LA REALIDAD SIN ANESTESIA

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AL DESNUDO

Por: Edgar Rodríguez 

Se nos prometió un sistema de salud “mejor que el de Dinamarca”. Qué dicha, ¿no? Pero bastó con poner un pie en cualquier hospital público para entender que esa frase, lanzada entre risas por el presidente López Obrador, era más bien un cruel chiste. Uno de muy mal gusto. Porque lo que realmente se construyó durante su gobierno no fue un sistema de salud modelo… sino una tragedia institucionalizada.

La realidad golpea sin anestesia: México padece un sistema de salud colapsado, caótico, desmantelado y sin rumbo. La falta de especialistas ya no sorprende, los hospitales sin equipo son casi rutina y lo más escandaloso —y criminal— es la escasez de medicamentos. No cualquier medicamento: los esenciales, los que salvan vidas. A cambio, lo único que ha crecido es el desánimo, el enojo y la desesperanza de miles de pacientes a quienes el Estado les da la espalda todos los días.

Pero claro, todo esto es parte del noble sacrificio por “acabar con la corrupción del pasado”. Así justificaron la desaparición del Seguro Popular que, si bien no era perfecto, al menos existía. En su lugar llegó el INSABI, una ilusión que duró lo que un suspiro. Luego vino el IMSS-Bienestar, ese Frankenstein institucional que no termina de entenderse y mucho menos de funcionar. Y mientras tanto, la gente sigue muriendo… pero eso sí, el Tren Maya va viento en popa.

Datos del colectivo Cero Desabasto dejan claro el tamaño del desastre: el sistema de salud mexicano es hoy un terreno fragmentado, desigual y en perpetuo experimento, donde el paciente es el conejillo de indias y la salud, un privilegio. Las consecuencias se miden en vidas perdidas, tratamientos interrumpidos y médicos rebasados.

¿Y qué pasa en Colima? Nada distinto. El caos nacional encontró aquí tierra fértil. En febrero, médicos del Hospital Regional Universitario suspendieron servicios ante condiciones laborales indignas. ¿La respuesta de la gobernadora Indira Vizcaíno? Una mezcla entre evasión, cinismo y autoelogio. Dijo haber detectado corrupción (como si eso justificara todo) y hasta se atrevió a presumir la “agilidad” con la que se usan los medicamentos. Señora gobernadora: la rapidez con la que desaparecen los insumos no es eficiencia, es desabasto.

Se dice que…

*Porque el problema no es solo en el HRU. Basta con visitar cualquier clínica del IMSS o del ISSSTE en la entidad para presenciar una especie de distopía tercermundista donde hay más papeleo que soluciones, más pacientes en pasillos que en camas, y más promesas que resultados. Y mientras tanto, la clase política se enorgullece de su “transformación”.

*La salud en México no mejoró. Se convirtió en un terreno de simulación. En una serie de discursos huecos que insultan la inteligencia y el dolor de quienes esperan una consulta durante meses o mueren sin tratamiento. Aquí no hay Dinamarca. Aquí no hay ni paracetamol.

*Las opiniones expresadas en este texto de opinión, son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a CN COLIMANOTICIAS.