La vida buena

0

Por: Jonás Larios Deniz*

La pregunta sobre cómo vivir la vida parece poco importante hoy en día. La mercadotecnia responde con fuerza a esta cuestión, impidiendo la duda y menos aún la reflexión acerca de lo que somos y a lo que aspiramos en este mundo. La mercadotecnia nos arrasa, más ahora que se ha convertido en un poder fáctico, que de manera invisible construye las nuevas formas de vida.

De acuerdo con el sitio web Definición.de, “la mercadotecnia o marketing consiste en un conjunto de principios y prácticas que se llevan a cabo con el objetivo de aumentar el comercio, en especial la demanda. El concepto, también hace referencia al estudio de los procedimientos que persiguen dicho fin. La mercadotecnia pretende posicionar un producto o una marca en la mente de los consumidores”. De la importancia del ser, pasamos a la de tener, de allí a la de comprar.

Es curioso, pero lo importante ahora no es solo comprar, ya no radica en ello allí el valor de la buena vida. Lo trascendental es vender, esto no significa que todas y todos seremos vendedores de algo, sino que buscaremos ser militantes de las marcas más exitosas. Hace unas semanas escuché que dos mujeres y un hombre, todos jóvenes, hablaban de la incorporación de Jennifer López, artista hollywoodense de origen latino, a la colección de ropa de la tienda Coppel.  Una de ellas se reía con sorna, expresó que ahora las chicas se creerían artistas internacionales.Otra más hablaba de que los precios subirían y ya no podría comprar su ropa en esta tienda. El joven hablaba de lo bien que se veía Jennifer y lo bien que se verían sus amigas si decidían vestir de la manera que proponía la campaña de mercadotecnia de la tienda en cuestión. Los tres jóvenes habían sido alcanzados por la campaña y empezaban a construir su estilo de vida a partir de lo que ésta les planteaba. Así, cada una de las marcas van generando el concepto de felicidad a partir de lo que ellas venden.

Ahora bien, me interesa plantear el concepto de buena vida y vida buena para diferenciarlas. La buena vida es la satisfacción de los placeres, aquellos que se cumplen con la venta de los productos de las grandes marcas. Es interesante remarcar que no es lo que compran y consumen, sino lo que venden las marcas que más “valen”. Así, la buena vida no significa comprar una botella de vino y emborracharse con ella, tendrá que ser una botella de vino de muy buena marca. La buena vida es cada vez más difícil de conseguir y la frustración es mayúscula. En contraparte, la vida buena es muy sencilla, paradójicamente, no tiene un precio.

La vida buena no tiene que ver con las marcas. La vida buena es la alineación como persona a un valor y ser congruente con él en todo momento, identificando los logros y mejoras en el autoconcepto, lejos de los conceptos que proponen las marcas, sobre todo las marcas que imponen las nuevas tendencias. Si se elige un solo valor, podremos vigilar nuestros desempeños diarios en función de ese valor en específico. Respetuoso o respetuosa, solidario o solidaria, amable, sincero o sincera, sencillo o sencilla, responsable, etc. Al principio, pocas personas te creerán, sobre todo si tu discurso anterior era identificado con la buena vida. Después, tu autoconcepto diario frente a los demás y frente a ti (no sé en qué orden) será coincidente con el valor que elegiste y ahora estás viviendo. Lejos de la buena vida, dentro de la vida buena. Permítanme compartir que yo cambié el valor de la competitividad hacia la productividad y el trabajo por el valor de la amabilidad en la productividad y el trabajo. Con orgullo puedo decir que soy un profesor-investigador amable. Lo demás se va dando por añadidura.

Profesor-investigador de la Universidad de Colima