MANZANILLO, EL FRACASO

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

El lunes 23 de marzo el secretario de seguridad y protección ciudadana, el sonorense Alfonso Durazo Montaño, admitió un rotundo fracaso en las acciones de seguridad en el puerto de Manzanillo sobre todo en homicidios dolosos, pues la violencia sigue dándose con la misma crueldad y puntualidad de siempre. Colima registra la tasa más alta en ese rubro por cada cien mil habitantes y esa situación lo evidencia.  Solo en marzo hubo 22 ejecuciones en el puerto. Y a nivel nacional, hay también un gran fracaso expresado en las más de tres mil víctimas  por homicidio doloso  registradas en  marzo pasado, que es el mes   más  violento del sexenio actual.

Dijo el alto funcionario federal  que no ha podido el gobierno  llevar la paz a Manzanillo, Ciudad Juárez y León,  que solo en estos tres lugares del país no se registró reducción en homicidios dolosos. Dicho de otro modo: el gobierno federal confiesa estar teniendo éxito en esa reducción casi en todo el país y espera que las cifras bajen. Pero los datos de marzo, sin embargo, con más de 3,000 homicidios dolosos, hacen sospechar de las cuentas felices del secretario Durazo. 

Como pauta del interés que el tema suscita en el más alto mando del país, el mismo ADM  acordó dos semanas antes  con los gobernadores redoblar esfuerzos y sincronizar acciones federales y estatales  para “seguir garantizando” la seguridad en estos tiempos de emergencia sanitaria. El gobernador Ignacio Peralta dijo por su parte  que es importante la corresponsabilidad que puedan mostrar los diez alcaldes pues solo con trabajo coordinado pueden ofrecerse resultados mejores. Y aquí, en Colima, la alcaldesa de Manzanillo, como si no hubiera problemas de inseguridad ahí,  ha mandado al gobernador a freír espárragos ignorándolo del todo en cuanta reunión convoca.

Es pertinente que el trabajo de las autoridades sea del más alto nivel de eficacia. No es fácil avanzar en pro de algún objetivo social habiendo en puestos de mando político personas de ideologías diversas incapaces de  visualizar que el compromiso con los partidos debe estar en un segundo plano y que primero está el interés general incluso antes que el de los suyos propios. Es decir, ya no es tiempo  que entre los disímbolos  se metan zancadilla para que caigan en ridículo ante los ciudadanos, sino marchar todos en la misma dirección.

La desunión es una de las mayores lacras que padecemos. Como dije en un artículo anterior, en nuestro país nos cuesta mucho trabajo  dialogar, convencernos de que hay una comunidad demandante y a la vez estupefacta observando el canibalismo de quienes no han entendido la esencia verdadera del servicio público, que ha de ser entrega cabal y alta responsabilidad de quienes tienen un mandato de la sociedad. Muchos han convertido la política en un instrumento de corrupción,  inequidad  e infortunio.

Hacen falta verdaderos líderes, los que con su sola presencia, casi sin hablar, convenzan a la gente a compartir responsabilidades en la construcción de lo bueno y verdaderamente útil.  Pero desgraciadamente, como lo plantea Zygmunt Bauman, mi autor de cabecera, las personas que se sienten inseguras, preocupadas por lo que puede deparar el futuro y que temen por su seguridad, no son verdaderamente libres para enfrentar los riesgos que exige una acción colectiva. “Carecen del valor necesario para intentarlo y del tiempo necesario para imaginar alternativas de convivencia. Y es que han comprobado que las instituciones políticas existentes, creadas para ayudar a las personas en su seguridad, les ofrecen poco auxilio” ( En Busca de la Política, FCE).

 Y no ser verdaderamente libre en esta época, digo  yo,  es equivalente a no aspirar fundadamente a la felicidad, a un status que permita el ejercicio pleno de todos los derechos inherentes a la persona humana, a tener un horizonte de prosperidad material y certeza de vivir en un mundo seguro que motive el esfuerzo humano.

Bien que se reúnan e intercambien información y buenos propósitos funcionarios que tienen obligaciones concretas a favor de la armonía duradera, desafío hasta hoy no superado. Les digo que ya tienen poco tiempo para ofrecer los resultados que prometieron. Falta poco tiempo para que el egregio tribunal ciudadano aplique la sentencia y califique sus actos, principalmente en el caso de Durazo Montaño y de algunos gobernadores que no dieron el ancho. Respecto a Colima, el gobernador IPS recupera terreno ante la pandemia ( a él si le vino como anillo al dedo) ofreciendo resultados positivos hasta hoy que nos permiten asegurar que en Colima quizás no la pasaremos tan mal. . . . si  nos seguimos cuidando y no se relajan las políticas oficiales.

Manzanillo debe ser objeto de máxima atención para solucionar el problema de inseguridad. Ha corrido ya y corre mucha sangre. Hacen falta estrategias  correctas, escrupulosas,   de largo aliento,  que se sienta el poder del Estado que tanto ha quedado a deber los últimos años.

La seguridad en un bien público que ha de garantizarse pero no solo en el discurso sino en los hechos. Cuando bajen las estadísticas de la violencia, diremos entonces que sí vamos por el camino más conveniente. Mientras tanto, hagamos votos porque así sea.