LECTURAS

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DE LA LETRINA 

Por: Noé Guerra Pimentel

Tendría poco más de diez años de edad cuando me encontré con la realidad de lo que en nuestro país significa hacer política. Fue en Armería un domingo de mercado cuando la gente reía entre sí mientras veían y se mostraban una hoja suelta como de periódico, curioso me asomé y lo que vi fue una foto en blanco y negro en la que entre letreros que no leí aparecía la escultura del Rey Coliman envuelta a medio cuerpo con un aparente mandil. No me hizo gracia, no como para que dejara de sorberle a mi ChocoMilk. En las pláticas de los días siguientes, cada vez más, escuché algo de “una vieja que quiere gobernarnos”. De pronto lo fui asociando y con los prejuicios heredados de esa edad también me indigné ¡No era posible! ¿Cómo nos iba a mandar una vieja? Esa era, esa es la política a la mexicana, así ha sido no sé desde cuando, pero sí desde entonces. Me consta.

Para mal esa práctica ha crecido y ya no se circunscribe a los grupos de un solo partido, sino que ha ido a más, en mucho por el crecimiento de otros partidos a donde oportunistas migraron la mayoría de los antagónicos internos del otrora partidazo. Hoy, a tres décadas de aquella vivencia, pareciera que se trata de “ganar a cualquier costo”. No tengo idea en qué parará tanta podredumbre, ruindad, bajeza y tanto fango de lo que parecen hacer acopio varios de los adversarios y sus bandos. A alguien le escuché decir que “Si quieres conocer tus defectos, lánzate de candidato y para tus virtudes, muérete”, a otros, que “las elecciones no se ganan con cartas de buena conducta” y el más socorrido: “difama, calumnia que algo queda”. Lo que hemos visto estos días, en mi opinión, sobrepasa los límites del elemental respeto y la buena vecindad. Lo bueno, así lo percibo, es que esas actitudes a diferencia de otros tiempos, aún no han cundido entre la gente, se han visto como “normales”, lo que no debiera ser.

Locho fue quien a través de un tercero inició su autopromoción con agresivos mensajes de doble interpretación exhibidos en sus más cuestionados espectaculares, aquellos que mostraban huevos, reatas y pitos, ahora sustituidos por lentes rotos y la puerta de una cantina acompañados por sendos mensajes, además de un discurso mediático, o sea sin pruebas, contra los “corruptos”. Preciado del PAN siguió con los señalamientos traídos desde el inicio de la anterior campaña acusando a otros actores con los que sin reconocer los suyos, vincula con Peralta, y últimamente, en lo que parece su nueva estrategia, presuntamente le dio por la producción de videos pagados en YouTube, donde sus dos principales adversarios, sin más pruebas que dichos sin sustento y en un caso ya desmentidos, son señalados como criminales. Nacho por su parte inició deslindándose y le entró al terreno de las acusaciones, algunas efectivas como la del Teletón: http://www.eluniversal.com.mx/articulo/estados/2015/12/18/pri-denuncia-preciado-ante-el-ine y otras mediáticas, como lo de la Trata de mujeres, la maleta del panista Padrés, el exgobernador indiciado por corrupción y el “No votemos por un borracho”, además de fijar su posición con lo de “Yo no pagaré los platos rotos de otros”, “A la cárcel los ladrones” y “No soy más de lo mismo”.

De los tres y en el mismo orden, cabe recordar que Locho se sigue vendiendo así mismo, lo que es comprensible ante la carencia de un Partido con identidad, ya no hablemos de arraigo o de presencia entre la gente. En el discurso de Locho solo hay de dos sopas y la otra ya se acabó: yo, yo y después otra vez yo, en todas sus variantes y para todos los gustos, como en los giros de comida rápida. Es el discurso del miedo, el mesiánico apoyado en la descalificación, el denuesto y el descrédito de los otros, de los malos con generalidades como propuesta, en las que para su posible gobierno establece lo que él no será, como la denuncia contra el Senador afirmando que se hace acompañar por gente armada: http://www.diariodecolima.com/2015/12/23/colima-no-quiere-otro-gobernador-borracho-y-corrupto/.

Mientras que en Preciado, contra los usos del PAN, su imagen institucional y tradición electoral, prevalece como desde con Fox la estridencia mediática, la acusación dolosa y evidentemente falsa, el lenguaje de odio, el de la revancha, el de la fanfarronada y el de la ordinaria división de clases (ricos contra pobres), en la que él se pone entre los pobres (¡Con la mitad de su “pobreza” me retiro!), aderezado con temerarias descalificaciones y audaces ocurrencias entre mentiras y verdades a medias, sin ofrecer, dentro de su singular interpretación de la “alternancia”, propuestas serias, sustentadas o posible visión de gobierno.

Por su parte Nacho, el candidato del PRI con sus aliados del PANAL, PT Y PVEM, sigue siendo reactivo, aunque a diferencia de los otros en su mensaje, salpicado con algunos señalamientos y precisiones aclaratorias, ha hecho prevalecer la propuesta viable y el compromiso responsable ante la posibilidad de ser ratificado por el voto de la mayoría, discurso que reitera en sus espectaculares y mensajes de radio y televisión o en entrevistas, donde con mayor receptividad que la vez pasada ofrece un gobierno diferente con énfasis en su distanciamiento con la administración anguianista, a la que lo han querido adosar.

Bueno, pero mientras tanto todo eso ocurre, yo solo le deseo ¡Feliz Navidad!