Por José Díaz Madrigal
En abril de 1990, Humberto Álvarez Machain fue secuestrado por orden de la DEA en Guadalajara y, de inmediato en vuelo privado es conducido a El Paso Texas. Álvarez Machain, médico jalisciense, trabajó un tiempo en la desaparecida Dirección Federal de Seguridad y poco después, fue médico al servicio de Rafael Caro Quintero.
La DEA lo acusaba de estar involucrado en el asesinato de Kiki Camarena, agente de esa oficina del combate a las drogas. Dicho agente fue quien descubrió un enorme campo cultivado con mariguana en el norte del país, en Chihuahua; que era propiedad del sinaloense Caro Quintero. Éste cultivo fue destruido por el ejército mexicano. Al darse cuenta el sinaloense, cual agente de la DEA había sido el que dió el pitazo a los soldados mexicanos, ordenó a sus matones que detuvieran a Camarena y lo llevaran a su presencia.
Una vez que el Kiki estuvo ante el de Sinaloa, fue torturado junto a un piloto de avión de apellido Zavala, que era quien había llevado a Camarena a sobrevolar y tomar fotos de los campos en Chihuahua.
Además de Caro Quintero, se dice que estuvieron en ese salvaje interrogatorio otros altos jefes de aquel grupo criminal de Guadalajara. Durante las investigaciones que a punta de culatazos y golpes bajos a que fueron sometidos los dos infelices individuos, algunos policías de la DEA sospecharon que también estuvo el doctor Álvarez Machain, colaborando en el equipo de verdugos que capitaneaba Caro Quintero; pero con la encomienda de drogar y mantener con vida a Kiki Camarena y su compañero de infortunio Zavala. Según informes que la DEA tenía en su poder, estos trabajos sanguinarios de Álvarez Machain, era para extender la agonía de las víctimas.
El mismo mes de abril del año arriba citado, estaba de Procurador General de la República (PGR) el tapatío Enrique Álvarez del Castillo. Al enterarse de la forma ilegal en que fue llevado Álvarez Machain a los Estados Unidos, no se amilanó, al contrario con valentía públicamente hizo una enérgica protesta contra el secuestro del médico mexicano y también contra los gringos, incluyendo al inquilino de La Casa Blanca.
Aunque la participación de Álvarez Machain en el asunto de Kiki Camarena, para los norteamericanos era casi evidente, los abogados del médico mexicano apelaron que éste había sido llevado a los banquillos de la Corte de modo indebido, ilegítimo; al ser secuestrado por un comando dirigido por un agente de la DEA en activo. De tal modo pesaron los argumentos de la defensa, que el juez de esa Corte en Los Angeles, dejó libre a Álvarez Machain.
La noticia que se dió a los medios de información el jueves de la semana que terminó, donde refieren que por su propia voluntad el famoso narco El Mayo Zambada y uno de los hijos del Chapo Guzmán, se entregaron conscientemente a los policías de la DEA. Tal nota informativa, la dieron a conocer diversas autoridades del otro lado de la frontera, incluso el propio presidente Biden.
Todo indica que lo que sucedió realmente, no fue una entrega voluntaria, tampoco una detención legal. Lo que pasó es un indudable secuestro de mexicanos con el fin de llevarlos a otro país, así sean delincuentes de los más buscados; por un mínimo de consideración y respeto a la soberanía nacional, debio haber participado alguna autoridad mexicana aunque sea de testimonio para legitimar la aprehensión.
Un día después, el viernes, el presidente en su mañanera declaró: la entrega o captura del Mayo Zambada y Joaquín Guzmán López, es un avance importante en el combate al narco, además aseguró que es una muestra de trabajo en conjunto con Estados Unidos.
Es totalmente absurdo y en verdad ridículo lo que mencionó el presidente, puesto que los gringos ni siquiera lo pelaron y, sale con esa desfachatez de que es un trabajo en conjunto.
De plano, lo que hace falta es un enérgico manotazo en la mesa, para que se respete la soberanía del país; como en su momento la dió con los pantalones bien puestos, el tapatío Enrique Álvarez del Castillo.