LOS MUERTOS DE QUIEN NADIE SE ACORDÓ

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    La jornada comenzó desde las siete de la mañana, aunque mucha gente incluso decidió pasar la noche anterior en compañía de sus familiares para estar con esa persona fallecida que quieren recordar este 2 de noviembre, día de muertos.

    El Panteón municipal de Colima abrió sus puertas para recibir a más de 30 mil personas que llegaban a arreglar las tumbas, limpiar y ponerle coronas u ofrendas florales a sus familiares fallecidos.

    En la entrada, los comerciantes hacían su agosto en noviembre: venta de aguas frescas, fruta picada, comida, productos milagrosos para bajar de peso y lo clásico: coronas, flores, flores y más flores.

    Pero a pesar de la multitud, hubo tumbas que nadie visitó: aquellas a las que nadie recuerda; de personas de quien ya no tienen familiares quienes les llore o rece, o simplemente aquellos personajes históricos que sólo han merecido una restauración a su sepulcro.

    A pesar de que el panteón fue inaugurado en 1884, hay restos humanos que fueron trasladados al nuevo lugar y tal es el caso de Filomeno Medina, de quien muchos sólo saben que es el nombre de una calle del centro de la ciudad.

    Murió en 1868, la figura más representativa de la Reforma en Colima -reza su biografía- fue impresor, escultor, jefe de Policía, secretario de la Prefectura, Capitán de la Guardia Nacional, Primer juez de Registro Civil y Oficial Mayor de Gobierno.

    Su tumba, ubicada en uno de los pasillos más antiguos del cementerio, fue restaurada recientemente y luce un chillante color azul pastel que contrasta profundamente con el grisáceo material del resto de las sepulturas cercanas.

    En el panteón de Colima también se encuentra Ramón R. de la Vega, considerado el Benemérito del Estado, y gobernador colimense de 1861 a 1865, aunque su tumba está ahí, como todos los años, en el abandono.

    Por ese pasillo, puedes encontrar las tumbas semiderruidas de gente que murió hace casi un siglo: María Espinosa en 1910, Francisco G. Palencia en 1890, Jesús Martínez en 1883 o Zeferino Cárdenas en 1909.

    El Panteón que nadie visita


    Sobre la avenida Felipe Sevilla del Río y la calle Venustiano Carranza se encuentra un camposanto que nadie visita: el llamado “Panteón de los Gringos”.

    Se trata de un pequeño espacio con una escultura a la entrada y tumbas casi borradas, pero donde fueron enterradas personas extrajeras procedentes de Francia, Alemania y Estados Unidos.

    Es difícil ubicar los sepulcros por el mal estado en que se encuentran pero sus restos jamás fueron exhumados por lo que todavía yacen ahí familiares de las familias Levy, Schulte y Morril.

    Ese lugar no recibió visitas, ni una corona, ni una lágrima, ni siquiera un arreglo floral de esos que abundan en el otro panteón.

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