LA IGLESIA, POR EL VOTO LIBRE

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TAREA PÚBLICA

Por CARLOS OROZCO GALEANA

En cada momento crucial de nuestra historia, hace presencia la Iglesia católica, por lo que ante la elección siguiente no podía faltar su opinión interesada para que ese ejercicio social de suyo tan valioso tenga los resultados que esperamos todos: escoger en libertad, de entre los mejores, a quienes dirigen las instituciones y el destino de los mexicanos.

Estamos al cuarto para las doce, en una hora delicada, cuando se vive en situaciones de desesperación en muchos lugares convertidos en tierra de nadie, en donde se multiplican las víctimas de la violencia política sin que se ponga remedio. Como que hay dos Méxicos, el que trabaja arduamente todos los días y que se rige por el respeto a la ley, y el otro, el de la otra cara, el que desconoce el orden jurídico y donde se impone la ley del más fuerte, del más violento.

Incluso, la propia iglesia católica ha visto como, entre la violencia y la pandemia, ha disminuido el número de sus pastores, haciéndolo más exiguo ante las necesidades espirituales. Su pesar es inmenso pues los desafíos son crecientes y difíciles de superar. Para empezar, tenemos enfrente la elección de junio, una oportunidad valiosa de proveernos de mandos políticos y representaciones funcionales, reivindicativos, que realmente se orienten hacia el bien y por el bien.

No podemos elegir mercenarios de la política, que en todos los partidos los hay por montones. Hemos de ser muy cuidadosos, discernir mejor acerca de lo que nos une y más nos conviene. Colima no está para experimentos, sino para el cambio hacia una vida nueva, donde se aprovechen nuestros recursos, se respeten los derechos humanos y a las instituciones, donde la vida tenga el más alto valor, donde se respeten nuestras tradiciones, donde los cambios sean consensuados y el destino se observe más claro, donde opere un estado de derecho capaz de guiar la vida social.

Desechar con el voto a los que no han cumplido, recomienda la iglesia católica ( Del Noticiero, 31 de mayo). Pide que los ciudadanos voten con inteligencia,

responsabilidad y libertad “más allá de la propaganda política, de la manipulación, que muchos intentan, más allá ( de los intereses, supongo), de los iluminados o tramposos”. Ante la indiferencia de las autoridades se requiere una ciudadanía responsable, pacífica, participativa, y dispuesta a dejar de lado las “ideologías estériles”.

En el párrafo anterior, pareciera que está expuesto el mensaje central eclesial. En la elección nos jugamos no solo el presente sino el futuro. Lo positivo de todo es que la Iglesia no toma partido ni escoge candidatos. Si lo hiciera, no dejaría “títere sin cabeza” pues tiene una experiencia en humanidad y fácilmente, orientaría el voto en el mejor de los sentidos, pero no es su vocación y menos su propósito asaltar la libertad y la dignidad de las personas a las que respeta aun cuando actúen equivocadamente. Recuerda, todos los días, que el hombre fue creado libre y como tal tiene derecho a acertar y a equivocarse.

Colima se equivocó hace seis años. Hoy no puede darse ese lujo de fallar. El gobierno recaerá seguramente en una dama a juzgar por las encuestas; sin embargo, tendremos que esperar a los resultados para saber el camino escogido por la mayoría.

Atrás habrán quedado los falsos liderazgos, los construidos a base de engaños, de confundir con publicidad profusa e interesada. Por eso la iglesia da su opinión a tiempo y plantea la necesidad de que los ciudadanos asuman su responsabilidad para que se tenga derecho a exigir.

Está dicho todo, los colimenses tenemos que razonar nuestro voto, guiarnos con nuestra inteligencia; hemos madurado lo suficiente para identificar capacidades en quienes desean gobernar, no podemos llamarnos a engañados cuando nuestra conciencia es libre y no se perturba fácilmente por “ideologías interesadas”.

Si acertamos, si elegimos correctamente a nuestro gobernante y a los representantes populares, habremos dado un paso en firme; vendrán seis años de realizaciones, de mejor trato con los ciudadanos; tendrán que redoblarse esfuerzos para que Colima se desarrolle como debe ser dado su potencial, que es enorme. Debemos exigir claridad en los tratos gubernamentales y vigilar para erradicar los moches en las licitaciones

públicas. Ya basta de triquiñuelas. No queremos gobernantes traficantes de influencia, ni castas de privilegiados y beneficiados con cuanta acción hay en el campo de las inversiones públicas. La prensa libre y las redes sociales han de operar a plenitud para que el gobierno no se convierta en cueva de Alí babá, donde la corrupción sea el pan de cada día.

Acudamos a las urnas el domingo próximo, hagámoslo confiados en que la jornada será creíble en sus resultados, dinámica, ejemplar. Piénsese en que con cada voto depositado libremente construimos un Colima mejor para nosotros y para nuestros hijos. Que nadie se quede en casa esperando a ver qué pasa ese día. Ejercitemos nuestro derecho de votar.