#MeToo Y BOTELLITA DE JEREZ

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PUNTO SOCIOLÓGICO

Por: J. Daniel Miranda Medrano

El suicidio del bajista y fundador de Botellita de Jerez  puso de nuevo en la polémica la ineficacia de las instituciones de procuración de justicia hacia las mujeres y el uso de Internet y de  las redes sociales, la muerte de  Armando Vega Gil, de 64 años,  ocurrió  luego de publicar una carta en Twitter que decía que fue acusado falsa y anónimamente de abusar sexualmente de una menor de 13 años.

 Vega Gil dijo en una entrevista que no era culpable y que estaba preocupado por cómo su hijo tomaría todo esto, también dijo textualmente antes de su fatal decisión:  “Permítanme aclarar que mi muerte no es una confesión de culpabilidad, al contrario es una declaración radical de mi inocencia. Solo quiero despejar el camino que mi hijo caminará en el futuro”.

Independientemente de la culpabilidad o no del músico mexicano, el Movimiento #MeToo ha adquirido una relevancia  que rebasa fronteras gracias a la red de redes, tanto para  mujeres (la mayoría) y hombres (los menos) que han sido víctimas de abuso o acoso sexual. Gracias a internet, muchas víctimas de maltrato sexual se  han animado a relatar sus historias y  a sentirse acompañadas gracias a estos espacios, y que sin ellos,  simple  y sencillamente se quedarían con sus secretos escondidos.

Este movimiento surgió (como era de esperarse) en Estados Unidos con la valiente denuncia de abusos que ocurrían en Hollywood, en lo que muchos analistas señalan como “una nueva revolución feminista”. En esta era híper comunicada el silencio de las personas abusadas finalmente se rompió.  Se fracturó el miedo a denunciar y se rompió la impunidad de los abusadores.

Pero siguiendo con el caso del músico,  la muerte de Vega Gil provocó un acalorado debate en las redes sociales mexicanas. Algunos cuestionaron que si era inocente debería haber limpiado su nombre en el sistema de justicia de México (como si esto fuera tan sencillo), mientras que otros dijeron que el tribunal de la opinión pública  en línea, ya lo había declarado culpable y había empañado su nombre para siempre.

Así, el surgimiento del movimiento #MeToo  aparece ante la inoperatividad de los sistemas de justicia contra las víctimas de acoso o abuso sexual, y en el caso mexicano, desde el punto de vista de quien esto escribe pone sobre la mesa las siguientes cuestiones:

La primera se refiere a la inutilidad, inoperatividad, nulos o escasos resultados de las instituciones que procuran ayuda o justicia  a las mujeres mexicanas, de las que Colima no es la excepción y que por ello ocasionan en el ciberespacio  el justo surgimiento de espacios alternativos de denuncia..

La segunda se debe al nuevo papel que están desempeñado las redes sociales, que por un lado se ha demostrado que actúan como espacios democráticos de denuncia pública o denuncias ciudadanas, pero por el otro, también se han convertido en peligros  juzgados en línea que sin más, linchan a personas e individuos  a veces injustificadamente  haciendo que en ocasiones desaparezca la línea que separa la información de la calumnia escudado todo ello en la libertad de expresión y la nula regulación de Internet. Y a todo ello debemos de agregar las múltiples  herramientas  informáticas que  distorsionan la realidad virtual en la web.

En el caso de Vega Gil, no es el espacio para juzgar su inocencia o culpabilidad, sino sencillamente poner en la mesa de las discusiones estas dos cuestiones, el uso de internet como espacio alterno de divulgación de atrocidades  ante la inexistencia de justicia para las personas violentadas, pero asimismo, el uso o abuso en que se incurre  que como ya lo señalé, pueden servir como ayuda o como herramienta de desprestigio.

Twitter: @jdanie17