Escaparate Político (Primera de dos partes)

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Por: Amador Contreras Torres 

NUEVO MODELO. El discurso de Andrés Manuel López Obrador, no deja lugar a dudas es una ruptura con el modelo económico neoliberal que le fue impuesto al país desde 1982 con la llegada del grupo tecnocrático al poder y cuyo líder visible es Carlos Salinas de Gortari, después de 36 años en que la concentración de la riqueza y la desigualdad se expresa en el país a niveles bastante graves y preocupantes. Ese fue el verdadero motor del cambio político cuyos efectos aun no acabamos de ver. Por el bien de México, tras el fracaso del modelo gerencial de gobernar, como si los presidentes fueran los gerentes de país pero las decisiones se toman en el Banco Mundial y en el Fondo Monetario Internacional, de acuerdo con las tesis impuestas por el llamado consenso de Washington, los mandatarios no aplicaban un modelo de desarrollo que viera primero por el pueblo y después por los compromisos internacionales. Luego de agradecer sinceramente a Peña Nieto por no haber intervenido para torcer la voluntad popular, López Obrador arremetió sin piedad contra Peña Nieto, restregando la desigualdad, la corrupción pública y privada que revelan el fracaso de 36 años del modelo neoliberal. Digamos que tras la primera cortesía política, después se fue a mansalva de frente contra el expresidente que ya nada podía hacer para defenderse. El triunfo en las urnas de una fuerza opositora y el reconocimiento por la autoridad electoral y por el presidente en funciones es la prueba maestra de que hay democracia en México. Yo creo que AMLO se le pasó la mano con Peña Nieto y hubo rudeza innecesaria. O sea que Salinas y sus amigos multimillonarios se la hicieron al grupo de la izquierda en México y Peña Nieto se las pagó. El fracaso del modelo neoliberal es una realidad. Hubo más preocupación por cuadrar las cifras, despedir personal del gobierno, cuidar los aspectos técnicos y la estabilidad de las cifras de la macroeconomía que hacer del Estado una palanca de desarrollo nacional al servicio del pueblo en primer lugar. Los datos duros que expresó AMLO ahí están. De 1940 a 1970 hubo tasas de crecimiento del PIB del 5 por ciento anual, en los dos sexenios de 1970 a 1982, hubo crecimiento del 6 por ciento de PIB pero con desequilibrios económicos, pero fue la época de bienestar y de menos inequidad de la sociedad mexicana. En esos dos sexenios creció el número de hospitales y de escuelas en todos los niveles, hasta que en 1982 llegó otro grupo al poder, con otro pensamiento económico, que profundizó la desigualdad y provocó un divorcio entre el gobierno y las clases populares. Dijo AMLO que de 1982 a la fecha, el crecimiento del PIB ha sido apenas del 2 por ciento anual en promedio y hubo años en que hubo crecimiento cero del PIB. El resultado: la concentración de la riqueza en pocas manos, la pérdida del poder adquisitivo del salario, emigración masiva por hambre y desempleo, desgarre del tejido social y conductas antisociales. Dijo que el periodo neoliberal ha sido una calamidad para la vida pública del país. QUEBRANTO. Asevera que recibió un país en quiebra, con caída en la producción del petróleo y de la CFE; el fracaso de la reforma energética que se traduce en alzas en los precios de las gasolinas, diésel, el gas doméstico e industrial, así como en la electricidad. Dijo que de ser un país petrolero ahora estamos comprando gasolinas y petróleo y desde hace 40 años no se construye una refinería y las 6 refinerías existentes están subutilizadas por qué el negocio era comprar la gasolina en el extranjero a costa de los consumidores mexicanos. EL INFIERNO. Sin embargo, tras la razón que le pueda asistir en el diagnóstico, también hay nubarrones en el horizonte y hay riesgos con el discurso y la visión de país. Los grandes capitales reprueban ese discurso y aseveran que nos va a ir muy mal como país; dicen que su discurso polariza y ahuyenta inversiones. Le asiste la razón a Héctor Aguilar Camín, en el sentido de que AMLO es tremendista. O sea, dice que ahorita estamos en el infierno y él nos va a llevar al cielo y de lo cual. Si esto no sucede, si fracasa, la decepción del país va a ser descomunal y el riesgo es que el país se vaya de nuevo a la ultraderecha. Hay hombres de poder que se sienten iluminados y providenciales, se sienten hechos a mano y poseedores de la verdad única. Lo estoy diciendo a tiempo y la verdad, que quisiera estar equivocado y que le vaya bien a AMLO, por qué estoy convencido que en las actuales condiciones del país un nuevo fracaso es inaceptable.