En las escuelas, normar implica excluir: Gerardo Gutiérrez Cham

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*En el marco del 29 aniversario de la Facultad de Pedagogía, el lingüista de la Universidad de Guadalajara dictó la conferencia “Diversidad lingüística y poder”.

COLIMANOTICIAS

Colima.- Gerardo Gutiérrez Cham, investigador de la Universidad de Guadalajara, impartió la conferencia “Diversidad lingüística y poder”, como parte de las actividades del XIX Aniversario de la Facultad de Pedagogía, que en esta ocasión rindió homenaje a la Mtra. Mirtea Elizabeth Acuña Cepeda.

En su ponencia, explicó que hay un problema bastante serio con la diversidad lingüística debido a los niveles del lenguaje, de los cuales explicó, de manera general, sus diferencias; por ejemplo, de su manejo cotidiano con respecto al institucional.

Afirmó que la diversidad lingüística se puede ver tanto en los libros de texto para niños como en las clasificaciones de reglamentos en las escuelas.

Dijo que las instituciones “se confieren el derecho unilateral de adjudicar deberes y responsabilidades a los alumnos mediante una estrategia de apropiación de voz, es decir, simulando que los propios alumnos son los hablantes que se imponen las reglas y los castigos”.

En tal sentido, esa voz en primera persona no ha sido asumida por los niños, sino que ha sido impuesta por una instancia que no desea hacerse visible: “Esta apariencia de voz otorgada a los alumnos no constituye una simple concesión desinteresada. Más bien forma parte de una primera estrategia de ocultación sistemática, la cual facilita la construcción de un tipo de relación peculiar entre autoridades escolares y estudiantes”, expuso.

Se trata de una relación sumamente jerarquizada, ya que las autoridades escolares se auto-asignan como los únicos “dadores de información” y “dadores de órdenes”; en cambio a los estudiantes se les confiere únicamente el papel de “receptores de información” y “ejecutores de órdenes”, dijo.

Señaló que este hecho contrasta con la manera en que las autoridades se dirigen a los padres de familia. En ese caso, generalmente se recurre a enunciaciones en tercera persona, lo que genera una posición que fluctúa entre el mandato y la petición.

Explicó que este sistema de órdenes encubiertas mediante imperativos implícitos es una muestra de poder diferencial entre las partes. Las autoridades pueden emitir sus mensajes con una considerable ventaja de fuerza otorgada y asumida con respecto a los receptores. “No sólo pueden ordenar, sino comandar, ya que su fuerza, ante todo, está respaldada y se ejerce en representación de una institución”, argumentó.

A manera de conclusión, comentó que “los procedimientos institucionales de estandarización lingüística forman parte de un sistema purista, solapado en la medida que normar implica excluir”.