Hambre amateur

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Por: Christian Martinoli

Durante el buen debut mexicano en el Mundial Sub 17 ante Argentina, se planteó en pleno juego la pregunta de ¿cómo hacer para que más chicos de esta edad mantengan el nivel y puedan consagrarse en la máxima categoría y, por ende, en la Selección mayor?

Desde la hoguera de opinión que representan las redes sociales, el ‘Pollo’ Briseño, capitán y Campeón del Mundo en el 2011 con el cuadro azteca Sub 17, así como actual elemento de Tigres, mencionó que México ya es superior en menores de 17 años a varias naciones históricamente importantes dentro de este juego. Sin embargo, aseguró que el asunto clave es que mientras en otros países los muchachos de 18 años en adelante tienen oportunidades constantes de jugar como titulares en Primera, en México se le da prioridad a la contratación de foráneos o a la retención de cartuchos casi quemados con pasaporte nacional, que terminan ocupando sitios continuamente que podrían utilizar nuevas caras.

Como se sabe, las respuestas hacia el joven que surgió del Atlas, fueron de todos colores, normal, quien piense que encontrará unanimidad en sus ‘verdades’ está loco. Le dijeron de todo para bien y para mal. El asunto es que tocó uno de los tantos puntos vitales que tiene este complejo tema.

Recientemente, para poner un ejemplo, me decía Antonio Rosique, periodista y amigo de TV Azteca, que convivió de cerca con los jugadores de las Sub 22 que terminaron invictos en el Preolímpico. Toño comentó que era una delicia compartir espacio con estos jóvenes, porque daban tiempo y espacio para entrevistas, que nadie hacía caras, que todos estaban disponibles, en fin que ayudaban a que los medios de comunicación hicieran su trabajo. Además, observó que todos cargaban su maleta, colaboraban moviendo porterías en los entrenamientos y siempre estaban dispuestos a echarle una mano a la gente de la utilería. En pocas palabras, que todavía no se habían mareado a pesar de que prácticamente todos ya tienen experiencia en la Liga MX.

Esto por obvias razones suele pasar con muchos de los futbolistas que juegan para la Sub 17, obvio, después de triunfos importantes tenemos ya consagradas excepciones y también por qué no, gratas revelaciones de comportamiento luego de la gloria.

Cuando uno tiene 17 años desea comerse el mundo con la mano, es idealista y sueña con lo mejor siempre, aunque la realidad es, que la inmensa mayoría de lo que se anhelaba a esa edad no se logra en el futuro, porque la vida y la mente son bravas, y porque para llegar al triunfo en etapa adulta hay que tener perseverancia, cabeza fría, pies puestos sobre la tierra, ahínco, trabajo, paciencia, sacrificio, tolerancia, resistencia y una pizca de suerte para estar en los momentos justos a la hora adecuada.

En el futbol, la pelota va para muchos lados, es decir, cuando triunfas con un entrenador nacional, no es indicativo que cuando regreses a tu club lo vayas a hacer en automático con otro técnico. Este juego es cuestión de gustos, instantes, formatos de trabajo y tácticas distintas, porque incluso a la misma persona que un día que le fascina tu futbol, al otro le puede parecer limitado porque los resultados inmediatos no llegan y su puesto como responsable está en la cornisa.

Sin olvidar, que los entornos del jugador son fundamentales, ya que en un enorme porcentaje, carecen de autocrítica y son rebozados de halagos pero ante todo, están repletos de solapadores en que en lugar de ayudar están más cerca de perjudicar al propio protagonista al justificarle cualquier arranque de locura por el simple hecho de que ‘es joven y debe vivir’.

También sobra decir que en México con dos años ‘buenos’ en Primera, los jugadores ganan más dinero que elementos consagrados de clubes grandes del futbol sudamericano y si eres figura en nuestro campeonato, solo las potencias europeas son capaces de superar los altos sueldos que aquí se entregan.

Está claro que no se trata de que el futbolista sufra una vez que ha llegado al máximo nivel, pero a veces el dinero en exceso y la idolatría automática que adquieren va en detrimento de su desempeño dentro del campo.

Lo que ha logrado el futbol azteca, algunos clubes, es nutrir de talento a las selecciones con límite de edad, mismo que comienza a consolidar una marca país dentro del deporte más importante del mundo. El asunto es ver cómo se puede en mediano plazo hacer que estos chicos que ganan, lucen, juegan y respetan los entornos del balón y todo lo que esta profesión conlleva, consigan mantener como adultos esa única y casi irrepetible sensación de disfrutar el juego y tener el hambre amateur que los hizo soñar con ser profesionales.