LEONA VICARIO O LA GÜERA RODRÍGUEZ

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Por José Díaz Madrigal

Poco después de que los noticieros dieran a conocer las marrullerias de López Obrador, por medio de uno de sus secuaces; en este caso su propio hermano Pío, exhibido en una videograbación, recibiendo de forma ilegal fajos de billetes pertenecientes al erario publico; para su mal llamado partido político (que más bien parece pandilla de malhechores) Movimiento de Regeneración Nacional. MORENA.

Regeneración en este aspecto, es según el diccionario; la capacidad de conseguir que una persona o grupo de personas, dejen de lado las conductas dañinas. Concretamente de evitar el hurto o latrocinio de los bienes que corresponden al pueblo.

Se le cayó el teatro a López Obrador, en cuanto a su fastidioso discurso, de que no somos iguales, que nosotros no somos corruptos. López Obrador sin ningún signo visible de afrenta, porque es un grandísimo sinvergüenza; de inmediato salió a justificar lo que no tiene justificación. Puesto que lo agarraron en delito con las manos en la masa, empezó a confundir a la gente con puras analogías de falacia; diciendo que Madero había hecho lo mismo, pidiendo dinero que después regresó; que la célebre e imperturbable Leona Vicario prestó dinero para la independencia y que también le pagaron.

A lo largo de la historia de México y durante diferentes etapas de la misma, dando mayor realce a la etapa de la independencia, en atención a las fiestas patrias que ya están próximas, hay que decir que hubo muchas mujeres valiosas, que lucharon desde diferentes posiciones por la libertad de México y que no son reconocidas por la corriente de escribidores oficiales.

Prácticamente son dos damas las que se llevan el título de heroínas de la independencia: Josefa Ortiz y Leona Vicario. Sin embargo hubo una mujer con igualdad de mérito o quizá un poco más que las dos mencionadas y que no aparece en altar de la patria.

Se llamaba María Ignacia Rodríguez de Velasco, conocida popularmente como la Güera Rodríguez, por el color de su piel y sus cabellos de oro bruñido.

Desde su mocedad,  fue una mujer distinguida por su belleza, tenía presencia, apostura, cuerpo armonioso de suaves curvas; de fácil risa cargada de un poco de malicia.

El barón alemán Alejandro de Humboldt, fue un viajero infatigable, tuvo tratos con ella y; este refiere de la Güera: es la mujer más hermosa que he visto durante todos mis viajes por el mundo.

Don Artemio de Valle Arizpe, dice de la Güera, fue partidaria de los insurgentes; especialmente del Zorro, así le decían los amigos a Hidalgo cuando radicó en la entonces Valladolid.

Poco antes del 15 de septiembre de 1810, un soplón fue a delatar con las autoridades virreinales; los tejemanejes en los que andaba metido el Zorro-Hidalgo, preparando un levantamiento con el objetivo de independizar a la Nueva España.

Este soplón declaró que los conspiradores comandados por Hidalgo, estaban bien aprovisionados de armas que fueron compradas con dinero que daba la Güera Rodríguez. Cuenta además el delator, que don Miguel iba con frecuencia a la ciudad de México y se veía con la Güera; facilitándole esta, los recursos necesarios para todo tipo de gastos para la insurrección.

El terrible tribunal de la inquisición, mandó citar a la Güera; los jueces que mandaban en ese lugar, pensaron  que iba a llegar temblorosa, llorando de miedo. Le hacían los mandados, ella llegó sonrisa en boca, oronda y muy segura; examinando a sus interlocutores con sus bellos ojos color de miel, -eran tres los magistrados-  casi ni los dejó hablar; con la palabra fácil y fluida que tenía la Güera, a cada uno le dijo sus pecadillos, haciendo que estos señores cambiaran de un tono a otro; ya que los había desenmascarado, optaron por lo más conveniente. . . Mandarla a su casa. Con la Güera no podían.

Sí desde el inicio fue la patrocinadora económica de los insurgentes, fue también por su influencia, en gran medida responsable de la consumación de la independencia. Era muy solicitada en fiestas y tertulias que se daban en la capital, a donde llegaba era el centro de atención por su porte distinguido y por lo ameno de su plática.

Había en la ciudad de México, un grupo de peninsulares hartos de tanta tontería de Fernando VII, a este grupo se le llamó el clan de la Profesa, por la iglesia donde se reunían; a este grupo pertenecía también, la Güera Rodríguez.

Don Juan Ruiz de Apodaca, fue el penúltimo virrey de la Nueva España; tenía simpatías con el clan de la Profesa, por sugerencia de la Güera, nombró a Agustín de Iturbide, jefe del ejercito realista, con la consigna de acabar con Vicente Guerrero; con el andar del tiempo, Iturbide y Guerrero llegaron a un acuerdo y firmaron el plan de Iguala, que terminó con la guerra de independencia.

De este modo, la Güera mucho tuvo que ver con el fin de esta lucha y aquella rubia deliciosa de exuberante belleza; injustamente ha permanecido en el olvido de la historia oficial, tan solo por el delito de su hermosura.

Este año de 2020, se ha declarado el año de Leona Vicario. Alguna suerte debió haber tenido la circunspecta Leona, ahora exaltada por López Obrador, pero nomás por su feroz nombre, causa escozor en la piel.

Se escucharía con mucho mayor agrado, inclusive para un buen estado de ánimo decir: vivo por la calle que se llama de la Güera Rodríguez a decir, vivo por la calle de la Leona Vicario.