LUCHA POLÍTICA

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

Los buenos lectores podrían ya haber identificado las diferencias múltiples, podría decir la lucha de poder que tiene por actores a dos personajes claramente identificados: el gobernador Ignacio Peralta Sánchez y la delegada federal Indira Vizcaíno Silva. Ambos han argumentado con firmeza sobre las relaciones de poder entre el gobierno federal y el estatal.

Durante las últimas dos semanas, IPS ha insistido en los medios que la entidad requiere de más recursos para impulsar su desarrollo y, sobre todo, que la Federación considere a su gobierno en el diseño de políticas públicas. “Si somos un equipo ( con la Federación), lo lógico es que se nos tome en cuenta”, planteó el gobernador.  Expuso que la prioridad de su gobierno es la gente y que “no permitirá se vulneren facultades que le corresponden a él y a los alcaldes”.

Pero como donde las dan las toman, la delegada Indira ha expuesto que Colima recibirá 3 mil millones de pesos adicionales como aumento a sus participaciones federales, que deberán reforzar programas sociales a favor de adultos mayores, discapacitados y/ o jóvenes, “pero no para gasto corriente”. Estos recursos, ha reiterado, se entregarán vía bancaria a beneficiarios, es decir, no habrá intermediarios ni posibilidad alguna de que sean desviados a otros fines.

Estos dos políticos están jugando el papel que corresponde a cada uno. El gobernador quiere ser considerado a la hora de que la Federación haga sus cuentas para aplicar los recursos de sus programas, pero esta se reserva su manejo y control para impedir afanes clientelares que, en los hechos, se traducen en situaciones de control político que interfieren en procesos electorales deformando la democracia. Por su parte, Indira juega el papel que Amlo le indicó: cuidar los recursos federales al máximo para que íntegramente lleguen a su destino, independientemente de otras tareas organizativas y de control administrativo que le asignó como delegada estatal.

Amlo le sopla al jocoque y hace bien. El recurso público se convirtió en botín de gobernantes abusivos y ladrones. Desvíos y triquiñuelas por la mayoría de entidades exigían un golpe de timón, un fuerte manotazo en la mesa del poder. Varios sectores, entre ellos destacadamente el educativo y el de salud, se convirtieron en caja chica para gasto corriente y otros menesteres. Su uso se desvió con fines políticos y qué cree? Ningún pez gordo ni mediano ha pisado la cárcel a pesar de que son miles de millones de pesos los que se desviaron. Rosario Robles es intocable. Experta en archivar denuncias, la Auditoría Superior de la Federación es meramente una carabina de Ambrosio porque el que manda, el presidente de turno, le ordena no ir más allá de las indagaciones previas porque la salpicada dañará la imagen de altos funcionarios.

La administración pública es en los altos niveles un cochinero, pues. Un botín de los poderosos de turno a los que no les importa la suerte de millones de compatriotas que, en su sufrimiento, migran a otras ciudades o países porque no tienen donde vivir ni en qué trabajar,   se contratan con criminales o se roban el combustible poniendo, en estas tres actividades, en peligro su vida.

Amlo debe continuar en su avanzada contra la corrupción. Tiene el apoyo de la mayoría de mexicanos para limpiar toda lacra. Por lo pronto, tiene la sensibilidad de gobernar para los más pobres, pero tendrá que verse hasta dónde aguanta el presupuesto.

Los gobernadores, que están disgustados con el presidente, como el de Jalisco o el de Nuevo León, han de entender que se acabó una época e inició otra. Que se tienen que acabar los moches para ganar presupuestos, las licitaciones amañadas, los desvíos de dinero para apuntalar proyectos políticos personales o de grupo, en fin, todas las conductas ilegales que se dan en el ámbito gubernamental.

Respecto a Colima tenemos que Indira, a pesar de su juventud se comporta como una veterana de la política, se ha mostrado congruente políticamente, ordenada en sus propósitos, es pacífica y con el corazón bien puesto para servir a los colimenses. Y el gobernador, por su parte, tiene que defender los intereses de la entidad, estará en lo suyo haciéndolo.

Al final de toda tirantez política, debe imponerse el objetivo más consistente y puro: servir lo mejor posible a los ciudadanos. Quien se confunda con esta cuestión de principios, con este orden de interés, estaría faltando a sus convicciones. Que se entienda: lo que cuenta es el servicio a los colimenses.