Enamorarse produce efectos en el cerebro similares al de algunas drogas: Óscar González

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Redacción|COLIMANOTICIAS

Colima, Col.-  El amor literalmente es una droga; este sentimiento activa las mismas zonas cerebrales que cuando se consumen ciertas sustancias adictivas. En estos dos casos el sujeto busca satisfacerse a sí mismo, por lo que al ver a la persona amada o consumir ciertos tipos de drogas se incrementan los niveles de un neurotransmisor llamado dopamina.

“Nuestro cerebro –explicó el investigador de la Facultad de Psicología, Oscar González– es un tanto hedonista, está programado para asociar gusto con placer; entonces, si la persona que te gusta te dice que tienes ojos bonitos, que eres muy inteligente y te hace sentir bien, éste se recompensa y comienza a engancharte”; así empieza una de las tres fases del enamoramiento.

Visto desde la neurobiología, dicho proceso se realiza en tres fases: la atracción física, el enamoramiento propiamente dicho y el apego.

En este proceso, la dopamina es uno de los neurotransmisores más importantes, ya que un bombardeo de ésta baña la corteza pre frontal despertando así la atracción física; “aunque no lo queramos reconocer, buena parte de esa atracción es visual, después se involucran otros aspectos más conocidos”, dijo el investigador.

Si el cerebro se siente complacido con esta reacción, comienzan las segregaciones de otros neurotransmisores y hormonas, como oxitocina y vasopresina, que funcionan como neuromoduladores, cambiando la función y la forma en la que percibimos a las personas.

“La segunda fase viene cuando creemos que la pareja no tiene ningún defecto, que es el príncipe azul o el hombre perfecto. Aquí se conoce que los niveles de dopamina comienzan a disminuir y ocurren cambios en los circuitos neuronales; esos cambios no son permanentes, pero sí importantes”, dijo el experto.

Este proceso provoca que la actividad en el lóbulo frontal y la amígdala no trabajen al cien por ciento (se encuentren en estado hipofuncional), por lo tanto, el juicio y el raciocinio se alteran “pero de una forma curiosa, porque sólo cambia la forma de ver las acciones de la persona de la cual se está enamorada, mientras que en la amígdala la actividad de alerta disminuye, pues se activa en situaciones de peligro y hace que lo evitemos”, explicó.

¿Qué consecuencias tiene que las dos estén disminuidas?: “Esa combinación literalmente hace que la persona enamorada cometa todo tipo de actos por amor; es la etapa donde se dice que el amor es ciego, pues se alteran el juicio y la percepción de la realidad, se magnifican las virtudes y se disminuyen los defectos.”

Además, si el aumento de oxitocina se hace de manera crónica, comienza a generar un cambio conductual permanente; es decir, lleva de la fase del enamoramiento a la fase del apego o al amor verdadero.

Estos cambios, junto con la hormona vasopresina, actúan y generan el apego; la última fase conocida como el amor verdadero. Aquí se considera que el bombardeo de la dopamina disminuye, pero la oxitocina y la vasopresina aún permanecen generando nuevos circuitos y por lo tanto el cerebro busca otro tipo de recompensa, explicó.

“Siendo estrictos, fríos, el amor verdadero no es más que un cambio en el ‘cableado’ del cerebro de la persona modificando su conducta, porque para conservar la fidelidad y la monogamia se requieren cambios conductuales importantes”, comentó el neurofisiólogo.

Aunque desde la neurofisiología ya se entendió que el proceso de enamoramiento tiene que ver con neurotransmisores, hormonas y nuevos contactos, el investigador comentó que es necesario respetar el sentimiento de las personas: “Puedo entender que alguien diga que está completamente enamorado y quizá interpretarlo desde el punto de vista neurobiológico, pero no por eso debo ser irrespetuoso con ese sentimiento”, ultimó Óscar González.