GENIOS SIN NOBEL

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    Aunque sus aportaciones cambiaron el rumbo de la humanidad, figuras como el inventor Thomas Alva Edison; el ingeniero Nikola Tesla; el astrónomo Fred Hoyle o el químico Dmitri Mendeléyev -que sentó las bases de la tabla periódica de los elementos- nunca recibieron un Nobel de Física o Química.

    En la historia del galardón -que comenzó a entregarse en 1901, como lo pidió en su testamento el industrial y filántropo Alfred Nobel y que hasta 2011 había sido entregado a 853 individuos u organizaciones- también se han registrado casos que algunos especialistas califican como notables omisiones.

    Una de ellas se remonta a 1962, cuando recibieron el galardón en la categoría de Fisiología y Medicina los descubridores de la doble hélice que forma el Ácido Desoxirribonucleico (ADN), la estructura donde están codificadas las instrucciones para reproducir un nuevo ser vivo.

    El Nobel de ese año, otorgado a Francis Crick, James Watson y Maurice Wilkins por sus hallazgos concernientes a la estructura molecular de los ácidos nucleicos y su importancia en la transferencia de información entre los organismos vivos fue uno de los pilares de la biología molecular.

    Pero no se incluyó a otros colaboradores como Erwin Chargaff, Oswald Avery y señaladamente a Rosalind Franklin, biofísica inglesa cuyas imágenes obtenidas mediante difracción de rayos X ayudaron a determinar la estructura helicoidal de la molécula de ADN que hoy vemos en los libros de biología.

    El Primer Mundo arrasa

    El físico y doctor en Ingeniería Rafael Fernández Flores, de la UNAM, reconoce que los Premios Nobel de Física, Química y Medicina constituyen un gran estímulo a los investigadores, pero al tiempo reconoce que en las listas “no necesariamente son todos los que están, ni están todos los que son”.

    El académico subraya que el galardón se ha repartido más entre científicos de naciones desarrolladas, con condiciones más favorables de trabajo: “Debe haber muchos investigadores tercermundistas cuyos logros no tuvieron la resonancia que habrían tenido en otro país”.

    Una revisión de las estadísticas permite verificar que, en sus cinco categorías originales, los Premios se han dado a individuos o corporaciones -sin contar los de organizaciones internacionales- principalmente de naciones desarrolladas como EU (más del 30% de los galardones), el Reino Unido, Alemania y Francia.

    En un recuento efectuado por Wall Street Journal (datos hasta 2009) se observa que la lista es liderada por las universidades de California y Harvard y el Instituto Max Planck (Alemania). Le siguen las de Chicago, Stanford y el Massachusetts Institute of Technology, también de EU. El sitio 9 lo ocupa la de Cambridge (RU), el 15 la de Heidelberg (Alemania) y el 16 La Sorbona (Francia).

    Hay explicaciones para el hecho de que hayan quedado excluidos algunos miembros de equipos académicos cuyo trabajo fue reconocido. En los estatutos de la Fundación Nobel se establece que en ningún caso el Premio debe ser dividido entre más de tres personas.

    También se especifica que el galardón debe ser otorgado a las organizaciones o individuos que durante el año anterior realizaron grandes aportaciones en beneficio de la humanidad.

    ¿Descubrir o inventar?

    Sin embargo, el galardón en el terreno de la ciencia y la medicina ha menudo se ha concedido a las aportaciones desarrolladas a lo largo de una carrera, en vez de considerar solo el año anterior (lo cual es difícil ponderar en primera instancia).

    Otra tendencia marcada a lo largo de la historia es que los comités de premiación han elegido sobre todo descubrimientos científicos (más del 70% de los galardones en Física corresponde a este rubro) por encima de las invenciones.

    Rafael Fernández Flores coincide con el argumento de que las aportaciones técnicas han quedado relegadas frente a los trabajos teóricos-científicos. Y no solo en física, sino en medicina, como lo muestra -dice- el ejemplo del cirujano sudafricano Christiaan Barnard, quien hizo el primer trasplante de corazón humano en 1967.

    “Pensé que le darían el Nobel de Medicina, pero esto no ocurrió. Esta labor (la cirugía duró 9 horas y en ella participaron 30 personas) fue la de un gran técnico; no vería ninguna objeción en premiar ese tipo de esfuerzos cuando se realizan con tal grado de destreza”, argumenta.

    Miguel Alcubierre, director del Instituto de Ciencias Nucleares-UNAM, dice que ahora podría esperarse la designación de Peter Higgs y otros físicos que propusieron en 1964 el bosón de Higgs, que parece ser la partícula detectada en julio pasado en el Gran Colisionador en Europa.

    Fuente: EL UNIVERSAL