NO NECESITO SER EXPERTA PARA COMPRENDER EL COMPORTAMIENTO DE LA NATURALEZA

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La Panga

Por: Mayahuel Hurtado Ortiz

La información está en todos lados, y es de dominio popular, pero la responsabilidad del columnista es difundir lo que sea veraz y realizar un análisis de cómo los fenómenos meteorológicos nos afectan, pues nos guste o no, vivimos en una zona sísmica y si a eso le sumamos tener un volcán en la zona norte y la costera en el sur del estado, nos daremos cuenta que estamos expuestos en cualquier momento a que la Madre Naturaleza nos dé una buena lección, como ya está registrado en nuestra historia.

No hemos entendido lo vulnerables que somos ante los desastres naturales, tampoco nos ha quedado claro que somos afortunados de no haber padecido tormentas tropicales o huracanes que cada año causan muertes e inundaciones en otras entidades y países, donde el azote de la naturaleza devastó toda una población al tocar tierra.

No necesito ser experta para comprender que en las costas de Colima se han registrados huracanes y tormentas tropicales, pero cuatro son considerados los más desastrosos; puedo citar en 1959 el huracán que terminó con la vida de 200 personas, siendo las zonas más afectadas la de Cuyutlán y Manzanillo; pero no podemos dejar de mencionar a “Jova”, huracán de categoría 3 que tocó tierra en nuestras costas y dejó cuantiosos daños materiales, calculados en 800 millones de pesos y la zona más afectada fue el municipio de Manzanillo.

Tampoco nadie puede pasar por alto la tormenta tropical “Manuel” dejó daños en zonas agrícolas y costeras de todo el estado, se perdieron cultivos y los daños se calculan en cerca de 300 millones de pesos; la cereza del pastel es el huracán “Patricia”, registrado en 2015, considerado el más peligroso en la historia de México.

Este fenómeno alcanzó la categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson y se acercó a 56 kilómetros al sur-suroeste de la costa de Manzanillo, pero al tocar tierra se fue degradando y su paso dejó daños como árboles caídos por todo el estado, derrumbes en carreteras, fallas en la energía eléctrica, comunidades incomunicadas, decenas de enramadas destruidas en las del playas El Paraíso, Boca de Pascuales, El Real y Tecuanillo, sin contar los cultivos dañados.

Como habitante, viví tres de estos cuatro ciclones tropicales y me dejó la mejor enseñanza: Nunca subestimar a la naturaleza y siempre estar atenta a los comunicados y acciones que las autoridades difundan a la ciudadanía.
Pero pasemos a otro tema. Me refiero al de la historia de los terremotos en nuestro estado, y vaya que tiene datos importantes, pues basta investigar en archivos y documentos fidedignos para encontrar 14 sismos de magnitud considerable, en donde algunos corresponde a movimientos de placas, otros como resultado de las erupciones volcánicas, pero que el más leve está considerado en los 5.5 grados y de ahí las medidas son 6.5, 7, 7.3, 7.7, 8 y 8.4, por citar algunos y que ya tiempo atrás causaron muertes, daños materiales considerables y lesionados.

No necesitamos ser expertos en el tema para darnos a la tarea de investigar el territorio que habitamos, nadie que sea residente en nuestro estado puede pasar por alto que estamos en una zona sísmica y que si entre los terremotos, el más recordado es el de 1932 por alcanzar 8.4 grados en la escala Richter, mismo que produjo un tsunami que lamentablemente causó la muerte de 300 personas y devastó poblaciones no sólo en Colima, sino en el vecino estado de Jalisco y algunos puntos del país.

No se requiere de la erudición en las ciencias para valorar que el terremoto de 1932 ha sido uno de los más devastadores de la historia del país y a nivel mundial ocupa el vigésimo octavo lugar entre los más devastadores de la historia de la humanidad.

Pero no sólo eso, amable lector, lectora, aparte de los terremotos de 1995 y 2003 que son los más recordados, ¿sabía usted que el 27 de mayo de 1563, de acuerdo a los archivos históricos, ocurrió el primer terremoto que se tenga registrado en el estado de Colima y los expertos que realizaron el estudio lo catalogan de una magnitud de 7 grados en la escala de Richter?

Además, tenemos que en los años 1574, 1585, 1616, 1771, 1806, 1816, 1818, 1900, 1941, 1973 y los tres más recordados en la historia de Colima que ya cité anteriormente, son los sismos que de acuerdo a su grado de destrucción están registrados en las bitácoras y en los archivos históricos.

Uno de los problemas que como habitantes de esta bella tierra de mar y arena tenemos es el exceso de confianza, siempre minimizamos lo que pueda ocurrir con los desastres naturales y somos tan confiados que en ocasiones algunos desatienden los avisos de Protección Civil.

No hemos comprendido que debemos aprender a reaccionar de manera responsable ante la presencia de los desastres naturales y, sobre todo, no nos ha caído el 20 de lo afortunados y bendecidos que somos para estar en una zona tan vulnerable y a pesar de todo, gozar de estar bien.

Nunca he presenciado una erupción volcánica y espero jamás indagar sus efectos, lo que sí he aprendido es que vivo en una zona hermosa, de riqueza natural, pero de riesgos inminentes de ciclones, terremotos y erupciones volcánicas; no es alarmar a nadie, se trata de hacer conciencia, de cuidar nuestro ambiente y de entender que a la naturaleza no se le controla, uno se tiene que adaptar a vivir en ella, y para esto, no necesitamos ser expertos, requerimos ser responsables y conscientes.