CRISIS FINANCIERA
Por: Florencio Llamas Acosta
Para el sociólogo alemán Jürgen Habermas el aparato estatal debe realizar “dos tareas simultaneas: por un lado, debe recolectar la masa de impuestos requerida en detrimento de ganancia e ingresos privados, aplicándola con racionalidad suficiente como para evitar las perturbaciones de un crecimiento sujeto a crisis; por otro lado, la recolección selectiva de los impuestos, el modelo de prioridades reconocido para su aplicación y los propios rendimientos administrativos han de procurarse de tal modo que resulte satisfecha la creciente necesidad de legitimación. Cuando el estado fracasa en la primera de esas dos tareas surge un déficit de racionalidad administrativa y si fracasa respecto de la otra, se origina un déficit de legitimación.”
En nuestra entidad sin lugar a dudas el gobierno estatal y los ayuntamientos en los últimos dos sexenios han venido arrastrando un déficit de racionalidad administrativa y al mismo tiempo un déficit de legitimación. Ha sido común leer en los medios de comunicación que los gobiernos municipales a final del año no les alcanzan para pagar la nómina y a sus proveedores. Situación que en este año ha llegado a su mayor nivel histórico afectando al actual gobierno estatal y obligándolo a tomar decisiones radicales a costa de incrementar el déficit de legitimación.
Lo que acontece en Colima sucede en otros niveles y latitudes, es sabido que uno de los graves problemas que enfrentan las entidades gubernamentales en todo el mundo es el desequilibrio financiero, pues el gasto público siempre rebasa los ingresos, producto del propio modelo de Estado según Habermas.
Por lo tanto, el déficit de racionalidad tiene orígenes de tipo estructural, una de las causas es la existencia de una arraigada cultura paternalista en las propias entidades gubernamentales y la población, dicho de otra forma, el propio gobierno regularmente asume la responsabilidad de resolver todas las necesidades de empleo, educación, salud, seguridad, vivienda, etc., incluso de tipo personal, volviéndose incapaz de atender todas las demandas.
Por otro lado los ciudadanos exigimos de servicios de calidad, sin pagar impuestos, pues la extendida cultura del no pago ha generado una alta tasa de morosidad en el pago de los impuestos por los servicios, de tal suerte que cuando el gobierno busca ser eficiente en la recaudación, siendo responsable y cobra lo que por ley le corresponde la población se molesta, y realiza cuestionamientos severos al gobernante, obligándolo por temor a perder aceptación a tomar medidas populistas y funcionar administrativamente con déficit financiero o recurrir al endeudamiento público para intentar solventar las demandas de la población.
Por otro lado el modelo de prioridades del gobierno, es decir en lo que el gobierno gasta el recurso público, la falta de transparencia en el gasto y la ausencia de una cercana comunicación entre el gobernante y el gobernado no han logrado satisfacer las expectativas de la población colimense generando un déficit de legitimación de los gobiernos.
Ante esta situación, aplicando la filosofía popular que “ante grandes males, grandes remedios, es menester que los tres niveles de gobierno asuman una postura responsable rompiendo con este círculo vicioso de ser deficitarios en la racionalidad administrativa, y opten por ser eficientes en la recaudación y el gasto, teniendo un manejo trasparente y honesto de los recursos públicos para romper el mito de que todos los gobernantes roban y que el gobierno que cobra impuestos es un mal gobierno, ¿O usted como lo piensa?
*Maestro en Ciencia Política y Administración Pública. Catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Colima.
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