La grandeza de la mujer

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Entre libros y café

Por: José Luis Cobián León

“El sexo femenino no es el débil, es el más noble de los dos por su poder de sacrificio y de silencioso padecimiento. La intuición de la mujer sobrepasa a la arrogante pretensión del hombre”. Así es la grandeza de las mujeres y su intensidad de madres, que fueron bellamente descritas por Gandhi.

A lo largo de la historia y en la actualidad existe esa bella mujer llamada madre, aquella señora del hogar que le batalla en las mañanas para levantar a sus hijos para que vayan a la escuela, que los cobija y los lleva de la mano por la vida: enseñándoles el amor y el respeto.

También, esta mujer siempre va mostrando su incondicional apego a sus hijos, a la familia, que como dijo Fernanda Familiar, “aquella que en mis sueños y en mis recuerdos aún acude como la sangre a la herida”.

En el libro “La Señora de los sueños” de Sara Sefchovich, nos narra y nos hace comprender, quién es esa mujer “la ama de la casa”:

“Ama de casa, esa soy yo, ama y señora del hogar, paso el día de un cuarto a otro, tiendo la cama aquí, doy vuelta a la sopa allá, después paso un trapo húmedo, acomodo una vez más los adornos. Soy la reina de la casa, la patrona de la licuadora, de la ropa sucia, de los sartenes y la plancha, la mujer libre para elegir si gasta su tiempo en ordenar o limpiar, si gasta su dinero en jitomates o en pan, si gasta su esfuerzo en el mercado o el centro comercial”.

“Temprano cuando suena el despertador y mientras mis súbditos abren llaves de agua, revuelven cajones, andan aprisa y cierran puertas, yo parto la fruta, frío los huevos, tuesto el pan y preparo el café. Y aunque esto sucede todos los días de mi vida, aún me sorprende la velocidad con que ocurre… y luego el silencio profundo en que quedamos sumidas las dos… la casa y yo.”

Así inicia esta bella obra de Sara Sefchovich, basada en el personaje Ana Fernández, que pensaba que el único sentido de su vida era ser madre de tres hijos y esposa, pero encuentra la dulce seducción de los libros, con los que aprende que ni la riqueza ni la libertad conducen a la dicha, y que todo es posible, puede ser científica y revolucionaria, amar con pasión y vivir en el desapego; construir un país o encontrar la fe, donde lo más importante es revalorarse, amarse, lograr la atención y respeto consciente de su familia, logrando una fina y amorosa integración.

Sara Sefchovich nació en la ciudad de México en 1949. Es socióloga e historiadora, investigadora de la UNAM y comentarista de radio y prensa, conferencista y traductora, madre y esposa. A publicado numerosos estudios sobre cultura y literatura, entre ellos Ideología y ficción en Luis Spota, Mujeres en espejo: narradoras latinoamericanas del siglo XX, México: país de ideas, país de novelas y La suerte de la consorte. Como narradora ha publicado las novelas Demasiado amor (Alfaguara 2001) y vivir la vida (Alfaguara 2000).

Puntualizar que el libro propone en el lector, la conciencia, el ánimo, la alegría, la cultura y el hambre por la lectura. Finalmente tenemos que tener presente aquella frase de J. Lindstrom: “Con demasiada frecuencia olvidamos lo mucho que puede valer una espontánea palabra de aprecio”. Para que no quede nada en el tintero.

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