PAN: RESCATE A LA VISTA (Sus caciques, contra la unidad)

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana.

Próximamente el Pan instrumentará el relevo de su dirigencia en Colima. Lo hará en medio de un ambiente consolador luego de la tunda que recibió en la elección pasada en la que solo pudo ganar una diputación federal y rescatar por su coalición algunos puestos menores en administraciones municipales. En tal ocasión, le repitieron casi la dosis del 2018 con todo y haber participado en coalición la última vez junto con su otrora encarnizado enemigo, el Pri.

En los últimos años, ese partido se convirtió en redil de caciques de baja ralea, que a base de billetes de origen desconocido se apoderaron de su control y tomaron decisiones para dar paso a la incorporación de familiares suyos, amigos y amigas. Colocaron, en distintos aparatos de gobierno y en cargos plurinominales, a personas sin experiencia y con expedientes que no reflejaban integridad y mantuvieron el control del Pan a costa de su paulatina desintegración como opción electoral fidedigna. Y no obstante esas marrullerías, por poco ganan la gubernatura en el 2015.

Ese manejo caciquil ha lastimado la naturaleza de ese partido como formación opositora y la frágil democracia que vivimos hoy en Colima; la sociedad requiere partidos fuertes, propositivos, que interpreten el sentir social y se comprometan con la mejoría de todos y por ello la mengua del Pan implica deterioro de la democracia con todo y que los partidos son electoreros y tramposos y solo se preocupan por ensanchar sus presupuestos para la buena vida de su burocracia.

El Pan se olvidó de sus principios desde hace tiempo, aunque hoy transmite una luz leve de esperanza en que, tras la renovación, jubilen a los dirigentes mafiosos que ha padecido los últimos 20 años, largo tiempo en que han sido rechazados en elecciones sin ganar una sola.

Sus dinosaurios, sin embargo, apuestan a conservar el poder a través de una planilla donde han colocado a personas inconfiables, a una auténtica juanita entre ellas que personifica la mediocridad y el desatino más injusto para los panistas políticamente correctos que exigen una renovación que los coloque en mejor posición ante los retos electorales del porvenir.

El Pan, con todo y sus desbarres, mueve la colita; tiene a la mano la mejor opción en manos de la actual diputada federal Julia Jiménez, quien se ha salvado de alguna manera de la quema política y aspira a recuperar la dignidad de esa formación. La acompaña   un joven de la nueva generación, Francisco Santana, quien resuelto está a competir para iniciar una etapa nueva, venturosa, en donde se respeten los derechos de los militantes, donde estos participen sabiendo que no los timarán los caciques de antaño, que entre paréntesis no tienen llenadera y aspiran a seguir medrando y usando las siglas para traficar influencias y enriquecerse más. Paco, como le llaman entre los azules, es savia noble entre el panismo y a punto estuvo de ganar la dirigencia en la pasada elección interna al perder por menos de mil votos. Va, entonces, por la revancha.

Es una dupla, la de Julio y Paco, que vería hacia el futuro, que se organizaría sin influencias caciquiles para recuperar la competitividad de años anteriores en que a punto estuvo de inaugurar la alternancia y que no obtuvo por equivocaciones garrafales de las dirigencias de entonces.

Fíjese usted, nadie sabe para quien trabaja. Acción Nacional ensanchó el camino de la democracia en Colima. La promovió a tal grado que hizo progresar la conciencia ciudadana, que aprendió a discernir más correctamente en función de los intereses más provechosos para nuestra entidad, si bien Morena le comió la tostada aquí como a nivel nacional ocurrió con la izquierda, que luchó muchos años y la alternancia la ganó Acción Nacional.

Entonces, conviene que Colima siga avanzando en ese camino. Requerimos gobiernos mejores, a ciudadanos con alto grado de conciencia política y eso puede lograrse con la aparición de liderazgos nuevos y confiables, con historia agradable; con personas que sientan amor verdadero por Colima, no trúhanes emboscados como el que entregó el poder recientemente y que dejó a Colima en la ruina, incluido al mismo Pri.

Los panistas tienen pues la alternativa de elegir a su dirigencia en libertad, al margen de la compraventa de votos, como se ha acostumbrado ahí. Los viejos caciques ganaron siempre por sus hábitos corruptos de comprar voluntades, pero ojalá fracasen esta vez y se de paso a la conformación de un partido más sólido, mejor organizado y más comprometido con los colimenses. Los que aventajan la elección con Julia y Paco a la cabeza, deben convencer con propuestas formales y viables a sus militantes, ganar su confianza y garantizar que no se desviarán de su cometido si ganan la contienda.

Un fracaso más, una desunión más, no la soportaría ese partido. El déficit moral es enorme, el Pan se “quemó” desde hace tiempo como una opción política confiable y por ello los ciudadanos lo colocaron en el lugar que mereció, un tercer plano.

Pero no hay derrotas eternas, piensan seguramente quienes desean recuperarlo.   Y en verdad no las hay. Cuando los partidos políticos analizan a fondo las razones de sus derrotas o de su deterioro, tienen la posibilidad de recuperar sus niveles de aceptación si trabajan ordenadamente y se ciñen a las exigencias de pluralidad, tolerancia y buen trabajo político. Hasta el Pri, tras doce años de panismo en el país, volvió a ganar la presidencia de la república. Nada es imposible en política.

He de decir por último que los militantes panistas tienen que atreverse a construir  expectativas nuevas,     no dejarse manipular ahora como antaño por dirigentes mañosos, por vivales que hoy pueden presumir sus haberes patrimoniales pues son muy ricos y tienen palacios, pero que no han hecho más que reafirmar con sus conductas torcidas el descrédito partidista.   Ya es hora de que los anulen para siempre.