LAS MISMAS VAINAS

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TAREA PÚBLICA

Por: Carlos Orozco Galeana

En Argentina y Colombia la palabra vaina se ha vuelto muy popular para expresar un sinfín de cosas, así como en México el concepto “la chingada” se adoptó para sugerir mil desgracias, despreciar a alguien  o  externar cualquier deseo malsano.  La vaina se ha vuelto tan popular y se ha extendido de una manera tan apabullante que es una de las pocas palabras que se usan por igual en todas las regiones de ambos  países, desde la alta montaña hasta la playa, pasando por campos y ciudades, aldeas o capitales.

El primero de nuestros diccionarios en que apareció registrada esa palabra fue “Costeñismos Colombianos”, del presbítero Pedro María Revollo, publicado en 1918. El padre aprovechó para echar un vainazo: “En la Costa se considera inculta y muy vulgar esta palabra, que no debe oírse entre gente decente”. Miren esta auténtica curiosidad: En los comienzos de nuestra lengua había un proverbio que decía: “Le dieron con vaina y todo”. Significaba que a una persona la habían insultado de una manera tan afrentosa, y con tantos improperios, que era “como si la hubieran herido no solo con la espada, sino hasta con el estuche.”

Si la usamos en México, es como para decir, más o menos: “nos están dando atole con el dedo”, más de lo mismo, “la misma vaina”; no me vengas con lo de siempre, “con la misma vaina”, y así, así, como dicen hoy los jóvenes.

Pues fíjense que la 4T nos está saliendo con la misma vaina, nos está dando no solo con la espada, sino “hasta con el estuche”, nos está quedando a deber ya con la transparencia en los usos del poder, exigencia que, al parecer, ya no es escuchada por los ahora poderosos morenistas.  

Se ignora que la transparencia debe entenderse como la capacidad que tiene el pueblo de asomarse y comprobar  cómo  procesan acuerdos los políticos y cómo se orientan sus decisiones. En la 4T, alguien ha decidido que “qué tanto es tantito” al olvidar la aplicación de la normatividad en las adquisiciones de cuanta cosa adquiere el gobierno.

En marzo de 2019,  Mexicanos contra la corrupción y la impunidad revisó las compras de la nueva administración y dictaminó  que 74% de los 28,458 contratos otorgados hasta ese momento se habían entregado a través de adjudicaciones directas, mientras que la licitación pública (que es el mecanismo que debería ser usado como regla), sólo había sido utilizado en 18% de los contratos. 

A mitad del año,  MCCI  averiguó que  “las adjudicaciones directas no sólo siguen siendo el método de asignación favorito del gobierno, sino que se han incrementado en comparación con el trimestre anterior: al 30 de junio, 77.4% de los contratos se han entregado de manera directa mientras que las licitaciones abiertas sólo se han usado en 15.9% de los contratos”. Como entonces, la Presidencia de la república exigirá a los gobernadores  que respeten las leyes y transparenten los procesos de adquisición  que se prestan a corrupción? ¿Si el jefe no pone el ejemplo, entonces quien? Amlo no  está actuando con transparencia en las compras gubernamentales. 

Más datos: si se compara con otros años, esos eventos significan una continuidad con las administraciones previas. Entre 2010 y 2018, en promedio, las asignaciones directas se usaron en 72% de las compras, mientras que las licitaciones públicas sólo se usaron 14.5% de las ocasiones. De esta manera, “el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, tal como sus predecesores, continúa asignando directamente 3 de cada 4 contratos gubernamentales.” O sea ¡otorga más contratos discrecionalmente  que EPN!

Esta práctica, ciertamente,   vulnera la Constitución y las leyes que establecen que las licitaciones públicas deberían de ser la norma y no la excepción y  se encuentra en abierta contradicción con las propias promesas, discursos y objetivos legales definidos por el presidente, definió la organización. 

MCCI recordó el compromiso de Amlo en su libro 2018, La  salida: Escribió: “es fundamental que exista acompañamiento y fiscalización ciudadana en las adquisiciones y contratos de obras y de servicios públicos” y, para las compras de gobierno, recomendó varias medidas, entre las que destacan “licitaciones abiertas y la vigilancia de la ciudadanía». La promesa no se ha cumplido. Se le olvidó  a Amlo en  poco tiempo.

Coincido con Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad en el sentido de que se le tiene que dar reversa a este tipo de prácticas que ponen en entredicho un compromiso fundamental con la transparencia, pues lo que se ha visto hasta hoy en la materia que comento es ¡pura vaina! O en plural, si gustan. . . .