Nos duró poco el gusto, regresó el calor a la ciudad

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“Que cada una diga lo que quiera:

la mejor estufa es el sol.” Gianni Rodari

Entre libros y café

Por: José Luis Cobián León

Regresó el calor, por lo que ya no encontramos descanso ni en la sombra, cualquier hora del día sucede lo mismo, por lo que transitando por la ciudad con esta estufa natural recordé aquel extraordinario personaje de la novela “El extranjero” de Albert Camus, Meursault que en un día caluroso mató a un hombre, cuando le preguntaron por qué lo había matado, dijo, porque tenía calor.

Hecho trágico más sin embargo para los que hemos transitado por la ciudad al medio día sabemos la desesperación provocada por el calor, así que amigos la recomendación es: mantengámonos como Dalái Lama no vaya a ser que se nos atreviese un Meursault y nos enfríe o por el contrario seamos nosotros los que nos convirtamos en Meursault.

Albert Camus fue un novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés, nacido en Argelia, que obtuvo el Premio Nobel de Literatura, pero lamentablemente a sus 47 años muere al estrellarse el auto en el que viajaba.

Sobre el protagonista de su obra “El Extranjero”, Meursault, todo inicia tras recibir un telegrama que le avisa que su madre ha muerto. Durante el funeral no siente pena alguna, sólo le molesta el calor del verano argelino y no poder fumar.

Tras un encuentro con una antigua compañera de trabajo, inicia una relación y pese a que no sabe si la ama, está dispuesto a casarse. Por esos días conoce a Raymond, el cual tiene problemas con un grupo de árabes que terminó en una pelea, sin embargo pudo evitarse pero Meursault en el forcejeo se queda con un revolver, al volver de paseo por la playa, es amenazado por uno de éstos, al confrontarlo con revolver en mano, encandilado por el sol dispara y lo mata, por lo que es procesado. En el juicio se establece que no lloró la muerte de su madre, y, según su argumento, disparó porque tenía calor y la luz del sol le había deslumbrado, por lo que se le dicta pena de muerte.

Meursault posee una honestidad extrema que raya en la ingenuidad, y al carecer de la hipocresía necesaria le es imposible sobrevivir en la sociedad, aunado a esto su ateísmo y su falta de temor ante la muerte, lo vuelven un hombre solitario que vive en una sociedad absurda.

Antes de concluir les cuento una historia de aquellos ciudadanos que jugando domino allá en la zona centro, uno de los jugadores le dice a otro: -Sigues, -Disculpa estaba distraído viendo a un político, -Pues ni tan distraído me ahorcaste la mula de seis. –A otras mulas son a las que quisiera ahorcar. Me pregunto a quién se habrá referido.

Sin embargo, hagamos nuestras las palabras de Mahatma Gandhi, no debemos perder la fe en la humanidad que es como el océano: no se ensucia porque algunas de sus gotas estén sucias. Para que no quede nada en el tintero, [email protected].