Encadenan, drogan y golpean a experiodista en asilo de ancianos “Conchita de Brun”

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Juan Carlos Flores|COLIMANOTICIAS

Colima, Col.- El suplicio de la familia de Héctor Espinosa Flores comenzó hace 7 meses cuando el experiodista tuvo que ser ingresado al asilo de ancianos “María Conchita de Brun” al no poder cuidarlo todo el tiempo.

“Fue con su permiso y en pleno uso de sus facultades intelectuales”, narra en entrevista, María Elena Espinoza, su hija, acompañada del excomunicador quien se mantuvo sentado y escuchando la declaración.

Su hija explicó que fue diagnosticado por un especialista con la enfermedad de parkinson, un trastorno degenerativo del sistema nervioso.

Vivía solo en su casa y comenzaba a tener algunos problemas, cuenta su hija, porque olvidaba cerrar la puerta y su familia temía que, debido a su enfermedad, pudiera tener algún accidente que le provocara alguna lesión física.

Después de hablar con el administrador del asilo de ancianos “Conchita de Brun”, Daniel Sánchez Mendoza, a quien le expusieron la situación les dijo: “Es que no ocupa nada, pero si ustedes lo quieren dejar con nosotros, adelante”.

Antes de ingresar al asilo se le hizo una evaluación geriátrica al experiodista de 64 años de edad en donde cada martes se llevaba medicamento para su enfermedad con la dosis recomendada por su médico.

Les cobraron inicialmente 3 mil pesos mensuales para la atención de Espinosa Flores donde – aseguraron- le daban de comer sólo frijoles y arroz además de que le pidieron que toda la ropa entregada fuera registrada en una lista.

Después de algunos meses les subieron la cuota a 4 mil pesos, 5 pañales diarios además de que sería el geriatra del asilo el encargado de valorarlo y suministrar el medicamento.

“Eso fue en diciembre del 2015, lo tuvimos para Navidad y todo estaba bien, pero después enflacó mucho, bajó como 20 kilogramos y nos dijeron que era normal, por depresión”, enfatizó la hija.

Todavía con sus facultades intelectuales más normales, el experiodista les confesó que lo maltrataban, que sus cuidadoras le apretaban los testículos para obligarlo a bañarse solo. “Aquí te bañas, cabrón”, les dijo.

El baño para los internos –ya fuera hombre o mujer- era en el centro del asilo a la vista de todos los demás.

“Sus cuidadores se burlaban de él, nos decía, él primero tomaba fotos y video con su celular pero se lo desaparecieron y les borraron todo”.

Luego, vino lo peor: el médico geriatra comenzó a administrarle medicamentos psiquiátricos como Tafil y Risperidona – este último utilizado para el tratamiento de la esquizofrenia – en dosis de hasta 5 veces la recomendada. “Era una dosis para elefantes”, recriminó su hija.

“¿Qué es lo que querían? Tenerlo como pendejo para que no les diera lata”.

Además, el mismo personal les ofrecía el medicamento a menor precio. “Nos decían que teníamos que tener el medicamento y que costaba como mil 200 pesos pero que ellos nos lo podían vender a 400; creemos que traficaban con el medicamento de otras personas”.

El médico geriatra recomendó un tratamiento con electro-choques y mantenerlo sedado todo el tiempo “Así mantenían a otros viejitos y les decían: o los tenemos sedados o ustedes lo controlan”.

Un día de abril pasado, llegaron a verlo y estaba amarrado a su cama con cadenas. “Nos dijeron que se comportaba agresivo y que ya no podían con mi papá y que la decisión (de amarrarlo) la tomó mi hermano”.

Se encontraba muy flaco, con los pantalones de presilla al revés para que no se los pudiera quitar y se pudiera amarrar mejor; tenía fiebre, no podía hablar pues tenía hinchada su lengua; sus dientes estaban muy sucios y creyeron que hasta tenía hongos y sus oídos también resultaban afectados por la suciedad.

Tenía una fractura en las costillas y un golpe en la boca. Creen que fue golpeado para suministrarle medicamento.

En la clínica del ISSSTE lo atendieron y el médico les dio el diagnóstico: desnutrición y deshidratación severa, atrofia cerebral debido a las altas dosis de medicamento psiquiátrico administrado en el asilo. “Nos dijeron que tenía demencia”, lamentó.

El administrador del asilo les negó incluso regresarles la ropa del experiodista. “Es que ustedes dijeron que nos la regalaban” fue su argumento.

Otra de sus hijas fue a reclamarle el maltrato y que se les regresara la ropa. “Nuestro papá se recuperó físicamente ahora que lo cuidamos nosotros, ya puede caminar, se asea solo incluso, está tranquilo, sólo le administramos el medicamento del médico del ISSSTE recetado pero no queremos que le pase esto a otras personas y sabemos que ahí maltratan a los internos. Queremos que paren estas injusticias”.

Pidieron que las autoridades tomen cartas en el asunto y que la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) haga una investigación al centro que recibe recursos públicos aprobados por el congreso estatal.