EL TAMAL, MAS QUE UN PLATILLO

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LECTURAS

Por Noé GUERRA PIMENTEL*

Esta es la novena edición consecutiva del festival del tamal en Colima, se realiza en el añoso jardín de San Francisco, ahí vi y saludé este viernes, además de amigos a muchos conocidos entre las decenas de expositores vendedores que participaron con la venta de sus productos agrupados, según se informó ahí mismo, en 30 sabores diferentes de tamales y 17 de atoles. Sin duda un gran esfuerzo que picando piedra poco a poco ha venido consolidando su principal gestor, el entusiasta, comprometido y siempre inquieto Pepe Martínez, mi amigo José Martínez Paredes y su pequeño grupo de trabajo en el que, por supuesto, se incluye su familia en cuya cabeza está su amable Miriam. Ahí estuve para hablar sobre este delicioso platillo, su valor, trascendencia y sus bondades, su tradición.

Ahí platiqué a la gente que el tamal es de ascendencia prehispánico-judeo-cristiana y que es el invitado especial de la fiesta de la candelaria en nuestro país, luego de la navidad y de la rosca de reyes con su niño. Uso que con dicha vocación se materializó acá desde el periodo virreinal en la Nueva España al importarse la tradición católica que nos dice que la fiesta tomó razón con la purificación de la virgen y la presentación del niño Jesús, encendiendo unas velas o candelas a los 40 días de nacido, ritual que fue retomado de la ancestral práctica judía de la Vaikrá, que indica que las mujeres después de haber dado a luz, a los 40 días acuden a su templo para agradecer soltando una paloma; experiencias religiosas que se mimetizaron y fueron adaptadas como recurso evangelizador por la fecha coincidente, el 2 de febrero, a la ofrenda del maíz como la semilla suprema fecundadora del hombre desde la tierra, según el Popol Vuh, hecha a tlaloc, chalchitlicuetl, kukulkan o quetazalcoatl, para la buena siembra. 

También les dije del sentido ritual original y de su probable condimentación con carne humana, como el pozole prehispánico y que con presencia y consumo en países de Europa, centro y Sudamérica, el tamal es una palabra que proviene del náhuatl tamalli que significa envuelto y refiere a un platillo que se prepara con masa de maíz batida con manteca de cerdo, agua o caldo; a la que, con cierta consistencia se le hace un hueco en la mano para untarle o revolverla con algún tipo de salsa o rellenarle con carne, sea de cerdo, pollo, res, guajolote o pato molida, en trozos o deshebrada, aunque también hay los que no llevan nada y los dulces o con relleno de frutas. Se cuecen en agua o al vapor, envueltos en hojas de maíz, caña o plátano. El tamal es propio de la gastronomía mexicana y su origen es prehispánico, milenario, hoy lo saboreamos como resultado de la mezcla cultural del mestizaje y aunque usualmente comemos los de la región, hay que apuntar que en el país hay tantas combinaciones que se pudieran contar por centenas, producto de la creatividad gastronómica mexicana.

También enuncié la influencia del tamal y su innegable presencia prácticamente en todo el país, cuyas variedades son tan vastas como deliciosas, como el tamal de salsa verde o roja, bolatamal o tamal oaxaqueño, el tamal de mole negro, de chaya, común en el sur y sureste del país, el zacahuil, que es un tamal de la huasteca, entre Hidalgo, Potosí, Veracruz y Tamaulipas, que puede compartirse por 50 personas, acompañado de chiles verdes encurtidos. Las Corundas de Michoacán con su forma triangular y la curinda. En el sureste el Mucbil pollo, palabra que proviene del maya mukbil o enterrado. Los tamales de dulce, conocidos como tamales rosados. También de Michoacán es el tamal canario, un tipo de tamal dulce. Es común acompañar este tipo de tamales con atole o chocolate caliente. Los tamales de chipilín son originarios de Chiapas, aunque también se encuentran en otras entidades del sureste. Por último, el veracruzano, que es una masa con leche mezclada con manteca de cerdo derretida, relleno con carne de cerdo, mole de chile ancho y hojas de epazote y envuelto en hojas de maíz.

Si no ha ido, vaya, aún puede estar a tiempo, el festival concluye este lunes por la noche. Los cálidos y diversos aromas y los más diferentes y ricos sabores de los tamales y los atoles que se expenden, además de otros productos y bebidas tradicionales de región, con acompañamiento musical que ahí se ofrecen le estarán esperando. La cita es en el jardín de San Francisco de Almoloyan, precisamente en el lugar donde hace más de 450 años nació lo que es hoy Villa de Alvarez. iEnhorabuena! a los organizadores y participantes y gracias por su invitación.

*Cronista municipal de Villa de Villa de Alvarez.