LOS MEXICANOS NECESITAMOS DESJUARIZARNOS

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Por José Díaz Madrigal

Las tres últimas colaboraciones dominicales, incluyendo esta; abiertamente han tenido la intención de llegar como objetivo final, al título de esta columna.

En la primera de estas colaboraciones, se hace la referencia, de como la historia oficial la que nos enseñan en la escuela; la que quiere que se sepa el grupo político dominante, nos muestra a un Juárez sobredimensionado en el imaginario colectivo.

En la segunda, se menciona quien fue el creador de la leyenda de Juárez. Porfirio Díaz, para mantener a raya a los problemáticos y rijosos juariztas, no tuvo problema de inventar (políticamente así le convenía) el mito a Juárez.

Para ilustrar el alboroto que causaban los juariztas, una crónica del año 1894 (ya bien instalado el porfiriato) da cuenta de como pequeños grupos de juariztas; sacaban alumnos de las escuelas para llevarlos al centro de la ciudad, a gritar las siguientes consignas: mueran los católicos, mueran los sacerdotes, muera el papa y, le seguían de corte con: viva Juárez, y viva Porfirio Díaz; esto último, era como un cumplido para Porfirio puesto que les daba chance de hacer desmanes; pero constantemente vigilados  en el recorrido por la policía de la montada y, estos no toleraban ningún vandalismo.

Para tener a su lado a estos grupos, Porfirio mandó levantar el hemiciclo a Juárez, en puro mármol blanco, que se encuentra en la Alameda Central; frente a la avenida que lleva su nombre, en la ciudad de México.

El periodo conocido como la Revolución Mexicana, se divide en dos partes; el primero relativamente tranquilo representado por Madero y el segundo que fue más largo, destructivo y violento; representado por Carranza.

Fue en este segundo periodo, donde se incrustaron como perniciosa infección; un grupo de jacobinos radicales, que mucho influyeron en Carranza y en los presidentes que le siguieron. Fueron estos jacobinos los que super inflaron el mito, de quien ha representado la discordia para los mexicanos, Benito Juárez.

Hemos vivido los habitantes de este país, prácticamente bajo el engaño histórico de grupos que se han encargado de fragmentarnos como sociedad. Desde las clases de historia en la primaria, se podría llegar a pensar, que se nos está mintiendo sistemáticamente; martillando la idea de que Juárez y lo que significa, es la parte buena del cuento. Sin saber que esto, es un cuento falso.

Los efectos en la educación del alumnado, han sido nocivos; pues la mente de un niño es fácilmente afectáble, demasiado tierna y muy maleable. Quedan marcados y sin duda casi es para siempre, la engañifa que nos tragamos en la escuela.

La educación del pueblo, tenemos que admitirlo; es un componente que da fortaleza, que pone cimientos para el desarrollo intelectual de las personas, desde la niñez hasta la vida adulta. Juárez, un tipo duro sin alma; no es ningún modelo a seguir.

En su largo peregrinar por el país, cuando anduvo a salto de mata; primero durante la Reforma y después durante la intervención, Juárez mismo comprobó que el pueblo no era liberal ni reformista. En las postrimerias de la intervención, Juárez le escribe a su yerno: todo Querétaro nos es hostil. Y en verdad no lo querían por lo que él personificaba: el caos, la rapiña y el desorden.

Nunca le hizo tributo a la honrada medianía, que tanto defiende López Obrador; se agandalló los fondos aduaneros, sobre todo el más importante de ese tiempo, Veracruz, se apropió de los fondos del clero y, vendió o regaló a sus favoritos para pagar servicios (entre ellos muchos americanos) las propiedades que les arrebató a la iglesia. Ni madres que le hizo honor a: el respeto al derecho ajeno. Que tanto pregonan sus defensores.

Como buen matón, insensible y vengativo; en sus más de catorce años de mandato, nunca logró tener al país en paz, con frecuentes focos de insurrección política en distintos lugares del país y un bandolerismo creciente, que tampoco fue capaz de abatir.

La historia es para contarse, para informar a quien guste de estar informado; la versión oficial ya la conocemos, sin embargo la de otros autores que no pertenecen al canon autorizado por el oficialismo; que son muchos, solo están como libros curiosos en los estantes polvosos de las bibliotecas. La historia son vidas pasadas que sirve como antecedentes para la vida actual.

Juárez no representa ni representó, el carácter del grueso de los mexicanos, Juárez no representa los valores ni las creencias del pueblo de México, Juárez fue un dictador disfrazado de demócrata; Juárez mismo acepta que no era querido.

Juárez no se merece que tantos pueblos, ciudades, calles, mercados, teatros y escuelas lleven su nombre. López Obrador dice que es el mejor presidente que hemos tenido. Sí es en el rubro de polarizar, engañar, dividir o destruir; ambos son los campeones, son idénticos en eso son los mejores.

Por tanto es concluyente, que para ser verdaderamente un pueblo libre y quitarnos ese tabú del benemérito; los mexicanos por salud moral, necesitamos desjuarizarnos.