue declarada por el mandatario sino hasta 2016? ¿Y por qué si está en trámite de adjudicación no la declara hasta que haya sido legalmente adjudicada? ¿No es dar pie, con esto, al sospechosismo? Por otro lado, las dos cuentas bancarias que en la declaración de 2015 no llegaban a los doscientos mil pesos, en la de 2016 resulta que, a pesar de todas las adquisiciones realizadas y los gastos que le implicaron su campaña, ascendieron a casi 600 mil pesos. ¿Por qué teniendo este saldo tan jugoso antes de la compra del condominio no lo usó para amortiguar el crédito de 5.5 millones que pediría para su adquisición, aunque sus cuentas quedaran en ceros? Es aquí donde la serie de inconsistencias financieras del mandatario me llevaron a concluir que el asunto del condominio rebasaba toda legalidad (igualmente sospechosa) para insertarse en un ámbito más profundo: el de la moralidad. Lo dije y (aunque hiera susceptibilidades) lo repito: el mandatario no puede ni hacer cosas buenas que parezcan malas ni, mucho menos, hacer cosas malas que parezcan buenas, como parece ser este el caso. La única vía que tiene para legitimar su gestión es conducirse con honestidad y transparencia ante la población, para la que generó grandes expectativas en su campaña. El asunto del condominio, y esto es algo que quizá no advirtieron sus más cercanos colaboradores, no fue un distractor para la inseguridad del estado sino un disparador de la misma, porque violentó igualmente la sensibilidad de los colimenses, quienes no le perdonan al mandatario que él goce a plenitud de las mieles del poder habiendo tanto colimense agredido en sus ingresos salariales. El tiempo de culpar a la gestión de Mario Anguiano y de Silverio Cavazos de todos los males que padece Colima acaba de expirar. Ahora todo el peso de la responsabilidad sobre lo que pase en Colima (para bien o para mal) recaerá en el mandatario Nacho Peralta. Si bien hasta ahora he señalado sus yerros, puedo asegurar que seré el primero (cuando la ocasión se presente) en enfatizar sus aciertos. Lo juro.

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